La tramitación de la nueva Ley de Memoria Democrática ha devuelto al primer plano del debate político algunos de los problemas que la Transición española dejó a las siguientes generaciones. Uno de los problemas aplazados era el derecho de las víctimas del franquismo a la verdad, la reparación y la justicia. También coincidiendo con el 20-N, EH Bildu movilizaba a su militancia apelando a la memoria y al levantamiento de un frente antifascista como los de antes en Euskadi.
El voto del miedo a la ultraderecha funcionó en las últimas elecciones generales, no tanto en las elecciones vascas donde casi la mitad del electorado se desentendió de las urnas. El antifascismo tiene sus limitaciones para movilizar y generar un frente amplio en Euskadi. Si Vox y todos los que pactan con Vox son los fascistas, EH Bildu no le va a quitar ni un voto a los principales partidos con los que debería competir y con los que comparte ese supuesto frente. Y además, el tema de la memoria no es el espacio donde sale mejor parado EH Bildu en relación a sus competidores. El régimen del 78 y el antifascismo son categorías ajenas a las prioridades de la mayoría social de este país.
El miedo a una nueva guerra civil empujó a la élite política de la Transición y a la sociedad que representaban a construir la nueva democracia sobre el olvido del franquismo. La asimétrica relación de fuerzas entre las élites franquistas que llevaban embridado el proceso de transición y los partidos de la oposición al franquismo explican perfectamente la imposibilidad de intentar en aquellos días algo parecido a la búsqueda de la verdad, la justicia y la reparación para las víctimas de la dictadura.
Los partidos decidieron que el pasado no fuera un arma arrojadiza porque sabían que sería imposible acordar las nuevas reglas del juego con los retrovisores puestos. La oposición se había encontrado además con una sociedad más cautelosa y moderada de lo esperado. En la sociedad había tanto miedo a la reacción de la derecha si se exigían responsabilidades por la violencia franquista que se aceptó mirar al futuro como un mal menor.
EH Bildu también va a aprobar los Presupuestos del Gobierno español como un mal menor. Seguro que dentro de 50 años nadie dirá que eran monárquicos o que apoyaban a los gobiernos de los cambios de cromos en el Tribunal Constitucional, nada más régimen 78 que eso. Hace política con las fuerzas que tiene a su alcance y seguramente con la conciencia de que están aplazando unos problemas que no les van a hacer perder ni un solo voto en el presente porque su electorado es tan o más posibilista como sus representantes.