Fernando Savater, EL PAÍS, 21/10/11
El comunicado de la banda no dice ni una palabra de las víctimas causadas
Un viejísimo chiste de Ramón mostraba a un inflamado orador arengando a las masas: “¡Tenéis que elegir: nosotros o el caos!”. La gente balaba: “¡el caos, el caos!” y el vociferante remataba: “Da igual, también somos nosotros”. El comunicado de ETA se apunta a esta línea. Ellos han sido los causantes de los estragos y crímenes durante todos estos años. Ahora es gracias a ellos por lo que vamos a vernos libres de estragos y crímenes. Sin que se les mueva el pasamontañas, nos aseguran que gracias a la lucha armada hemos llegado al feliz momento en que podemos prescindir de la lucha armada. Se agradecen los heroicos servicios a los gudaris, se lamentan las bajas y los encarcelamientos, se practica el habitual autobombo: y, por supuesto, no se dice ni una palabra de las víctimas causadas, del envilecimiento del terror impuesto, las extorsiones, los que han debido huir o abandonar sus trabajos, el Estado de derecho vulnerado…Todo esto fue necesario para que ahora deje de ser necesario.
El comunicado es el segundo paso de los fastos de esta semana -¡vaya semanita!- tras las conclusiones de la paródica Conferencia de Paz y está escrito por la misma mano: la del ambidextro Gerry Adams-Otegi. Se equivocaron, como suelen, los que dijeron que lo importante de esas conclusiones era la que anunciaba el cese de la violencia y que lo demás era envoltorio intrascendente, dijese lo que dijese la derecha. No: lo importante es el resto, las cláusulas que acompañan a esa renuncia forzosa, es decir el reconocimiento de la banda terrorista como interlocutor directo de España y Francia, la mesa de partidos para que se asuman por fin las tesis del independentismo radical, la proclamación urbi et orbid e que todos somos vencedores, es decir, de que ETA no ha perdido a pesar de las apariencias. En resumen: “¿ve usted que fácil era? Me da la razón y todos tan amigos”.
La simple realidad es que ETA renuncia a lo que ya es inviable, pero ni entrega las armas ni se disuelve. Está encantada de haberse conocido, de haber matado y hasta quiere que se le agradezcan los servicios prestados reconociendo lo acertado de su visión política. La única pregunta ahora pertinente es: cuando ETA vea que el Estado de derecho no se suicida para complacerla, cuando compruebe que las cárceles no se abren por mágico conjuro y que no hay mesa de partidos, sino el ya establecido juego parlamentario en el marco constitucional…¿seguirá resignándose a perdonarnos la vida o volverá a las criminales andadas?
Fernando Savater, EL PAÍS, 21/10/11