El negocio del nacionalismo

EL MUNDO 13/09/16
TEODORO LEÓN GROSS

LA CANDIDATA del BNG decía el 11-S que «lo moderno es ser nacionalista». Sin duda, pero a condición de situarse entre 1648, con la Paz de Westfalia, y 1872, tirando largo. En ese caso sí se puede proclamar que lo moderno es ser nacionalista, tanto como usar cuellos de gorguera y viajar en landó. En fin, este 11 de septiembre, al coincidir la Diada con la campaña en Euskadi y Galicia –Galeusca, ese viejo territorio sentimental de entreguerras– ha deparado una densidad excepcional de naderías. De hecho, si algo ha tenido sustancia en esta Diada, han sido los memes cómicos. Por demás, la bibliografía para disuadir a la Sra. Pontón y sus conmilitones es larga. Claro que para eso, como advertía Baroja, hay que leer. El nacionalismo es, como el populismo, un viejo fantasma que reaparece con la sentimentalización irracional de la democracia. Eso sí, desde que el estalinismo llevó a la izquierda a bendecir el nacionalismo, ahí siguen erre que erre con sus pactos progresistas. No es moderno; pero sí un buen negocio político. De eso no hay duda.