El movimiento de la inmovilidad

EL MUNDO 13/02/17
PEDRO G. CUARTANGO

LAS DOS grandes corrientes de la filosofía griega se confrontan en torno a Heráclito y Parménides, del cual se reconocía heredero intelectual el gran Platón, que tomó su nombre para explicar algunas de sus ideas.

Parménides creía que el ser era eterno e inmutable y que la apariencia del cambio que perciben nuestros sentidos es un puro engaño. Todo permanece igual a sí mismo frente a la concepción de Heráclito de que la realidad es un continuo devenir porque las cosas no tienen esencia sino que están sometidas a un movimiento permanente. De ahí su famosa sentencia de que nadie puede bañarse dos veces en el mismo río.

Ayer estuve en la Caja Mágica en la clausura del congreso del PP y pensé que Mariano Rajoy ha logrado superar la contradicción entre Parménides y Heráclito mediante lo que podríamos llamar el movimiento de la inmovilidad.

La duda que tengo es si Rajoy avanza porque retroceden los demás o pilota un barco sin velas que las corrientes empujan hacia adelante. Pero el hecho es que el imposible metafísico se encarna en su forma de proceder: la inmovilidad se mueve.

Mientras a siete kilómetros de distancia Pablo Iglesias e Íñigo Errejón se despedazaban, como señaló Dolores de Cospedal, el líder del PP era aclamado por los dirigentes y los compromisarios del partido en un clima de euforia que contrasta con lo que está sucediendo en otras formaciones como Podemos y el PSOE.

El PP ha celebrado un congreso sin apenas debate, sin propuestas de renovación, con las mismas personas que han pilotado el partido desde hace cinco años cuando se celebró el congreso de Sevilla en unas circunstancias bien distintas. Trump ha llegado al poder, el populismo muestra su cara más torva en Europa y el mundo ha cambiado profundamente, pero Rajoy sigue fiel a sí mismo mientras sus adversarios políticos se desmoronan.

Casi todos los partidos gobernantes que han concurrido a las urnas a lo largo de estos últimos años han perdido las elecciones y han sufrido un espectacular voto de castigo, pero el PP ha ganado dos con la promesa de mantener las mismas políticas con las que ha gestionado la crisis que tuvo que afrontar desde que ganó los comicios de finales de 2011.

Rajoy no se ha movido, ha aguantado cuando muchos le pedían que se fuera y, al final, no sólo ha conseguido gobernar sino que se ha convertido en un referente de la estabilidad frente al populismo.

¿Cuál es el secreto de este hombre? Yo creo que Rajoy tiene la cualidad de medir con notable acierto los tiempos en la política y de detectar las debilidades de sus adversarios, lo que no es poca cosa. Quien resiste gana y ello es perfectamente aplicable a la filosofía del dirigente de Pontevedra, que se plasma en esas largas caminatas por los montes y los valles de O Salnés.

Ya decía el perspicaz Maquiaveloque lo más importante en la política es el momento, el arte de medir los tiempos y elegir las circunstancias para actuar. Y en eso Rajoy me parece un maestro.

La gran aportación del líder del PP es haber logrado el movimiento de la inmovilidad. No necesita programa, no requiere adaptarse a la realidad cambiante, no le hace falta incorporar nuevas caras ni sufre el desgaste de sus decisiones. Coherente con sí mismo, perfectamente anclado en su inmovilismo, sigue avanzando a una gran velocidad hacia el futuro.