ALBERTO AYALA, EL CORREO 20/01/13
· Los jeltzales han empezado a cambiar su discurso a conveniencia tras recuperar Ajuria Enea.
Algunos responsables políticos acostumbran a quejarse en ‘petit comité’ del injusto maltrato que, a su juicio, se les dispensa en demasiadas ocasiones desde los medios de comunicación. Seguro que el lamento tiene fundamento en una, en dos y hasta en cien ocasiones. Pero si recopilamos hechos concretos y los colocamos sobre una balanza, es más que previsible que encontremos bastantes más argumentos para el reproche a quienes se dedican a la cosa pública que para sus quejas.
Voy a pasar hoy de puntillas sobre el penúltimo escándalo de corrupción que ha vuelto a enfangar la vida política, el denominado ‘caso Bárcenas’. La sorprendente historia –o no tanto, visto como se repite– de cómo el extesorero nacional del PP y exsenador pudo amasar una nada despreciable fortuna de al menos 22 millones de euros, que colocó a buen recaudo en una cuenta secreta en Suiza. Todo ello, sin que nadie percibiera nada en Génova –la calle de Madrid donde tienen su sede central los conservadores–, ni de dónde llegaba el dinero ni de cómo engordaba el patrimonio del exdirigente popular. Por no hablar de esos presuntos sobresueldos en dinero negro que Bárcenas habría abonado a la cúpual de su partido, de los que tantos dicen haber oído hablar y que nadie admite haber cobrado.
Las continuas noticias de pelotazos y corruptelas varias no hacen sino horadar el menguado prestigio de la política. No es para nada comparable, pero otro tanto puede decirse de los inexplicables cambios de criterio que en demasiadas ocasiones protagonizan las fuerzas políticas. Donde decía digo ahora digo Diego. ¿Por qué? Simplemente, porque antes estaba en la oposición y ahora soy Gobierno. O viceversa.
Algo de esto, o exactamente esto, es lo que está haciendo el PNV. Y no en un asunto, sino en varios: impuestos, endeudamiento o mayorías para la elección de determinados cargos. En todos los casos, bruscos cambios de opinión de 180 grados sin argumentos de calado para ello, más allá del propio interés.
Al enemigo, ni agua
El primer gran cambio de opinión del partido que desde hace una semana lidera Andoni Ortuzar ha sido en materia impositiva. El anterior Gobierno socialista de Patxi López, con las arcas exhaustas por la crisis, intentó persuadir al PNV durante buena parte de la legislatura pasada para que accediera a respaldar una subida de impuestos. El objetivo: preservar el nivel de bienestar pese a la caída de ingresos sin tener que aumentar más todavía la deuda. No fue posible. Sabin Etxea rechazó una y otra vez la pretensión socialista. Posiblemente, a sabiendas de que aceptarlo hubiera facilitado que el PSE pudiera haber realizado una mejor gestión en su estreno en Ajuria Enea. Y al enemigo, ya se sabe: ni agua.
Aun así, el lehendakari Iñigo Urkullu, consciente de su situación de minoría, aprovechó su discurso de investidura para abrir la puerta a considerar cambios fiscales con el propósito de intentar allanar el camino de cara a futuros acuerdos con el PSE. En este momento, tanto en Lakua como en Sabin Etxea se perfilan ya algunas ideas que se trasladarán en breve al PSE y a las demás fuerzas parlamentarias para tratar de recabar apoyos que permitan la aprobación de los Presupuestos vascos para 2013, los primeros del nuevo gabinete peneuvista.
No ha sido el único gran cambio protagonizado por el PNV sin justificación alguna. Durante toda la legislatura pasada, si por algo se caracterizaron Urkullu y su partido fue por los durísimos ataques lanzados contra el Ejecutivo socialista de López por endeudarse en exceso para mantener las prestaciones sociales. A su juicio, ello ponía en riesgo el futuro económico del país.
Pues bien, esta semana la primera decisión económica de calado del gabinete de Urkullu ha sido… aprobar una nueva emisión de deuda por valor de 220 millones de euros. El Ejecutivo aprovecha un crédito reservado, pero no utilizado, por el PSE para reforzar su tesorería. El paso tiene plena lógica económica. El momento parece también absolutamente idóneo, dado que España está colocando estos días un notable volumen de deuda a buen precio. Políticamente, sin embargo, el paso supone una flagrante rectificación a lo que se defendía cuando quien gobernaba era López.
EiTB, sin mayoría absoluta
Los cambiazos no acaban ahí. Con el inicio de la legislatura llega el momento de renovar senadores autonómicos y diversos cargos en entes, sociedades públicas y organismos autonómos. Entre ellos, la cúpula dirigente de la radiotelevisión pública vasca.
Desde 1996, el candidato a director general del ente debe lograr el aval de la mayoría absoluta del Parlamento vasco: 38 de sus 75 miembros. Así lo fijaron por ley PNV, PSE y EA con un objetivo evidente: forzar candidatos de consenso para intentar evitar una EiTB absolutamente partidaria. En este momento ello se traduce en que dos de los tres grandes partidos vascos –PNV, EH Bildu y PSE– deben ponerse de acuerdo.
Consciente de las dificultades de conseguirlo y de que, en caso de fracaso, no se podrá renovar la actual cúpula directiva, Ortuzar se ha estrenado esta semana como presidente del Euzkadi buru batzar abogando por un cambio en la ley para que quien gobierna pueda nombrar a los dirigentes del ente sin obstáculos. No parece, desde luego, el argumento más solido si de lo que se trata es de garantizarse unos medios públicos plurales, por incómodo y difícil que sea dar con el ‘mirlo blanco’ a que obliga la necesidad de articular una mayoría absoluta para su elección.
¿No encuentran en esta sucesión de hechos un cierto parecido con aquella célebre frase del genial Groucho Marx? «Estos son mis principios… pero si no le gustan se los cambio por otros», sentenciaba. Pues eso.
ALBERTO AYALA, EL CORREO 20/01/13