El minuto de gloria del PSE

ALBERTO AYALA, EL CORREO 03/03/13

· Euskadi camina hacia un escenario de bloqueo, salvo que las concesiones del PNV ablanden a los socialistas.

El artista plástico y cineasta norteamericano Andy Warhol fue quien acuñó, hace ya cuatro décadas, la teoría de que ‘todo el mundo tiene derecho a sus 15 minutos de gloria’. El padre del ‘pop art’ pensaba en la televisión, en sus evidentes posibilidades de convertir en estrellas temporales a personas anónimas, como luego hemos visto por aquí con ‘triunfitos’ y ‘grandes hermanos’. Pues bien, si trasladamos la idea al actual momento político vasco bien podríamos decir que es el PSE quien vive su ‘minuto’, sus momentos de gloria.

Toda una paradoja, ciertamente, si se examinan los datos en frió. Y es que el partido de Patxi López sufrió un duro varapalo en las elecciones autonómicas vascas del pasado otoño, otro más. Los socialistas se dejaron en las urnas su valor político mas preciado, el Gobierno Vasco. Desde entonces cuentan con la menor cuota de poder institucional de su historia, apenas ocho alcaldías, y ninguna de ellas de capital de provincia.

¿Entonces? El  enrevesado Parlamento surgido de los comicios  y las relaciones interpartidarias han obrado el milagro. La realidad es que el nuevo Gobierno monocolor en minoría que preside el jeltzale Iñigo Urkullu se encuentra en manos de lo que decidan los socialistas.

El cambio de Ibarretxe

Pudo haber sido de otra forma. En la etapa del lehendakari Ibarretxe, el PNV cambió la Ley electoral y bajó del 5% al 3% el porcentaje mínimo de votos necesarios para que un partido pueda tener representación en la Cámara de Vitoria. Lo hizo, como suele ser moneda habitual de cambio en nuestra democracia, por puro egoísmo partidista, para ayudar a su entonces socio Madrazo (EB) y garantizarse un aliado barato.

A buen seguro que Urkullu y Ortuzar se habrán acordado y seguirán acordándose de aquel paso. Y es que sus penurias de hoy vienen de entonces. Si no se hubiera bajado el mínimo para lograr representación, el diputado de UPyD Gorka Maneiro no tomaría hoy asiento en el Legislativo de Vitoria y su escaño por Álava lo ocuparía… un representante del PNV.

Si ese hubiera sido el veredicto de las urnas, como esperaban tanto peneuvistas como populares, es muy probable que ambos partidos (que sumarían 38 escaños, mayoría absoluta) hubieran rubricado un acuerdo. Un compromiso que permitiría a Urkullu gobernar con comodidad y a Basagoiti recoger por fin los frutos de su trabajado viaje al centro. Eso sí, el PNV ya se habría visto obligado a retratarse con Rajoy.

Pero no ha sido así. PNV y PP sólo suman 37 escaños. UPyD no es un socio para pensar a largo plazo. Sabin Etxea no quiere saber nada –de momento– de pactos con la izquierda abertzale. Y el PSE, dolido tras ser rechazado por los jeltzales como socio preferente –en un Gobierno de coalición o en un pacto de legislatura–, se muestra ahora muy renuente a apoyar a un Gabinete Urkullu, que no arranca, cercado por los problemas, y sin un guión que le dote de la mínima solidez.

La dote es la clave

El artista plástico y cineasta norteamericano Andy Warhol fue quien acuñó, hace ya cuatro décadas, la teoría de que ‘todo el mundo tiene derecho a sus 15 minutos de gloria’. El padre del ‘pop art’ pensaba en la televisión, en sus evidentes posibilidades de convertir en estrellas temporales a personas anónimas, como luego hemos visto por aquí con ‘triunfitos’ y ‘grandes hermanos’. Pues bien, si trasladamos la idea al actual momento político vasco bien podríamos decir que es el PSE quien vive su ‘minuto’, sus momentos de gloria.

Toda una paradoja, ciertamente, si se examinan los datos en frío. Y es que el partido de Patxi López sufrió un duro varapalo en las elecciones autonómicas vascas del pasado otoño, otro más. Los socialistas se dejaron en las urnas su valor político más preciado, el Gobierno vasco. Desde entonces cuentan con la menor cuota de poder institucional de su historia, apenas ocho alcaldías, y ninguna de ellas de capital de provincia.

¿Entonces? El enrevesado Parlamento surgido de los comicios y las relaciones interpartidarias han obrado el ‘milagro’. La realidad es que el nuevo Gobierno monocolor en minoría que preside el jeltzale Iñigo Urkullu se encuentra en manos de lo que decidan los socialistas. La ronda de contactos que el Ejecutivo y el PNV han mantenido con el resto de las formaciones para estudiar cambios fiscales –que los jeltzales rechazaron durante tres años con la evidente intención de perjudicar económicamente al Gobierno López– y lograr apoyos para la aprobación de los Presupuestos de Euskadi para 2013 no han servido de nada. De esta forma el País Vasco parece caminar hacia un escenario de bloqueo.

La llave para impedirlo sólo pueden moverla dos actores: primero el PNV y luego los socialistas. El partido de Andoni Ortuzar está obligado a poner sobre la mesa una dote política lo suficientemente relevante como para ‘ablandar’ al PSE. Patxi López y los suyos vivieron una dura experiencia la pasada legislatura. El PNV negó el pan, la sal y hasta la legitimidad desde el primer día al primer gabinete monocolor socialista. No sólo. Un Zapatero en minoría cercado en el Congreso terminó de complicar la existencia al PSE al aceptar cuantas exigencias le planteó el PNV contra el Ejecutivo López con tal de seguir en La Moncloa.

Con esa realidad en el pasado inmediato, se hace complicado pensar que el PSE vaya a ayudar al PNV a sacar adelante los Presupuestos vascos posiblemente más impopulares de la historia. Unas cuentas de ajuste, tijeretazo y tente tieso. Por más que a los jeltzales les valdría la abstención conjunta de PSE y PP o de PP y UPyD.

Y es que, además, a los socialistas no les ha hecho ni pizca de gracia que el nuevo Gobierno haya echado tierra encima sobre algunos de sus proyectos más emblemáticos, como el metro de Donostia. Ni que se haya emborronado el buen nombre de algunos cargos salientes. Ni que, al parecer, se haya dado ya algún paso para desmontar parte de la parrilla de programación de ETB cuando ni siquiera se ha elegido nuevo director general del ente, tras la espantada de Mikel Agirre. Por mucho que el pacto PNV-PSE, ahora en suspenso, contemple la continuidad en la televisión de algún responsable directivo que llegó con los socialistas.

La Euskadi política huele a tormenta y relámpagos. Y no faltan meteorólogos que tienden a pensar que difícilmente escampará antes del verano.

ALBERTO AYALA, EL CORREO 03/03/13