«El País Vasco es un infierno donde lo radical se establece de forma natural entre nosotros»

Entrevista a IÑAKI ARTETA, ABC 26/03/13

· El director de cine Iñaki Arteta ha recurrido al «crowfunding», las microdonaciones por internet, para financiar su último documental sobre la violencia de ETA. Es «1980», una sacudida contra el olvido.

1980 – El infierno vasco de Iñaki Arteta.

La «indiferencia» institucional abona su teoría de que hay un empeño real por pasar la página de Eta. Pero él se obstina en lo contrario, en mirar hacia atrás para que el terrorismo no se olvide, ni tampoco las actitudes que lo hicieron posible. En esa pelea contra la amnesia ha encontrado a «300 ó 400» acompañantes que están ayudando a que su proyecto salga adelante con donaciones «de 10 a 5.000 euros». «Bueno, sólo ha habido un donante de 5.000 euros», precisa, porque lo demás son aportaciones generalmente pequeñas. Lo que se llama «crowfunding», uno de los milagros que ha hecho posible internet, y que está en www.1980docu.com.

El rodaje de «1980» ya está por la mitad, aunque la recaudación no alcanza ni de lejos a los 200.000 euros calculados «como horizonte», si bien queda la esperanza de que todavía participen un par de televisiones públicas. Las entrevistas avanzan: testigos, supervivientes, políticos de UCD, secuestrados, el que recibió un tiro en la rodilla… y otras que nunca serán, porque hay miedo. «Para nosotros y las víctimas en general, nada ha cambiado», afirma el director bilbaíno cuando en la conversación con ABC aparecen Bildu, el rencor, la reescritura del relato o la impunidad, que duele tanto que para, Iñaki Arteta, si Estrasburgo tumba la «doctrina Parot» y docenas de etarras con las manos chorreando sangre vuelven a la calle no será «ni mucho menos» lo peor que hayan visto las víctimas.

– ¿Por qué «1980» y por qué ahora?

-1980 es el punto central de los años de plomo, el más trágico en víctimas del terrorismo, el de mayor actividad de ETA no solo en muertos, sino en secuestros, amenazas, todo tipo de extorsiones. Actuaban todas sus facciones, Eta militar, Eta político-militar, grupos de extrema derecha como el Grapo, la Democracia estaba echando a andar y había una gran crisis. A través de ese año queremos hacer una inmersión en cómo era la sociedad, cómo era la política, el nacionalismo, cómo actuaba el terrorismo y todo lo que rodeaba a su actividad y cómo era posible. Es un proyecto en el que llevamos trabajando más de tres años, y si todos son lentos de levantar, éste especialmente por que la financiación está siendo muy laboriosa. El sentido de la película no es el momento, ahora o si el año próximo, sino aportar otro punto de vista sobre el terrorismo, las víctimas y lo que significa en la historia de este país.

-Sus anteriores proyectos, con atención a «El infierno vasco» de 2008, cosían testimonios contados antes de que Eta declarara el fin de la violencia. ¿Está detectando cambios en el relato de las víctimas ahora, tras esa declaración, cuando ya ni se secuestra ni se mata?

-Estamos recogiendo historias de hace 30 años y quién lo sufrió lo tiene muy cercano aún. Que te toque con gravedad el terrorismo, perder un padre un hermano un hijo, no se olvida nunca. Estamos haciendo una introspección en la memoria de estas personas que mantienen los datos de una manera intacta, pero también mantienen una prudencia, no se si llamarlo miedo, una tendencia a la protección y a no contar estas cosas en público. La sociedad vasca todavía mantiene la presencia activa de grupos organizados en la política aparentemente alejados de violencia pero que han estado en el mundo de Eta, y eso hace que la libertad de expresar en público ese pasado no exista. Eso da la medida de cómo se vive ahora en el País Vasco. Para nosotros y las víctimas en general, nada ha cambiado. Eta no asesina, pero la sensación de impunidad que hay en muchísimos casos… hemos entrevistado a familiares de muchas víctimas mortales de esos años que no saben, ni han sabido nunca, qué pasó con los asesinos, ni si están en la calle. No ha habido ningún juicio. La sensación es que no se ha hecho justicia, y lo que nos mueve a hacer esta película es que es importante hacer un relato con los hechos. Hay que mirar para atrás con una mirada serena, no condicionados porque exista o no Eta, sino con rigor y honestidad para contar los hechos.

Y usted va a contracorriente queriéndoles hacer hablar, ¿recibe muchas respuestas negativas?

-Tenemos muchísimas negativas, y lo respeto absolutamente. Si vives en el País Vasco se necesita un coraje extra. El entorno de los terroristas ha sido tremendamente cruel señalando, marginando y aislando socialmente a las víctimas. Pensemos que en Guipúzcoa, ahora mismo, con gobiernos de Bildu no es el mejor sitio para ir diciendo que eres víctima. Estamos entrevistando a testigos, supervivientes, políticos de UCD, secuestrados, al que recibió un tiro en la rodilla y no… no es fácil.

-No hay ayudas para su película, ¿a quién se las ha pedido?

-A todos los sitios donde se pide cualquiera que hace cine. Estamos esperando la participación de un par de televisiones públicas, ya no solo porque nos apoyen económicamente sino porque serán dos ventanas por las que el proyecto pueda ser visto

-¿Ya no interesa la tragedia del terror, están imponiendo el discurso de «paz en el País Vasco»?

