LIBERTAD DIGITAL 13/03/16
· Tras convertir el sindicato en correa de transmisión del «soberanismo» y cantera de altos cargos nacionalistas, Àlvarez da el salto a Madrid.
Al poco de aterrizar en Cataluña, en 1975 y con 20 años, el muchacho de Belmonte de Miranda (Asturias) entró primero en la histórica fábrica La Maquinista Terrestre y Marítima (Gec-Alsthon) y después en el sindicato socialista. Quince años después, en 1990, Pepe, Josep Maria, se hacía con la presidencia del sindicato en Cataluña, un cargo que le ha durado la cifra récord de 26 años y en el que UGT se ha convertido en cantera de cuadros nacionalistas y en una organización integrada en las estructuras del «proceso separatista».
Cargos de UGT con CDC
Tal es el convencimiento nacionalista del nuevo líder de la UGT que no sólo se catalanizó el nombre sino también los apellidos: Àlvarez i Suàrez. Además asumió que el sindicato debía caracterizarse por el uso del catalán en sus comunicaciones internas y externas (lo que le valió el premio Lluís Carulla en 2003) y que debía formar parte de la «corriente central del catalanismo». Dicho y hecho, cuando el PSC dio un paso atrás y se salió del bloque separatista, Àlvarez mantuvo a la organización sindical fiel a su compromiso con la nueva fase de la política nacionalista, el independentismo. No le fue difícil conseguirlo. La última vicepresidenta de Mas y actual consejera portavoz de Pujgdemont, Neus Munté, procede de la UGT, en la que era abogada de la federación de servicios. También la nueva consejera de Trabajo de «Junts pel Sí», Dolors Bassa, es del sindicato, así como el delegado del gobierno de la Generalidad en Barcelona, Miquel Àngel Escobar. En su caso, quien fuera mano derecha, jefe de prensa y portavoz de Àlvarez concurrió como número uno de «Democràcia i Llibertat» (la marca convergente para las últimas generales) en la lista para el Senado. Al no resultar elegido, el premio de consolación fue el cargo de «delegat del Govern» en la capital catalana.
Giro irreversible y pacto con Podemos
El giro del nacionalismo al separatismo en UGT es irreversible, como lo prueba el salto de cuadros del sindicato a la administración autonómica. Sin embargo, mantiene su tradicional influencia en el PSC. Àlvarez tiene excelentes relaciones con la vieja guardia socialista y con la nueva, con Miquel Iceta al frente, y es considerado uno de los hombres fuertes del socialismo catalán, a pesar de estar al margen de la línea que de momento mantiene el partido socialista en Cataluña.