Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

En la constitución ayer del clúster financiero vasco, el lehendakari, Iñigo Urkullu, lanzó un mensaje pleno de acierto y cordura: «Uno de los límites al crecimiento de las empresas es la falta de capital inversor en proyectos industriales». Tiene razón. Los datos de crecimiento de la economía son buenos, pero se basan en exceso en el apoyo del gasto público y, por el contrario, muestran una evolución peligrosa de la inversión. Un mal que es común a toda España.

Luego, el lehendakari se puso en contra de los ataques y de la demonización de la iniciativa privada, que reconoció como fundamental para la construcción del País Vasco. Un mensaje necesario y oportuno, por más que a muchos les altere los nervios.

En ese sentido, la creación del clúster financiero camina en la dirección correcta y puede ser un buen inicio de la solución. Su presidente, Jon Ander de las Fuentes, es una garantía de seriedad. Pero hay que ser muy conscientes de las varias cosas que aún nos faltan.

En el acto de ayer se habló del ‘ecosistema’ necesario para lograr los objetivos propuestos y aquí nos falta potencia de fuego, entre otras razones porque hemos ahuyentado a gran parte de la que un día tuvimos. Y luego nos falta adquirir conciencia del problema. ¿No existe hoy esa potencia? Sí. ¿Dónde? Pues en el sector público, que dispone de varios fondos en los que embalsa importantes sumas de dinero que luego tiene dificultades de colocación por unas u otras razones. También lo hay en las EPSV, pero recuerdo que cuando hace unos años el propio lehendakari propuso poner sus fondos a trabajar en favor de nuestra industria, los sindicatos se levantaron inmediatamente y al unísono al grito de ‘con mi dinero no’. En definitiva, se trataba de mejorar las posibilidades de trabajo de los hijos de los partícipes, pero parece que eso no se consideró una razón suficiente como para arriesgar los ahorros acumulados. Mejor que arriesguen otros, a quienes luego, si les va bien, podremos denostar a gusto.

Y además del sector público y de las EPSV ¿qué nos falta para atraer inversiones y lograr que las propias se mantengan entre nosotros? Pues algo tan sencillo como imprescindible: rentabilidad. Y en esto de la rentabilidad la fiscalidad es un hito imprescindible. Aquí tenemos la enorme capacidad que contiene el Concierto Económico vasco. Un arma definitiva para crear un ‘ecosistema favorable’ que no usamos y nadie sabe por qué no usamos. O sí, y es peor.