-La sensación generalizada es que se pretende pasar página, y rápidamente, hasta la sociedad, quiere ya no hablar de ello. Ha sido muy doloroso y especialmente en la sociedad vasca, donde gran parte ha sido cómplice con el silencio. Es una reacción lógica, no digo que positiva o admirable. En cuanto a las instituciones y el resto del país, creo que hay una indiferencia práctica… todo el mundo puede decir «pobres víctimas», pero están a otra cosa y hay una tendencia justificadora de lo que todo lo que proviene del mundo radical, en cuanto que se dice, «bueno, quizás tienen razón en pedir que se acerque a los presos, quizás hay razones para que se les acorten las penas»… pasar página es la expresión, empezar a olvidar todo. Pero creo que es algo de ida y vuelta, cuando ocurre algo horrible uno pretende olvidar, pero no se olvida. Hay elementos en la sociedad que siempre se han ocupado de echar una mirada atrás y yo lo estoy haciendo, lo vengo haciendo. Aunque exista el temor a que el relato sea confuso en estos momentos y que hay equiparación entre víctimas y verdugos y el dibujo de que ha habido una guerra de dos bandos, aunque ahora se intente tapar la verdad, mi empeño es seguir poniendo las cosas en su sitio: quién ha hecho daño y la falta de justificación que tenía.

-Aunque ese esfuerzo no ha evitado que Amaiur haya vuelto a las instituciones, Laura Mintegui diga que el asesinato de Buesa fue «político y evitable» y estén en el poder, y Bolinaga en la calle

-Todo eso nos tiene bastante fríos, nunca nos interesó la propaganda radical. No podemos combatir contra ellos, su ejercicio de hipocresía con respecto a lo que han hecho es de toda la vida. Si uno oye a Mintegui cinco minutos puede pensar «qué señora más maja, qué intelectual, lo que dice es coherente». Pero si le dedicas media hora más se ve en ella la defensa de un proyecto totalitario que ha tolerado, y tolera, el asesinato del enemigo político y el amedrentamiento de la sociedad. Eso lo sabemos todos en el País Vasco, todos sabemos quiénes han sido estas personas y de dónde vienen y nosotros tampoco podemos evitar que el Tribunal Constitucional les abra la vía de la política y nos los deje ahí, ocupando escaños. Contra eso no podemos luchar, nosotros nos hemos encontrado sólo con esa hipocresía, sino con gente matando por las calles, con gente persiguiendo a gente a ver si la podía matar, con gente que llamaba por teléfono porque había seguido a uno… y eso durante muchos años. Ahora esto puede parecer una broma. Nos quieren tomar por tontos, encuentran nuevas palabras para reducir lo que ha pasado a la nada, como que nadie es responsable. Intentar convencer a los más incautos de que no ha sido para tanto. Eso a nosotros ni nos pone de más mala leche ni nos alienta, mantenemos la certeza de que lo que se ha hecho en el País Vasco desde las posiciones radicales ha sido contra los Derechos Humanos, la vida, la Democracia, y que no tiene vuelta de hoja.

-Por cierto, ¿espera que esta vez su trabajo pueda verse con normalidad en el País Vasco?

-Allí hay interés en ver mis películas, lo cierto es que no me lo ha pedido muchas veces… Sí hemos estrenado en San Sebastián, con mucho éxito y actos muy calurosos y difíciles de olvidar, y hemos querido que el trabajo se viera con normalidad en los cines. También digo que de las cientos de veces que se han proyectado fuera del circuito, como en universidades, ninguna ha sido en el País Vasco. Luego sí, en esa situación de miedo y de prevención existe poco ánimo para hacer un acto con mi película.

-Y ahora que vuelve a gobernar el PNV, con el que usted ha sido tan crítico, es de imaginar que no se le abren puertas

-El PNV también está por ayudar a pagar esa página. Hay dos manitas intentándolo con fuerza y una es la del PNV. El discurso es acercar los presos y alejar la policía, con mucho empeño, y evidentemente tampoco el discurso de las películas que hacemos está en eso, evidentemente.

-Para película de miedo, lo que Estrasburgo puede hacer con la «doctrina Parot» si es que al final la tumba por entender que vulnera los «derechos humanos» de Inés del Río, condenada a 4.000 años por asesinatos

-Hay una sensación cierta de que va a haber mucha impunidad. En nuestra película, hay casos en que la gente ya ha perdido la esperanza de justicia, después de 30 años. No es nuevo esto. Esa gente ha tenido suerte con el ejercicio de la democracia, han encontrado o se les han facilitado todos los huecos por donde escapar que para mí, desde el punto de vista de la lógica, es muy difícil de entender. Pero siempre ha sido así y las ilegalizaciones luego se han vuelto legalizaciones, la participación en la política con distintas siglas siempre se ha permitido. Si uno mira para atrás, esto es un hecho más y no el más grave, ni mucho menos de cuantas situaciones extrañas han tenido que ver con el terrorismo. No agrada pero no extraña, lamentablemente. En estos casos pensar que van a tener suerte es lo acertado, van a salir de rositas muchísimos, y les vamos a ver por la calle, claro, como ya les vemos, y si pueden se escaparán y aunque se sepa donde están no van a ir a por ellos…

-No parece tener mucha confianza ni en el desarme, ni en la disolución de la banda

-No cabe mucho espacio para la esperanza. Ha habido tantos ejemplos de falta de contundencia que no creo que las cosas cambien ya. Lo único es que todos podemos hacer cosas o cositas para que el relato se mantenga y la gente no desista ni se deje engañar.

-¿Sigue el País Vasco siendo un infierno?

-Si, el infierno tendrá sus estadios… y ha habido tiempos más dramáticos donde el miedo ha sido terrible, pero hoy sigue siendo un pequeño infierno, en el que vemos como lo nacionalista va triunfando y lo radical se establece de forma natural entre nosotros.

Entrevista a IÑAKI ARTETA, ABC 26/03/13