Juanma Romero-El Confidencial

El presidente tiene intención de volver a reunirse con los líderes de PP, Cs y Unidas Podemos para buscar apoyos para su investidura. Cree que los partidos se moverán con un calendario cierto

Llegó la hora. La fecha. El as que guarda celosamente Pedro Sánchez y que descubrirá esta semana. El que cree que, cuando lo destape, hará que todos los demás se muevan. Esta vez sí. El revulsivo. Pero quién sabe. El pulso por parte de todos, él suyo también, es firme. Él no quiere ceder en nada más frente a Unidas Podemos. Pero tampoco Pablo Iglesias quiere desplazarse de su baldosa. Y a Albert Rivera le duele la boca de abjurar contra «el sanchismo» y de repetir que no, nunca, jamás se abstendrá para ayudar a que siga en la Moncloa. Y Pablo Casado, con la vestimenta de partido institucional de sus siglas, promete que no hará aquello que pidió al PSOE en 2016 y que el PSOE hizo.

Todo, en el fondo, sigue poco más o menos igual que el 28-A. Y eso que han pasado dos meses. Pero ahora, o eso cree el presidente, llegó la hora. Si no de la investidura, que persigue «en julio», sí de que los demás partidos, todos, se retraten. Partida en la que el PSOE está convencido de que juega con mejores cartas.

El martes, Sánchez se reunirá con la presidenta del Congreso, Meritxell Batet. Después, se conocerá la fecha del pleno en el que intentará recabar la confianza de la Cámara. Hasta entonces, intentará recabar el apoyo de los grupos y evitar el escenario de una elección fallida. Desde el Gobierno se piensa que solo con la perspectiva de un calendario cierto los partidos empezarán a moverse en serio y dejarán de «especular», término que él mismo utilizó este sábado desde Osaka (Japón), al término de la cumbre del G-20.

El martes, Sánchez enseñará su principal as en este momento: la fecha del pleno de investidura, que marcará el día de una eventual repetición electoral

Fuentes del Ejecutivo adelantaron desde el país asiático, informa EFE, que Sánchez tiene intención de convocar una nueva ronda con los líderes de los tres principales partidos. Sería la tercera ya. La primera la organizó justo después de las generales del 28-A, y la segunda el pasado 11 de junio, después de recibir el encargo del Rey. Así que el jefe del Ejecutivo se verá previsiblemente con Iglesias, Rivera y Casado, mientras que sus lugartenientes, José Luis Ábalos y Adriana Lastra, se verán, como hace tres semanas, con los minoritarios. «El Gobierno va a trabajar para que haya Gobierno en julio«, proclamó en Osaka.

¿Hacia el 23 de julio?

El presidente quiere visualizar, con esta nueva ronda que pretende arrancar, que se va a «trabajar» su investidura y que no está quieto. Y también busca, de paso, armar el relato de que tiende la mano al resto de fuerzas —dirigiéndose sobre todo a Unidas Podemos— para el caso de que España se conduzca de nuevo a elecciones, el escenario que teóricamente nadie desea pero al que los trenes de los partidos parecen encaminarse sin remedio.

Sánchez descarta una combinación con Cs porque quiere «gobernar desde la izquierda con políticas progresistas para el conjunto de la mayoría»

El señalamiento de una nueva serie de entrevistas hace pensar que la sesión de investidura tardará un poco más en llegar. La primera fecha disponible para la primera votación, el martes 9, queda demasiado cercana, por lo que parece más previsible que lleve el pleno a la siguiente semana, al día 16, o a la penúltima de julio, al martes 23, que ahora se vislumbra como más probable. La razón hay que buscarla en esas eventuales segundas generales. La Constitución impone, en su artículo 99, que con la primera votación de investidura empieza a correr el plazo de dos meses en el que ha de elegirse presidente del Gobierno. Si no se logra, las Cámaras se disolverán automáticamente y habría nuevos comicios en 47 días. No en 54, porque se trata de una repetición electoral y se cambió la ley en 2016 para que los tiempos se achicaran.

Si la primera votación fuera el martes 9, las urnas se abrirían el 27 de octubre. Y si coincidiera con el 16, las generales caerían el 3 de noviembre, en pleno puente de Todos los Santos, una fecha ‘a priori’ menos indicada. El 23 de julio conduciría al 10 de noviembre. De ahí que resulte la fecha más factible. Pero en el equipo del presidente recomiendan esperar a la reunión con Batet, porque el presidente a veces busca sorprender y optar por el camino menos esperado. Así lo hizo al elegir el 28-A, cuando antes se pensaba que optaría por el ‘superdomingo’ del 26 de mayo o bien se iría al otoño. Sánchez señaló en su comparecencia que tenía una «ligera idea» del momento en que ubicaría su investidura. El punto en el que espera que todo empiece a rodar.

