Juan Pablo Colmenarejo-ABC
- Tanto el Gobierno, al alimón PSOE y Podemos, como Vox y Ciudadanos, casi en extinción, tienen el objetivo de impedir un gobierno del PP como en Galicia o el de los socialistas de Extremadura
Ahora que estamos en campaña electoral, entretenimiento preferido de la actual generación política, se recupera el echarle la culpa al PP de todo los que nos pasa, si es que a estas alturas de la Liga sabemos lo que nos pasa, admirado Simeone. Si el ministro Garzón calumnia a la ganadería española en Londres, el rodillo sale por la tangente y dice que el PP ha creado un bulo, cuando no hay más que traducir las palabras con el inglés medio que todos decimos manejar. El error, que lleva ya un ramillete en la cartera ministerial, se intenta ocultar con un dedo en el PP por hacer su papel opositor al presuponerle la extracción de una renta electoral en Castilla y León, reinos que como el Danubio tienen más historia que agua, en este caso chuletones, como para que un urbanita diga a qué hora amanece para dar de comer al ganado el día 13 de febrero. Quien teme manchar su presunto pedigrí progresista acompaña el aspaviento contra el ministro Garzón con un reproche a la respuesta de un PP al borde de la mayoría absoluta castellano y leonesa. Ahí hemos llegado al punto donde convergen los intereses creados durante el próximo mes.
Tanto el Gobierno de España, al alimón PSOE y Podemos, como Vox y Ciudadanos, casi en extinción, sin olvidar los movimientos cantonales, tienen el objetivo de impedir un gobierno del PP como en Galicia o el de los socialistas de Extremadura y Castilla-La Mancha, donde la mayoría absoluta libera de preguntar cada mañana cómo ha dormido el socio de coalición o si ha subido el precio del escaño en el enjambre de los celos. Lo que más le interesa a Sánchez es si Vox consigue asfixiar más al PP, y de paso descoser otra costura de quien le aspira a sustituir en la oposición. Abascal se ha subido en una moto, así debutó en Valladolid, para evitar ‘perpetuar’ al PP con Mañueco: «Es el mejor empleado de Sánchez». Una afirmación del líder de Vox que, a la a vista del regalo que le hizo con sus votos al presidente del Gobierno para que manejara los fondos europeos a su antojo en La Moncloa, no debería repetir para evitar equívocos o malentendidos.