El olor de los etarras, clave en el juicio por los asesinatos de Capbreton

EL MUNDO 03/04/13

· La huella de sudor de los etarras Saioa Sánchez, Asier Bengoa y Mikel Carrera, Ata, puede ser la prueba definitiva de que asesinaron a dos guardias civiles en Capbreton.

El olor corporal, una prueba pericial que tiene validez en la legislación francesa pero no en la española, fue recogido entonces por los agentes de la policía científica en las sillas de la cafetería Les Ecureils de Capbreton, donde los tres terroristas habían detectado a los guardias Raúl Centeno y Fernando Trapero, que se hallaban de paisano y desarmados, realizando una operación coordinada con la Subdirección Antiterrorista gala en este municipio de Las Landas.

Según fueron cayendo después los integrantes del comando -el último, Ata, en mayo de 2010-, sus olores se confirmaron como los de los autores del doble crimen. Y esta prueba, unida a diversas muestras de ADN y huellas digitales halladas en el coche utilizado en su huida, podría ser vital ahora para condenarlos a cadena perpetua.

En la Cour d’Assises, el tribunal especial que se ocupa de los delitos de terrorismo, serán juzgados hasta el próximo 24 de abril, igualmente, Ibon Goieaskoetxea Arronategi, Eider Uruburu Zabaleta, Garikoitz Aspiazu Rubina Txeroki e Iratxe Sorzabal Díaz, por considerarlos implicados de un modo u otro en el atentado, aunque esta última no se sentó en el banquillo ya que sigue en busca y captura.

«Ojalá se les pudiera condenar a muerte», decía Blanca Esther Bayón González, la madre del guardia Raúl Centeno, que ayer vio por primera vez en persona a los asesinos de su hijo. «Yo les aplicaría la ley del Talión, ojo por ojo y diente por diente. Y, si no, la pena máxima», que en el Hexágono, para asesinatos a sangre fría con premeditación y alevosía puede llegar a ser cadena perpetua.

Tanto las familias de los dos guardias como el Estado español se han personado en el Palais de Justice como acusación. Los allegados estaban ayer acompañados por la directora general para las Víctimas, Sonia Ramos, el presidente de Dignidad y Justicia, Daniel Portero, y Mari Mar Blanco, presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo. La hermana de Miguel Ángel Blanco, concejal del PP en Ermua secuestrado y asesinado por ETA en 1997, declaró antes del inicio de la vista que esperaba que en este juicio «todo el peso de la ley caiga sobre los asesinos».

Según indicó Daniel Portero, su presencia en París estos días se debía a la voluntad de las instituciones y asociaciones de «arropar a las familias de los guardias civiles y darles la esperanza de que se hará Justicia».

Los gritos de «Gora ETA!» al entrar en la sala de los seis encausados provocaron sin duda escalofríos a los parientes más próximos de Centeno y Trapero, que murieron a la edad de 23 y 24 años. «¿Cómo se siente al tener enfrente a los presuntos responsables de la muerte de su hijo?», le preguntó la prensa durante un receso a Fernando Trapero Gómez, que fue brigada del Instituto Armado hasta que se jubiló en 2006 y cuyos pasos quiso seguir el fallecido Fernando Trapero Blázquez hasta que un trío de etarras le detectó, le siguió y le asesinó en un aparcamiento de Las Landas. «Ya se lo imaginan», se limitó a responder.

Luego, en otro descanso, se explayó con EL MUNDO un poco más: «A esos tipos les preguntaría: ¿De qué ha servido la muerte de mi hijo y su compañero? Ellos se van a pudrir en la cárcel y sus familiares van a sufrir. Han destrozado a nuestras familias y estarán sufriendo también ellos. ¿Para qué? Yo no voy a alegrarme del sufrimiento de nadie, porque lo que yo he pasado no se lo deseo a nadie. Mientras, los de cuello blanco están en los despachos o en los partidos, si vamos a ser más exactos».

Para Trapero, el asesinato de Capbreton fue determinante para que las autoridades francesas apretaran el cerco a ETA. «No es que antes no hicieran nada, pero lo cierto es que, a partir de ese momento, les han buscado de día y de noche y han ido cayendo». «Lo más doloroso para nosotros es escuchar el relato de los testigos sobre la escena del crimen», explicó Blanca Bayón González. «A mi hijo lo dispararon de forma cobarde y luego lo remataron. Esperamos que se haga Justicia».

EL MUNDO 03/04/13