El matrimonio yermosexual

EL MUNDO 25/07/13
ARCADI ESPADA

Las discusiones sobre la cartera de servicios que ofrece la sanidad pública son difíciles y están tocadas de subjetividades inexorables. Los Espada, por ejemplo, que deben sumar en estos momentos cerca de 80 dioptrías, no comprenden ni comprenderán cómo se financian con dinero público los tratamientos de fertilidad, mientras que sus gafas y lentillas no sólo quedan fuera de la subvención pública sino que ni siquiera reciben una mísera deducción fiscal. Así pues comprendo los problemas de la ministra Mato y estoy de acuerdo con su voluntad, más o menos explícitamente enunciada, de reducir una cartera pública de servicios sanitarios cuya exuberancia llega en algunas comunidades hasta el cambio de sexo. Ahora bien, no comprendo su célebre frase «La ausencia de varón no es un problema médico». Es necesario recordarle a la ministra, ni completamente en broma ni completamente en serio, que la ausencia de varón es el problema que subyace a muchos tratamientos de infertilidad. Y que, por otra parte, cuando la presencia del varón se multiplica, caso de los homosexuales masculinos, tampoco parece la ministra propicia a facilitarles que puedan ser padres. Sin embargo, en el léxico y en los razonamientos de la ministra percibo una incomprensión más profunda. La ministra debe de creerse que la polémica que rodeó la aprobación de la ley del matrimonio homosexual, y su posterior ratificación por el Tribunal Constitucional, era meramente palabrera. Nada de eso, naturalmente. Se ve bien cómo la ley trataba de calcar los compromisos del matrimonio sean cuales fueren sus combinaciones. Entre esos compromisos están también los del Estado: a ninguna persona razonable le cabe en la cabeza que una pareja homosexual esté obligada a disponer de menores recursos públicos que una pareja heterosexual.
Hay una forma sucia de hacer política que consiste en acatar la ley, y aun en hacer exhibición propagandística ante la opinión pública, mientras que por detrás se practica el desacatamiento en forma de asignación de recursos o de privilegios. La letal combinación del dinero y la ideología burlando los decretos. Si el PP quiere decirles a los homosexuales que mejor que no tengan hijos, adelante. Y si la ministra en un rapto creativo quiere promulgar el matrimonio yermosexual, no hay duda de que ha llegado su momento.