EL MUNDO 02/02/17
ARCADI ESPADA
EL LUNES, a buena hora, el presunto Artur Mas saldrá del parlamento de Cataluña en dirección al tribunal superior de Justicia, distante unos 700 metros. La mañana será algo fría y habrá nubes altas. El presunto hará el camino a pie, aclamado por los miles de súbditos que el gobierno desleal está convocando por todos los medios imaginables. Entre ellos el recordatorio a los funcionarios de que disponen de varios días de libre disposición. Es fácil imaginar cómo esa llamada habrá dividido al personal de las oficinas públicas entre adictos al régimen y desafectos, para utilizar la verba franquista que la iniciativa merece. No es fácil prever el número de personas que responderán. Ni tan siquiera si podrán impedir el juicio, como quieren algunos propagandistas. Es difícil adelantar un número, pero no el carácter despreciable de la convocatoria que tan bien define su itinerario. Desde el parlamento, una comitiva infectada irá a decirle a los jueces que no pueden juzgar al que votó el pueblo.