Tonia Etxarri-El Correo

Será por vértigo escénico (las encuestas acusan el desgaste del PNV) o por querer imponer su autoridad en el escaso margen que le queda, el caso es que el lehendakari sigue guardando celosamente la fecha de la convocatoria de las próximas elecciones. Los gallegos, al menos, tienen despejada esa quiniela. Ellos votarán el 18 de febrero. Pero los principales competidores del PNV ya están en modo campaña desde hace tiempo, aunque el PP reconoce que tampoco le va a emplazar al lehendakari a que apremie a la hora de convocarnos a las urnas.

Bildu descubrió ayer sus cartas proponiendo una nueva vía de pactos que seguro que desconcertó a sus destinatarios: el PNV y el PSE. Después de sus magníficos resultados electorales en los pasados comicios municipales y generales, la coalición de Otegi sube la apuesta: que gobierne en Euskadi quien gane las elecciones. Seguramente estarán pensando en ellos mismos, que tienen muchas posibilidades de hacerle el ‘sorpasso’ al PNV, cuyo candidato, Imanol Padrales, empezará a entrar en la cancha oficial el próximo sábado. Pero esa propuesta tan bien sonante no fue respetada por los propios de Bildu en el gobierno de Navarra ni en el Ayuntamiento de Pamplona, donde la fuerza más votada fue UPN. En Euskadi la situación es diferente (quien ha tenido más fuerza hasta ahora es el PNV), pero la formación de Otegi quiere presionar a los socialistas vascos para que se ‘navarricen’ en sus pactos. Y aquí, sí. Aquí les vale que gobierne la fuerza más votada.

La homologación de los pactos en Euskadi con los de Navarra está descartada por el socialista Eneko Andueza, cuando se ha referido a posibles pactos de la izquierda para desbancar al PNV. En principio. Ya veremos qué aritmética arrojan las urnas (¿para cuándo, lehendakari?). Y entonces, la mirada final, ¡ay, Andueza!, se dirigirá hacia Pedro Sánchez, que fue quien decidió los pactos en Navarra. Nadie se atreve a apostar por que la necesidad de poder, también en Euskadi, pueda provocar algún vuelco inesperado. La propuesta de que gobiernen las dos fuerzas nacionalistas (derecha e izquierda, por mucho que Bildu llame ahora «progresista» al PNV) ha agitado el tablero en Sabin Etxea. Hasta ahora, los sondeos preconizan un empate entre el PNV y Bildu. Y Otxandiano habla de cogobernar con el PNV y que lidere la fuerza más votada. La formación de Otegi pone en circulación el mantra de La Moncloa cuando habla de la existencia de un «mandato democrático» para excluir a la derecha. ¿Quién es el depositario de ese mandato? ¿No deberían ser las urnas? Porque las urnas, en las elecciones generales y en Navarra, eligieron al PP como el partido más votado.

¿Estamos en nuevos tiempos, Bildu? Bien. Pues los nuevos tiempos reclaman, de una vez, que se reconozca el daño causado por la banda terrorista ETA. Con un ‘mea culpa’ claro y sin matices. Sin ingeniería lingüística. Esa sería la adaptación a «la nueva situación» aunque los socialistas hayan dejado de reclamarla.