EDITORIAL ABC – 10/09/16
· El Partido Nacionalista Vasco debe optar entre la radicalidad que muestran Batasuna y Podemos o avanzar hacia un discurso de moderación.
ElL PNV ha cometido numerosos errores políticos a lo largo de la historia reciente. El principal, sin duda, apoyarse en el Partido Comunista de las Tierras Vascas, un sucedáneo de ETA en el Parlamento vasco, para promover un desafío independentista unilateral que fracasó durante la etapa en la que Juan José Ibarretxe era lendakari. Aquella apuesta sin sentido provocó que el PNV perdiera el poder en el País Vasco y que un socialista accediera al Gobierno vasco con el apoyo del PP.
Hoy, el PNV ha aprendido parte de esa lección histórica. Pero mantiene un evidente discurso nacionalista en cuyo fondo permanece intacto el afán de lograr la secesión. El soberanismo forma parte de la esencia del PNV, y en campaña electoral es cuando más emerge ese espíritu y cuando más se significa para defender esos postulados como parte indisoluble de su identidad. Por otra parte, como informamos hoy, Podemos ha entrado en un proceso de aproximación al ideario de Batasuna con el objetivo de arrastrar su voto. La encuesta del CIS del pasado jueves otorga un empate entre Bildu y la formación que lidera Pablo Iglesias, por lo que la estrategia de radicalización de esta última se ha orientado a obtener réditos en el caladero de votos independentista vasco.
Sin embargo, el tono de este PNV y su concepto de la utilidad en política son muy diferentes a los del PNV del pasado. Por ello, se presenta una indudable oportunidad para no dejarse deslizar por la senda del ciego independentismo promovido desde Cataluña por Artur Mas, Carles Puigdemont, Oriol Junqueras, la CUP o el propio Podemos.
Ahora el sondeo del CIS plantea una compleja disyuntiva en virtud de la cual el PNV podría llegar a necesitar al PP para que Urkullu sea investido. Los motivos del «no» del PNV a Mariano Rajoy fueron expresados de modo meridiano por su portavoz parlamentario, e incluso ayer Andoni Ortúzar sostuvo que le causa risa creer que alguien pueda pensar que el PNV sea la solución a la gobernabilidad de España. Y es probable que cumpla su promesa de no abstenerse para permitir un nuevo gobierno de Mariano Rajoy «ni antes de las elecciones vascas ni después». Sin embargo, es imprescindible no cerrar puertas.
Las urgencias de España son muchas y no es la primera vez que el PNV contribuye a la gobernación de nuestro país. Lo hizo con Felipe González y después, en circunstancias muy difíciles, con José María Aznar, cuando Xabier Arzalluz pactó con el PP. Antecedentes hay. Demasiadas veces el PNV no ha sido fiable, y demasiadas veces ha actuado como un cómplice de los proetarras para la consecución de objetivos políticos. Pero el escenario político que se perfila parece abocar a Urkullu a una encrucijada con dos sendas. Una conduce a la radicalización independentista. La otra, hacia un escenario marcado por la altura de miras y la moderación.
EDITORIAL ABC – 10/09/16