HERMANN TERTSCH, ABC 30/03/13
· En España se ha hecho tanto el ridículo con paralelismos imposibles entre Kosovo y Cataluña que no se salva casi nadie.
CASI da miedo hablar de ello, no vaya a fracasar en último momento. Puede ocurrir lo peor en cualquier momento. Porque hay mil enemigos que aun tienen tres días para reventarlo. Pero aun nadie lo ha intentado. Y puede que nadie lo haga y puede hasta salir bien. Si todo ello es así, el martes puede haber milagro y Belgrado y Prístina firmarán un acuerdo por el que se confirman el autogobierno para los enclaves serbios en el norte de Kosovo. Este acuerdo se produce tras constantes avances en acuerdos transfronterizos, apertura de pasos hasta ahora cerrados y el logrado fin de los embargos y boicots mutuos que habían emponzoñado las relaciones durante mucho tiempo desde el final de la guerra. No supone el reconocimiento de la independencia de Kosovo por parte de Serbia. Pero sí un paso inmenso para la convivencia. Kosovo, un Estado reconocido por la mayoría de los miembros de la ONU y países occidentales, con la absurda excepción entre éstos de España, Grecia, Chipre y algún despistado más, pasa a tener una relación normalizada con su vecino serbio, tal como las tiene con Macedonia, Montenegro y Albania.
Si el martes comparecen ante la prensa los primeros ministros de Serbia, Ivica Dacic, y de Kosovo, Hashim Thaci, para confirmar el acuerdo, estaremos un paso más cerca de la normalización entre estos estados y un paso más lejos de la guerra entre ambos. Que sin duda es un éxito de la UE y la comisaria de política exterior Lady Ashton, tan criticada muchas veces y hay que decir que con razón. En esta pieza clave de la estructura de la seguridad en paz en Europa ha demostrado habilidad y firmeza política frente a ambas partes. España, con su absurda negativa a reconocer a Kosovo como hicieron la mayoría de sus aliados europeos y Estados Unidos, no ha ayudado nada en este proceso. La siniestra actitud del ministro Miguel Ángel Moratinos, que alimentó las esperanzas del radicalismo serbio hasta cuando éstas ya yacían enterradas bajo más de cien mil muertos, es un episodio negro en nuestra diplomacia.
En España se ha hecho tanto el ridículo con paralelismos imposibles entre Kosovo y Cataluña que no se salva casi nadie. Nacionalistas catalanes y los ministros de exteriores, socialistas y populares, comunistas pro Milosevic e independentistas radicales, todos han buscado o temido lo que llamaban el ejemplo o el «modelo Kosovo» que no es ejemplo ni modelo de nada. Hasta el más ignaro debería entender que aquella independencia llegó y se hizo necesaria cuando todas las familias en Kosovo tenían al menos un muerto al que llorar. Como damos por supuesto que nadie quiere aquí imitar y pagar esa trayectoria hacia la independencia, sería razonable que aplaudiéramos que allí se cierren las heridas y pidiéramos que no se abran en otra parte.
HERMANN TERTSCH, ABC 30/03/13