Si el TC revoca la anulación decidida por el Supremo y permite a Bildu participar en las elecciones, el PNV habrá dejado constancia de que su prioridad es volver al frente nacionalista para recuperar el poder en los ayuntamientos y, sobre todo, en las diputaciones forales.
LA suspensión del acuerdo de colaboración con el Gobierno anunciada por el PNV en respuesta a la anulación de las candidaturas de Bildu es un movimiento táctico de los nacionalistas vascos para las elecciones municipales y forales, pero con consecuencias prácticas muy escasas a escala nacional. La amenaza de no aprobar los presupuestos generales del Estado para 2012 es inocua para un Gobierno que tiene que disolver las Cámaras a principios de año para celebrar elecciones en marzo. El mayor riesgo que correría el Ejecutivo socialista sería una prórroga de los presupuestos para 2011, algo nada intimidatorio a la vista de que desde hace varios años se sustentan en cuadros macroeconómicos que no se cumplen. Por otro lado, las medidas económicas que aún tenga que aprobar el Gobierno pueden encauzarse por reales decretos o, si implican modificaciones legislativas, por reales decretos-leyes, cuya convalidación puede pactar con otros partidos, incluso con el Partido Popular. Y aun cuando esto no sucediera, que es lo más probable, el Gobierno no se encontraría extraño en un escenario de pura y simple resistencia en el poder, que, de hecho, es lo que lleva haciendo desde hace muchos meses.
El PNV ha ejercido de sí mismo con está oportunista muestra de solidaridad nacionalista. Es decir, no quiere otra cosa que aprovechar cualquier opción futura. Si Bildu finalmente no pasa el filtro del Tribunal Constitucional —de manera que se queden fuera no sólo los batasunos, sino también los partidos que lo integran, Eusko Alkartasuna y Alternatiba—, el PNV se ofrece como receptor del voto nacionalista de izquierda. Cuando en anteriores ocasiones ha pretendido jugar este papel, no ha tenido los resultados que esperaba, pero también es cierto que la izquierda «abertzale» nunca se ha encontrado tan postrada como ahora y puede sentirse movida a propiciar un voto útil o de «mal menor». Si, por el contrario, el TC revoca la anulación decidida por el Supremo y permite a Bildu participar en las elecciones, el PNV habrá dejado constancia de que su prioridad es volver al frente nacionalista para recuperar el poder en los ayuntamientos y, sobre todo, en las diputaciones forales. En ambos casos, el PNV demuestra que da por cerrado el tiempo de espera en la oposición y por amortizado al PSOE, por lo que encara las municipales del 22-M como un anticipo de las autonómicas del próximo año.
Editorial en ABC, 4/5/2011