Gorka Maneiro-Vozpópuli
- Profundizar en la crispación y polarización y azuzar el voto de Vox
La opción de mantener la llamada mayoría progresista, que en realidad es reaccionaria, para permanecer en la Moncloa tras las próximas elecciones generales, parece un imposible para Sánchez. Parece, digo. Para lograrlo, Sánchez debería ser más Sánchez de lo que ya ha sido hasta ahora, traspasar nuevas líneas rojas, seguir jugando con fuego hasta quizás chamuscarse y, desde luego, seguir vulnerando la Constitución Española pero todavía con más descaro y prepotencia, todo lo cual podría tener consecuencias dramáticas definitivas para España (lo cual no le importa), para el PSOE (lo cual le importa sólo en la medida en que a él lo afecte), y para el propio Sánchez (lo cual es lo único que lo preocupa y mueve). Sé que Sánchez es capaz de hacer (casi) cualquier cosa para mantenerse en la poltrona, y así llevo tiempo diciéndolo, pero se cuidará de no llegar tan lejos como para poner en riesgo su futuro político… o acabar en el banquillo de los acusados o en la cárcel. Que esa es otra. Sánchez no tiene otro límite que aquello que pudiera llevárselo a él por delante. Es malo, desde luego, pero no tonto.
La edad mínima del voto
Así que esta primera opción de perpetuarse en la Moncloa le exigiría: por un lado, seguir cediendo ante los independentistas incluso lo que está constitucionalmente prohibido, en la línea de lo ya hecho con la ley de amnistía, el cuponazo catalán (que debe concretarse) o la prohibición de estudiar en español en Cataluña, entre otras medidas reaccionarias (y abiertamente inconstitucionales); por otro lado, avanzar en el control de los medios de comunicación afines y presionar a los díscolos para que lo sean menos o procurar cerrarlos, y seguir la línea de manipulación flagrante que ya rige en RTVE como brazo mediático del Ejecutivo. La ventaja para Sánchez es que los desmanes acumulados parecen menos desmanes, y que el pueblo llano, en muchos casos, tiene memoria selectiva y quebradiza. Además, ocupadas como ya están las principales instituciones del Estado por hombres y mujeres de la confianza de Sánchez y a su servicio, le quedaría hacerse con el control total de la Justicia, lo cual implicaría controlar a cada uno de los jueces en activo, lo cual es un imposible. Y como guinda que ya se estudia en los círculos sanchistas, la reforma de la ley electoral para reducir la edad mínima de voto legal a los dieciséis años, reforma en la que ha venido trabajando el Ministerio de Juventud e Infancia de Sira Rego (Sumar) como opción al menos a tener en cuenta, llegado el caso de que las cosas se pongan tan feas como, en el fondo, ya se han puesto. Si la deriva reaccionaria y prohibicionista avanza, un joven no podrá fumarse un cigarrillo pero podrá votar en las elecciones, por aquello de que la libertad es cuestión relativa, y depende del prisma con el que se mire y a quién beneficie. Según los analistas que ya asesoran a Sánchez, la rebaja de la edad mínima de voto legal beneficiaría electoralmente a, por un lado, la izquierda ubicada a la izquierda del PSOE, con la que ya se ha hecho el PSOE tras haberse podemizado; y, por otro lado, a la derecha ubicada a la derecha del PP, o sea, a Vox, pujante entre los más jóvenes. Y esta segunda derivada también beneficiaría al PSOE, dado que más votos para Vox significan menos votos para el PP, la consolidación de una derecha dividida y un PP más dependiente de Vox, obligado, quizás, a incluirlo en el Ejecutivo que llegara a formar Feijóo; y esto es precisamente lo que buscaría Sánchez si concluye que no le dan los votos para seguir en Moncloa.
Escenarios posibles
En todo caso, es posible que ni siquiera, con todas esas medidas, pudiera mantenerse en la Moncloa, dado que, con un PSOE bajo mínimos, seguiría estando en manos del resto de sus hipotéticos socios, y no es que Sánchez no estuviera dispuesto a seguir cediendo cuanto fuera necesario, sino que, quizás, alguno de sus socios se bajara definitivamente del carro o que, cosa más probable, con un Junts en decadencia, un Podemos testimonial y un Sumar casi desaparecido, no sumaran la mayoría absoluta. Así que, como Sánchez es malo pero no tonto, ya está analizando todos los posibles escenarios futuros, y que no pueda formar gobierno tras las próximas elecciones es uno de ellos. Otra opción es que convoque elecciones y se vaya a su casa tras haber destrozado España, pero, desgraciadamente, dudo que caiga esa breva, y si cayera, sólo nos quedaría la ilusión de verlo juzgado por los tribunales de Justicia… y por la historia.
Lanzaría a sus hordas a la calle
Por ello planteo el plan B que Sánchez ya tiene visualizado como posible alternativa. Esto es, en lugar de llegar al final de la actual legislatura, Sánchez optaría por: tomar cuantas medidas sean necesarias para profundizar en la crispación y la polarización en las que ya vivimos, y tomar medidas que azucen el voto a Vox, cosa que ya está ocurriendo, para de ese modo debilitar al PP y mantener a la derecha dividida y al PP en un permanente sinvivir, que no sabe si tirar hacia la derecha o hacia el centro o ambas cosas al mismo tiempo. En ese punto, convocadas las elecciones, esperaría que Feijóo forme gobierno con Vox, que, con un posible resultado histórico, pediría entrar en el Gobierno de España y algunos ministerios y la puesta en marcha de algunas de las medidas más polémicas que forman parte de su identidad política en torno a: inmigración, seguridad, cambio climático, políticas de género, identidad nacional o unidad de España. El PP no podría concedérselo todo pero algo debería ceder, por lo que nos encontraríamos con un Gobierno PP-Vox con un Vox decisivo, justo el escenario que Sánchez ya imagina como posible… y deseable. Un regalo envenenado para el PP, que quizás no sabría gestionarlo. En ese punto, y ante cualquier medida que pudiera ser considerada extremista o antidemocrática, la izquierda reaccionaria instigaría a la confrontación social y lanzaría a sus hordas a las calles para luchar contra el fascismo que amenaza nuestra democracia. Algunos ensayos ya los ha habido. Y Sánchez, con su manual de resistencia bajo el brazo y muchos de los lacayos que hoy lo apoyan a su servicio, trataría de hacerse fuerte, torcer la mano del Gobierno y, llegado el momento, volver a la Moncloa. Es una hipótesis, desde luego; pero una hipótesis que Sánchez, que es malo pero no tonto, ya tiene en mente. Porque además, para él, el fin justifica los medios.