Durante la tregua, ETA envió avisos de que, en cuanto terminase la función de la negociación, iban a volver. Y recuperando una forma de atentado, el selectivo, que el Gobierno de Zapatero y el lehendakari habían descartado: sencillamente porque la gente no lo iba a admitir, porque eso ya era agua pasada. Pues lo ha hecho. ETA ha ido con la diana.
ETA lo estaba intentando desde el verano. Mucho antes del encarcelamiento de los líderes de su entorno político, se sabía que los terroristas, reorganizados durante la tregua, iban a provocar todo el dolor, cuando pudieran, una vez fracasadas sus negociaciones con el Gobierno. Por eso las autoridades llevaban tiempo en alerta máxima y cada vez que la Policía se incautaba de material explosivo, incluido el hallazgo de las bombas lapa, el ministro Rubalcaba se temía lo peor. El guión ya estaba escrito. Porque siempre se han sucedido los hechos en torno a las negociaciones de ETA con parecida cadencia: señuelo de la banda al gobierno de turno sobre un hipotético cansancio; propuesta de acabar con la violencia a cambio de un precio político; negativa del Gobierno; ruptura de las conversaciones y vuelta a empezar.
Es posible que se haya perdido un tiempo precioso durante estos tres últimos años en los que, entre vacilaciones judiciales y dudas gubernamentales, la banda ha resurgido de sus cenizas, se ha reorganizado y ha conseguido recolocar a parte de su entorno político en las instituciones de donde había sido expulsada la pasada legislatura. Pero sólo vale la pena mirar atrás para no errar en el diagnóstico. Para dar importancia a las cosas que han sido importantes. Y durante la tregua, ETA envió los suficientes avisos que indicaban que, en cuanto terminase la función de la negociación, iban a volver. Y lo iban a hacer recuperando una forma de atentado que el propio Gobierno de Zapatero y el mismo lehendakari lo habían descartado: el atentado selectivo, sencillamente porque la gente no lo iba a admitir. Porque eso ya era agua pasada y no íbamos a volver a la situación de la tregua anterior, en el 98.
Pues lo ha hecho. ETA ha ido con la diana. La información sobre los movimientos del escolta herido no se improvisan en unas semanas y el tiempo de investigación dirá si este atentado iba dirigido contra Gabriel Ginés o contra el concejal socialista a quien protegía. Pero lo esencial es que la banda está desesperada por desestabilizar la democracia y que ha vuelto a recuperar el atentado selectivo. Es probable que Barrena tenga que rendir cuentas por haber acusado al Gobierno de «apostar por abrir un nuevo ciclo de violencia». O que el silencio de ANV y de EHAK supongan una razón más para que la Justicia considere su ilegalización. Pero convendría que los partidos políticos estuvieran a la altura.
Ayer, el atentado se cruzaba con la noticia de los problemas de protección que está padeciendo un ex concejal socialista vizcaíno. Y desde la consejería de Balza no se pudo ser más tajante: «Hasta diez minutos después de que ETA se rinda no vamos a quitar ni un solo escolta». Nos encontramos ante el peor escenario y los partidos no deberían bajar la guardia. Tampoco la del consenso democrático.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 10/10/2007