EL PAÍS, 7/8/11
ENTREVISTA: SANTIAGO DE PABLO Catedrático de Historia Contemporánea de la UPV
El historiador Santiago de Pablo es uno de los referentes en el estudio del nacionalismo y coautor del libro de referencia sobre el PNV: El péndulo patriótico. Historia del Partido Nacionalista Vasco. Desde su conocimiento profundo de la trayectoria peneuvista, analiza el momento que vive el partido con la pérdida más importante de poder de su historia, incluidos sus peores resultados electorales con la escisión de EA.
Pregunta. ¿Qué le está pasando al PNV?
Respuesta. Está en una situación de pérdida muy importante de poder y en la necesidad de replantearse la estrategia para ir hacia una que le sirva para recuperarlo.
P. Ese poder ha quedado reducido a Bizkaia. ¿Resulta pasajero o es un regreso al origen?
R. La Euskadi de hoy no tiene nada que ver, pero algo de eso hay, p odría hablarse de una cierta vuelta al PNV más vizcaíno. Antes el nacionalismo era el PNV y ahora es mucho más que el PNV. No solo en Gipuzkoa. Es llamativo que en Álava el mapa del poder municipal de Bildu sea casi idéntico al del PNV en la Segunda República.
P. ¿Su deriva radical ha beneficiado a la izquierda abertzale o empujado a su propia base electoral a cambiar de voto?
R. Creo que sí ha engordado a la izquierda abertzale. En Gipuzkoa claramente. Con un discurso más radical y soberanista terminas alimentando el electorado de otro, porque tú, al fin y al cabo, luego pactas en Madrid con el PSOE. Donde se ganan elecciones y se es eje de alianzas con otros es en una estrategia más moderada e integradora.
P. ¿Qué caracteriza esta etapa del PNV?
R. Es distinta. Por un lado, el poder tan grande que llegó a tener el PNV, con el Gobierno, las tres Diputaciones y las alcaldías de las tres capitales, es algo totalmente novedoso, de la Transición. Por otra parte, la pérdida de posiciones en otros momentos históricos se relacionó siempre con un exceso de moderación. Ahora no hay que olvidar que el partido viene aún de una trayectoria más radical, soberanista, de la época de Lizarra, el plan Ibarretxe y la pugna en los relevos internos. Las pérdidas no tienen una causa única. Hay circunstancias distintas en cada territorio y en cada institución.
P. ¿Se parece el momento actual a algún otro en su historia?
R. Una situación igual no se ha dado nunca, pero sí hay dos momentos que pueden servir: Uno fue la derrota de 1919, frente a monárquicos y socialistas, que reaccionaron con una alianza tácita a la primera gran victoria del nacionalismo en 1917, cuando copó la Diputación de Bizkaia y la representación a Cortes. El otro fue ya durante la Segunda República, después de otro gran triunfo en 1933.
P. ¿Cómo reaccionó entonces?
R. Hubo problemas internos. Los más radicales cuestionaron la estrategia moderada, impulsada por Ramón de la Sota y Engracio Aranzadi, Kizkitza. La cosa terminó con la escisión de 1921 encabezada por Eli Gallastegui. El radicalismo jugó igual en la segunda ocasión, pero también Aguirre e Irujo rechazaron la carta que exigía un cambio de rumbo y optaron por la moderación.
P. ¿Ha perdido el PNV el talismán de la centralidad?
R. Ahora mismo se puede ver que lo ha perdido. En los años noventa pactaba a la vez con el PSE en el Gobierno, con el PP en Bilbao y hasta con Unidad Alavesa. Ahora es el PNV el que está fuera.
P. ¿Es algo coyuntural, accidental o una pérdida duradera?
R. Su situación es reconvertible. Visto el panorama de pluralidad de partidos gobernando, aún puede seguir presente esa idea de tratar de hablar y pactar con todos. Aún podría situarse en esa línea que le fue bien durante muchos años y hacer un discurso integrado que le permita llegar a pactos y recuperar su techo electoral. Pero eso depende de su estrategia, y hace falta también que la ciudadanía lo perciba, como entonces, como algo coherente. Lo tiene complicado, porque la coyuntura es complicada.
P. ¿Por dónde cree que saldrá ahora el PNV?
R. No creo que haga un cambio de rumbo. Precisamente porque la situación es difícil, y para pasar por encima las elecciones generales, que no le serán favorables, habrá algún ajuste, alguna recomposición, pero no un volantazo. El punto clave es Gipuzkoa. De cara a las elecciones autonómicas, igual tiene que pensar en volver a las alianzas de los años ochenta con los socialista, que llegaron precisamente por la pérdida de posiciones que supuso la escisión de EA.
P. ¿Cabe ahora un conflicto interno?
R. Mi impresión no es esa. El panorama no anima a hacer un gran cambio de fondo, ideológico, profundo, ni a emprender aventuras o dar bandazos, sino a ajustes mínimos y a que todo el mundo se sienta cómodo. Es su base para llegar a las elecciones de 2013 con las puertas abiertas a diversas opciones.
P. ¿Considera que el mapa territorial de poder actual se asentará?
R. No veo sencillo que se mantenga largo tiempo. Ahora no ha habido pactos, pero en cuatro años puede haberlos. Todo dependerá de ellos y del que antes se dé para el Gobierno.
EL PAÍS, 7/8/11