Los alcaldes del mundo moderno aún no han conseguido robar el fuego de los dioses para dárselo a los hombres, pero hacen lo que pueden con los otros tres elementos, aire, agua y, sobre todo, la tierra. No hay pueblo agrícola que no sueñe con un polígono industrial y con un palacio de congresos.
Cuentan los más viejos del lugar que el caso Zambrana empezó a ser digno de tal nombre allá por 2004 cuando la alcaldesa de la citada localidad, la jeltzale Justina Angulo, propuso al Consistorio que preside una operación para recalificar 120 hectáreas de suelo rústico con el fin de ubicar en el solar un gran polígono industrial. Los alcaldes del mundo moderno -y las alcaldesas, claro,- aún no han conseguido materializar el mito de Prometeo y robar el fuego de los dioses para dárselo a los hombres, pero hacen lo que pueden con los otros tres elementos, aire, agua y, sobre todo, la tierra. Grandes maravillas se han visto: no hay pueblo agrícola que no sueñe con un polígono industrial y con un palacio de congresos. La política es el arte de construir puentes en lugares donde no hay río. En Peñíscola, un suponer, un alcalde voluntarioso puso en pie un festival de cine en un pueblo en el que no había cine el resto del año. El invento ha durado 20 ediciones en plan gratis total y con todos los gastos pagados, copas incluídas, para los amigos de la prensa.
La tierra para el que la trabaja, dijo Emiliano Zapata, que era un pelao; vaya en su descargo que en los tiempos que él vivió los ayuntamientos mexicanos no tenían muy desarrolladas las competencias en materia de urbanismo y carecían de las necesarias competencias para transformar suelo rústico en industrial o, mejor aún, solar para viviendas. No podía saber entonces que la tierra es para el que la recalifica. El asunto no cuajó, porque la voluntad cambiante del pueblo soberano dio en sustituir a la alcaldesa nacionalista por un alcalde ecologista en los comicios de 2007. Otra causa de que no cuajara el negocio es que, a pesar de la posición favorable de la Diputación (en contra del parecer de los técnicos) los esfuerzos de la alcaldesa no consiguieron convencer al Gobierno vasco para que participase en el proyecto.
Apenas toma posesión el nuevo alcalde, Aitor Abecia, recibió la petición de modificación de las normas subsidiarias que afectaban a los terrenos, que es el paso previo y necesario para su recalificación. La empresa pública Sprilur presentó un estudio urbanístico que había sido realizado el año anterior por ARK Gasteiz, la empresa de Jon Buesa que es el Buesa Blanco que salió nacionalista.
Sprilur, que, como su propio nombre indica es una sociedad de la SPRI cuyo objeto de negocio es la promoción de suelo industrial, venía ya más informada. Quizá por eso, no se limitó a promocionar un suelo declarado previamente industrial por la autoridad competente, sino que intervino en el proceso, que es el que lleva valor añadido. Si han conseguido ustedes no perderse hasta llegar aquí, les llamará la atención que un ayuntamiento reciba un estudio para una recalificación con el logo del propio ayuntamiento y una empresa patroneada por el Gobierno vasco tercie en la declaración de unos terrenos como suelo industrial en una operación por la que el Ejecutivo no va a mostrar interés. El gerente de los polígonos dependientes de Sprilur era Alfredo de Miguel, un ex diputado venido a más: ya tiene caso con nombre propio. La vida moderna es un fenómeno tan complejo.
Santiago González, EL MUNDO, 5/2/2011