Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

Los noruegos pueden vivir (todos) sin trabajar (ninguno). ¡Ahí queda eso! Pero espere un poco antes de desatar el caballo de la envidia y de abrir la jaula de la esperanza de una pronta extensión del privilegio (?). Hay un par de cosas desagradables que enfrían el entusiasmo. Cosas que hacen ellos y nosotros no haremos, situaciones que tienen ellos y nosotros no. Lo primero es que disponen de un subsuelo rico en hidrocarburos, de esos que nosotros nos negamos a explorar y preferimos comprarles el producto.

Hace años que se dieron cuenta de que los recursos son finitos y debían ahorrar para el futuro. Así han formado una hucha de 1,5 billones de dólares, una cifra similar al PIB entero de España. Pueden dejar de trabajar ‘ellos’ a costa de que trabajemos nosotros ‘para ellos’. Han invertido esa inmensa cantidad de dinero en 5.859 empresas repartidas por todo el mundo y por todos los sectores de actividad. En especial en las grandes tecnológicas, lo que les ha llevado a obtener una rentabilidad en 2023 del 16,1%, es decir, 213.000 millones de dólares.

Ese beneficio, sin trabajar, sería considerado aquí como un auténtico escándalo y merecería la reprobación de nuestra inmerecida vicepresidenta segunda, a quien no le gusta nada que las empresas ganen dinero. No se lo he preguntado a todos, pero creo que a los noruegos no les importa tanto. Si divide los millones ganados entre los habitantes de Noruega, que son solo 5.488.984, llegará a la excepcional conclusión de que podrían recibir cada uno casi 39.000 dólares al año. Y si a esa cantidad le añade lo que reciban de los presupuestos en forma de sanidad y educación gratuitas, ayudas sociales, a la dependencia, a la vivienda etc., pues convendrá que se puede vivir con cierta comodidad sin dar un palo al agua.

Puesta a su lado, la jornada de 37,5 horas que propone Yolanda Díaz constituye una explotación laboral intolerable. Bueno, no estoy seguro. Ha estado con el Papa en Roma -una de sus salidas preferidas- y al terminar aseguró que Francisco es «el mejor embajador del trabajo decente en el mundo». ¿Sabe usted cuántas horas trabaja el Papa? Yo no, pero apostaría a que muchas más que los noruegos y bastantes más que las propuestas por Díaz.

La fantástica situación de los nórdicos producirá envidia en muchos adoradores de la holganza, pero qué quiere que le diga, con ese frío… conmigo que no cuenten. Ni siquiera para vivir del cuento. Para eso hay muchas posibilidades aquí mismo. Y encima con sol.