José María Ruíz Soroa-EL CORREO

Cuando se le escucha a Otegi se comprueba que, desgraciadamente, sigue llevando capucha. Lo único que ha cambiado es que ahora la lleva en la mente, no en la cara

Imaginen por un momento, imaginen conmigo, que los miembros de ‘La Manada’ tan tristemente célebre hubieran declarado hace días, al conocer su condena final y definitiva, algo así como lo siguiente: «Pero, por favor, no piensen en nosotros sólo como violadores de una joven. Piensen también que aquella noche podíamos haberla matado con toda tranquilidad, a obscuras, y sin embargo no lo hicimos. La dejamos vivir. Hubiera sido fácil hacerla desaparecer y borrar la identidad de sus agresores. Juzgarnos sólo por la agresión cometida y no por la mucho mayor que pudimos cometer, y que al final no llevamos a cabo, es contar sólo la mitad de la historia. Si tienen amplitud de miras y no son sectarios, deberían reconocernos el mérito de no haberla matado. Incluso aplaudirnos un poco. Porque como diría el exégeta de conflictos de turno, somos héroes, los héroes que pudiendo persistir en el mal pararon sin embargo a tiempo».

Bueno, pues esto es lo que nos ha dicho don Arnaldo Otegi esta semana, con toda impavidez, en una entrevista televisiva. La izquierda abertzale, dirigida por él, tuvo la valentía y el mérito de conseguir que su rama asesina dejara de asesinar. Y hay que juzgarles también por ello y reconocerles los méritos morales, políticos e históricos que tan sublime actuación conlleva. Podían haber matado más y, sin embargo, se abstuvieron. Héroes sin duda, Eguiguren applaudit.

A mí no me parece mal, sino todo lo contrario, que la televisión pública le haga una entrevista a Otegi. Nunca entenderé a tanto y tanto ciudadano que se encrespa por el hecho de sacarle al sayón por la tele. Al contrario, creo que es bueno que hable desde la pantalla y que escuchemos sus razonamientos y justificaciones del terrorismo. Primero, porque es noticia y tiene derecho a hablar. Y, segundo, porque es la mejor forma de chequear su miseria. ¿O no es cierto que cuando se le escucha se comprueba que, desgraciadamente, Otegi sigue llevando capucha? Lo único que ha cambiado es que ahora la lleva en la mente, no en la cara.

Porque sólo un ser racionalmente encapuchado puede llegar a creer que tiene algún mérito dejar el terrorismo después de 900 muertos porque… podía haber llegado al 901. Sólo en esa contabilidad de encapuchados morales y mentales de que presume Otegi cuando declara que «quizás» causaron un poquito demasiado daño (¿400 habrían estado bien?) cabe pensar que el asesino tiene mérito por dejar de matar y los de ‘La Manada’ por autolimitarse a violar. Igual que la idea de que gozarían de una especie de eximente o por lo menos atenuante por su conducta postrera.

Alguna reflexión aparte merecería, eso sí, la incapacidad demostrada por tanto periodista hispano para afrontar con preguntas críticas a personajes como éste. El silencio del periodista de TVE ante Otegi me recuerda a aquella otra periodista que hace ya años asistía impávida a una explosión de entusiasmo de Urkullu: «la vasca es una sociedad modélica, con una cultura modélica y unos valores modélicos». Y ni siquiera le susurraba: bueno, sí, pero lo de ETA … ¿no ha pasado precisamente en esta sociedad tan modélica?

Resulta terrible tener que decirlo, pero da la impresión de que los periodistas de TVE le concedían a Otegi una situación de superioridad moral que provocaba que no se les ocurriera ninguna pregunta u objeción ante su «razonamiento». Estoy seguro que si hubieran entrevistado a los de ‘La Manada’, o a un corrupto, o a un ultraderechista, les habrían venido a la boca muchas ácidas cuestiones para desmontar el pretendido mérito moral de quien pudiendo robar más ha robado menos, o quien pudiendo dar un golpe de Estado no lo da.

Pero me temo que este tipo de entrevistas sitúa a cada uno en su nivel, y el nivel de mucha gente es precisamente ese del cual presume el encapuchado: el de quienes han tenido tanto tiempo la cabeza contra el suelo porque ETA mataba que cuando les han quitado la amenaza no pueden sino agradecer al violento su conducta. Ha dejado de aplastarnos el cuello, qué bueno, también tiene su mérito, hagámosles un sitio en la tribu y en la mesa.

Y luego está la realidad histórica. Que nunca fue como ésa que cuenta el encapuchado generoso, sino que a ETA la derrotó total y absolutamente el poder del Estado, que cuando dejaron de matar fue porque no podían matar más y porque decidieron que les convenía estratégicamente más dejarlo y escribir el final de la historia que acabar en el cubo de la basura. Vamos, que los «méritos» de Otegi no existen sino en su mente con pasamontañas y en los interesados deseos de grandeza de algunos que prefieren contar el fin de ETA como si hubiera sido una labor de orfebres que negociaban en la sombra en lugar de una victoria de la anónima razón del Estado de Derecho llevada a cabo por obscuros funcionarios.

También hay que decirlo, la hagiografía de hace meses de Rubalcaba y sus negociaciones contribuye mucho a solidificar la falsa versión de unos héroes que se retiraron a tiempo ayudados por otros héroes que les pusieron un puente de plata. Y es que, si no se puede presumir ya de ETA, sí puede rentabilizarse su final. Otegi y otros, no nos engañemos. Miserias de la política y de la memoria.