Miquel Giménez-Vozpópuli
  • Ahora ya podemos decir que el parlamento catalán es lo más parecido que existe al tren de la bruja

Como no hay nada urgente, los separatistas han decidido debatir acerca de las brujas. Tócate las maracas, Machín.

Y lo dicen muy serios. Junts, Esquerra. Podemitas y las CUP han llevado a la cámara catalana su denuncia acerca de la “persecución misógina” que sufrieron las brujitas catalanas porque, dicen, aquí es el sitio en el que se acusaron a más mujeres de brujería. Y como eso no se puede tolerar -hablamos de lo que va del siglo XVI al XVIII para quienes no hayan caído en la cuenta – es de rabiosa urgencia indultarlas y reparar su memoria. Así que, pertrechados por su sentido justiciero de la historia, ahí los tienen hablando de feminicidio, de mujeres que se salían “del sistema machista”, de memoria histórica y de reparación. Bueno.

El sainete es tan grotescamente burdo y vergonzoso que quizá no valdría la pena ir más allá, pero ya que se empeñan, hagámoslo. De entrada, si lo que desean es un mapa en el que quede claro dónde se quemaron más brujas, váyanse a Alemania y sepan que ocupó el número uno en ese lamentable podio. Los historiadores Leeson y Russ, especialistas en el asunto, dicen que fueron dieciséis mil las asesinadas por brujería entre el 1.300 y el 1.850. En el segundo lugar está Suiza, con diez mil pero, cuidado, aquí hemos de tener en cuenta la menor población, así que a los pacíficos y democráticos hijos de Helvecia les salió una ratio de 980 brujitas quemadas por cien mil habitantes, lo que como barbaridad no está mal. Algo similar al caso de Escocia que, con tres mil brujas asesinadas, da un promedio de 509 casos por cien mil habitantes.

Y sí, en Italia, en Francia y en España – por ende, Cataluña – se quemaron brujas. Pero si nos ceñimos a las cifras, que son tan obstinadas, resulta que son los tres países con menos juicios por brujería, ergo, con menos condenas. Cabe recordar que los protestantes fueron mucho más duros que los católicos en estos asuntos. Baste recordar como ejecutaron por orden del mismísimo Calvino al español Miguel Servet por decir que la sangre circulaba por las venas o los tristemente célebres sucesos de Salem. Todos los jueces y condenadores eran protestantes y opositores al papismo romano tan malo de toda maldad. Los historiadores se plantean, como es su obligación, si el alto índice de procesos aparentemente basados en supuestos nigrománticos no tendrían otro motivo, a saber, el trasfondo de la lucha por la hegemonía religiosa que disputaban los luteranos contra el catolicismo. Era muy fácil acusar a alguien de brujería simplemente por seguir profesando la fe católica. Algo parecido se vio en la Inglaterra de Cromwell.

Pero el asunto es machacar por enésima vez lo mala que es la iglesia, lo que equivale a decir España aunque uno se pregunte exactamente por qué, y no debatir nada de lo que verdaderamente suponga algo concreto y útil. El separatismo es especialista en fabricar humo y no se le puede pedir más. Están instalados en un agrio nirvana, mezcla de ensoñación opiácea y espejismo colectivo. Hoy, las brujas; mañana, quien sabe si la reencarnación, las tres vías del misticismo o las sephirots. Un culto como el lazi, más esotérico que empírico, requiere de debates del mismo cuño. N o gobernar, cobrar mucho, robar lo que se pueda, incumplir todas las leyes y seguir como si tal cosa. Eso si que es brujería.

Resumiendo: ahora ya podemos decir que el parlamento catalán es lo más parecido que existe al tren de la bruja.