El Parlamento catalán exige la potestad para destruir España

EL MUNDO 17/01/14

· «Esta es la última oportunidad para el Gobierno», advierte ERC a Rajoy
· UPyD ve desobediencia al TC e invoca el artículo 155 de la Constitución

La CiU de Artur Mas dio ayer, de la mano de sus socios de ERC, de ICV y de tres diputados del PSC, el primer paso hacia la convocatoria de una consulta independentista en Cataluña. 87 diputados votaron sí en el Parlament a un texto que exige la competencia para convocar referendos y que el Congreso estudiará en los próximos meses. Frente a ellos, los 43 apoyos que lograron reunir PP, Ciutadans y el grueso de los socialistas catalanes; todos ellos alertaron de que el camino emprendido por Mas ahonda en la fractura social y está abocado al fracaso. De consumarse la victoria del sí en una hipotética consulta, supondría la destrucción de la arquitectura institucional de España, erigida en la Transición, y de su integridad territorial, muy anterior.
Ninguno de los diputados que ayer pidieron que la Generalitat pueda convocar la consulta del 9 de noviembre confía en que el PP o el PSOE vayan a cambiar de opinión. Simplemente, contemplan el paso por el Congreso como un eslabón más de la cadena que terminará probablemente con un bloqueo total y con la convocatoria por parte de Mas de unas elecciones autonómicas adelantadas de cariz plebiscitario.
Mientras tanto, acciones como la de ayer deben servir, según la hoja de ruta soberanista, para «abrir los ojos al mundo» acerca de la «cerrazón» con la que el Gobierno aborda el proceso catalán, según la secretaria general de Esquerra Republicana, Marta Rovira.
Tanto ella como el diputado que intervino por parte de CiU, Jordi Turull, se ensañaron con el Ejecutivo que preside Mariano Rajoy y afirmaron que su actitud es más propia de otras épocas, concretamente de la franquista.
Rovira anunció que si el PP «no permite votar a los catalanes, esto querrá decir que la democracia española es deficiente, secuestrada, negada y virtual». Y añadió que «ésta es la última oportunidad para el Gobierno», se supone que para retener a Cataluña, aunque su partido lleva décadas buscando activamente romper la unidad de España.
La expectación ayer en la Cámara catalana era grande, con grupos de simpatizantes independentistas y algún constitucionalista manifestándose en los aledaños. Ex presidentes de la Generalitat (Jordi Pujol) y del Parlament (Joan Rigol y Ernest Benach) compartían palco de invitados con el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, y con diputados en Madrid de ERC, como Joan Tardà y Alfred Bosch.
Ese partido y CiU intentaron dar a la sesión un toque solemne e histórico, que quedó deslucido porque, tras la decisión de la CUP de abstenerse finalmente en la votación –porque sus diputados opinan que no hay que «pedir permiso a Madrid» para organizar la consulta–, la mayoría soberanista de 87 diputados se quedó por debajo incluso de los dos tercios de la Cámara, que es el quorum que se exige por ejemplo para reformar el Estatuto.
Los intervinientes soberanistas insistieron mucho en que los recelos del Gobierno son infundados, porque en todo caso la consulta tendría un carácter consultivo. Pero el texto aprobado, que pide transferir la potestad para convocar referendos por la vía del artículo 150.2 de la Constitución, establece que «un resultado favorable en el referéndum debe tener como consecuencia que la voluntad expresada en las urnas obligue a una determinada postura política del Estado y de la Generalitat: la de negociar de manera leal y sin dilaciones el proceso para convertir en realidad jurídica esa voluntad».
ICV, el otro partido del frente del sí, quiso ahondar en las contradicciones del PSC cuando su colíder, Dolors Camats, dijo: «El derecho a decidir sin voluntad explícita de ejercerlo no es más que pura retórica». Los socialistas catalanes se han dejado en esta votación a cuatro de sus 20 diputados por el camino: el alcalde de Lérida, Àngel Ros, que el miércoles renunció al escaño, y los tres díscolos –Marina Geli, Joan Ignasi Elena y Núria Ventura– que ayer rompieron la disciplina de partido y votaron con los soberanistas.
Todos ellos se quejaron de que el PSC quedase encuadrado junto al PP y a Ciutadans. El portavoz socialista, Maurici Lucena, insistió en que la «imposición unilateral» de la consulta –ellos defienden una negociación previa con el Gobierno– aboca al fracaso el plan de Mas. «La vía federal no es sencilla, pero empieza a abrirse camino», subrayó por contraste.
También lanzó otro mensaje al presidente catalán: «Los socialsitas estaríamos dispuestos a ayudarlo a salvarse de usted mismo si se planteara alternativas».
Tanto la líder del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, como el de Ciutadans, Albert Rivera, instaron al Govern a actuar dentro de la legalidad. «No lleven a Cataluña al precipicio, ejerzan el diálogo en el marco de la Constitución», dijo la presidenta popular, que también apuntó que Mas quiere escapar de la sombra de Juan José Ibarretxe porque no irá al Congreso a defender su propuesta. «Si quiere votar, convoque elecciones», retó Rivera al líder de CiU, tras augurar que el paso por el Congreso será «un autogol» para los soberanistas.
Pero Mas no parece ni mucho menos dispuesto a dar marcha atrás. Al menos por ahora.