Las distintas combinaciones posibles de investidura

Primera votación Expiración de los dos meses (art. 99.5 CE) Disolución de las Cortes Segundas elecciones
9 de julio 9 de septiembre 10 de septiembre 27 de octubre
16 de julio 16 de septiembre 17 de septiembre 3 de noviembre
23 de julio 23 de septiembre 24 de septiembre 10 de noviembre
30 de julio 30 de septiembre 1 de octubre 17 de noviembre

De Rivera y Casado no puede esperar nada nuevo. Ambos ya han reiterado que no se abstendrán. Este sábado el jefe del Ejecutivo en funciones sí descartó que vaya a ofrecer cualquier alianza a Ciudadanos, porque tiene claro que su propósito es «gobernar desde la izquierda con políticas progresistas para el conjunto de la mayoría de sociedad española».

Cooperación, no coalición

Su principal objetivo, por tanto, es convencer a Unidas Podemos. Que Iglesias acepte el Gobierno de cooperación, que se traduce en una colaboración estrecha a nivel de programa y en el Parlamento, y también en el ámbito institucional: representantes en la Administración, sí, pero no ministros.

«No nos movemos porque ellos [Podemos] no nos han dado respuesta y encima hablan de septiembre», justifican en el entorno del presidente

Sánchez no cederá. En Ferraz y en la Moncloa aseguran que su posición es muy firme y que considera que ya ha recorrido un trecho desde su posición inicial, que era la defensa de un Ejecutivo totalmente monocolor. Los socialistas juzgan que es Iglesias quien debe dar un paso, puesto que no se ha apeado de su demanda de entrar en el Gabinete por la puerta grande. «No nos movemos porque ellos no nos han dado respuesta y encima hablan de septiembre«, justificaban de nuevo a El Confidencial este sábado fuentes muy próximas al presidente. En el núcleo duro ha sentado mal que el jefe de la formación morada diese ya por sentado que no habrá investidura en julio y que esta solo pueda ser viable cuando el plazo de dos meses concedido por la Constitución esté a punto de agotarse.

El líder del Ejecutivo defiende que el Gobierno de cooperación es la fórmula idónea, porque PSOE y Unidas Podemos no suman mayoría absoluta, porque los otros socios que son necesarios para la investidura no quieren un Gabinete de coalición —un rechazo que no está tan claro, a la luz de las declaraciones del PNV, del PRC o de Compromís— y porque los ciudadanos optaron por su formato y le premiaron en las urnas. Para el 28-A, Iglesias abogó por un Gobierno compartido y sin embargo Unidas Podemos bajó 25 escaños (de 67 a 42), tal y como justificaban fuentes de la Moncloa desde Osaka, informa EFE.

Sánchez lo volverá a intentar, pero no es previsible que tenga éxito. Los morados quieren ministerios, y no aceptan una rebaja. El cálculo de Iglesias es que, al final del camino, el presidente cederá porque a fin de cuentas él se juega su continuidad en la Moncloa, mientras que Unidos Podemos solo arriesgar hundirse aún más. Para Iglesias, por tanto, el presidente se expone a mucho más peligro al ir a elecciones. Los socialistas, en cambio, creen que serían los menos penalizados en unas nuevas urnas, porque tanto el 28-A como el 26-M los ciudadanos dieron su confianza a las siglas del puño y la rosa. Y las encuestas indican que la fortaleza del partido se engrosaría. Pero toda convocatoria electoral es una selva inexplorada.

La vuelta a la «responsabilidad»

De momento, el presidente no quiere ir tan lejos. Desde Osaka, insistió en que persigue la investidura «en julio, y no en agosto, no en septiembre y no en octubre» porque «España no se puede parar«. Así que su meta es lograr armar Gobierno cuanto antes.

Puede que la investidura no llegue a la primera, pero Sánchez debe cuidar su relato: hacer que los demás se retraten y aparezcan como responsables

Distinto es que lo consiga. Unidas Podemos se resiste y las formaciones minoritarias de las que necesitaría su abstención —ERC y/o Bildu, y quizá Junts per Catalunya— no se han decantado. Sánchez prefiere seguir apretando a Cs y a PP. Dirigió un nuevo mensaje a Rivera aprovechando que las aguas bajan revueltas en su partido. No hace falta un nuevo partido —eso aconsejó el jefe de los naranjas a los discrepantes de sus filas—, sino volver a abrazar la «responsabilidad» y facilitar la investidura al único que puede liderar un Ejecutivo porque «no hay alternativa«.

El reloj se pone en marcha ya. Los pasos serán más decisivos. El tiempo empujará, pero no ahogará todavía hasta que se vean las urnas más cerca. La investidura tal vez no se logre en el primer intento, pero Sánchez sabe que tiene que cuidar su relato. Por lo que pueda pasar. Todos lo harán, cada uno por su cuenta. Porque nadie quiere aparecer como culpable de las urnas. Por si acaso, el presidente buscó dejar una frase lapidaria desde Japón: quienes se plantean votar en contra de él son los que tienen «en su cabeza» la alternativa de un adelanto electoral. La culpa será de los otros, vino a decir, no de él. Pero ni él ni los demás quieren moverse más. No por ahora.