Unai Morán, EL PAÍS, 25/9/11
La formación nacionalista celebra hoy un Alderdi Eguna marcado por la reflexión interna sobre su futuro ante el retroceso institucional y la progresión ‘abertzale’
Las campas de Foronda volverán a llenarse hoy de gente dispuesta a mostrar el músculo del PNV en uno de sus momentos más críticos. La tradición del último domingo de septiembre y los caprichos del calendario han fijado el 35º Alderdi Eguna en un momento decisivo para la fuerza nacionalista, como inicio de la precampaña para las generales del 20-N que testarán de nuevo su respaldo social tras dos varapalos consecutivos en las urnas. Un complejo horizonte en el que se sitúa, además, la reflexión interna que marcará la estrategia política del partido en los próximos años y en el que emerge como competencia una izquierda abertzale dispuesta a liderar el soberanismo.
El campo se estrecha para los nacionalistas, a quienes se les complica cada vez más su continuidad como el eje central de la política vasca que insisten en reclamar. El rechazo de la violencia por parte del mundo abertzale, que además ha unido en torno a un proyecto independentista común a todas las sensibilidades de izquierdas, ha difuminado la evidente distancia que años atrás separaba a las dos grandes corrientes del nacionalismo vasco. Además, ha puesto en jaque, de paso, la identificación propia que, a caballo entre el soberanismo y la moderación, caracterizaba a la formación liderada por Iñigo Urkullu.
La reflexión interna llega hasta el punto de que en Sabin Etxea se han replanteado incluso el nombre de un partido que suma ya un siglo largo de vida. Sin modificar sus siglas, la ejecutiva ha propuesto que la N identifique al partido como nacional y no nacionalista, ya que entiende que esta segunda acepción es más asociable a ideologías extremistas. Cualquier detalle parece importante para tratar de mantener las distancias. El PNV no está dispuesto a perder su condición hegemónica entre el nacionalismo. Por eso, el reconocimiento de Euskadi como nación articulará el discurso que ofrecerá Urkullu hoy en Foronda.
La demanda de «un nuevo estatus», sucesora del planteamiento que ya realizó el último lehendakari jeltzale Juan José Ibarretxe emerge como bandera del sector soberanista del partido y como apuesta encaminada a no ceder la iniciativa independentista a la izquierda abertzale. Máxime, cuando el pronunciamiento de los presos etarras en favor de las vías pacíficas y democráticas ha derribado un nuevo tótem y homogeneizado aún más el espectro del antes disperso nacionalismo. La feroz competencia electoral que se vaticina se ha trasladado incluso al calendario, al celebrar Bildu también hoy el primer aniversario del Acuerdo de Gernika.
El Día del Partido marcará también hoy el inicio de la precampaña electoral para las generales. Una cita que, pese a no estar focalizada en el País Vasco, adquiere una repercusión trascendental para el PNV. El retroceso institucional padecido en los últimos comicios municipales y forales, unido a su salida previa del Gobierno vasco, ha insuflado vida al Congreso como el escenario de los mayores logros peneuvistas en los últimos años, pese a contar solo con seis diputados. Un exitoso balance que se ha concretado con el desarrollo de numerosas transferencias y que ha permitido esgrimir al partido su reivindicación de «gobierno desde la oposición», al tiempo que su labor de gestión, punto fuerte del currículum jeltzale.
La pérdida de dos de las tres Diputaciones, la alavesa y la guipuzcoana, impedirá a Urkullu estar acompañado sobre la tribuna de Foronda por los tres diputados generales, cuyo respaldo sí recibió el año pasado. En su último Alderdi Eguna antes de que se inicie la maquinaria interna para renovar la ejecutiva, el líder nacionalista comparecerá esta vez en solitario, como ya lo hizo en 2009, aunque con el aval del buen trabajo realizado en Madrid. Un crédito que nadie le puede negar, pese a la escasa satisfacción que ha provocado en el sector más soberanista del partido, y que tratará de esgrimir, consciente de que el horizonte cercano se presume bastante más oscuro.
A la unión de Bildu y Aralar ante el 20-N y la pérdida de apoyos que puede representar para el PNV en el Congreso, se suman unos vaticinios electorales cuyo dibujo se aleja de la debilidad que ha padecido el PSOE esta legislatura. A diferencia de sucondición de mayoritaria en Euskadi, la formación nacionalista depende en Madrid de debilidades ajenas para tener margen de maniobra. Por eso, confía en eludir mayorías absolutas que la atarían de pies y manos. Descartada la socialista, preocupa en Sabin Etxea un triunfo holgado del PP que encaja en las quinielas y perfilaría un nuevo escenario en el que tendría que redefinirse el partido jeltzale.
Madrid ha servido para escenificar la apuesta del PNV por un entendimiento que no ha buscado con tanto ahínco en Euskadi, pero que reivindica como seña de identidad propia y diferenciada de la de Bildu. Quizá para otorgar credibilidad a su estrategia se han rebajado las disputas internas, al menos de puertas hacia fuera. Quizá también porque el sector soberanista ha sido el claro derrotado en las urnas, tras perder las Diputaciones de Gipuzkoa y Álava en favor de Bildu y el PP respectivamente. La línea moderada, en cambio, suma los réditos del Congreso a su condición de mayoritaria en Bizkaia, el verdadero bastión del partido. Las voces discordantes se han reducido como resultado.
Con su intervención, Urkullu tratará hoy de encauzar una vez más las dos almas del PNV como receta frente a unas turbulencias en el mapa nacionalista que han llegado para quedarse. Lo hará mediante un discurso con guiños hacia los dos sectores y que incidirá en las estrategias que ambos comparten. Como la apuesta por la paz, en la que el partido nacionalista coincide y ante la que ha jugado un papel decisivo en Madrid en el marco de su negociación con el Gobierno central. O la búsqueda de salidas a la crisis, sabedor de que es a día de hoy el principal problema de los ciudadanos, y conocedor también del reconocimiento del que puede presumir su partido en materia económica.
Complejo como en los últimos años, aunque marcado por distintas dificultades, el Alderdi Eguna girará esta vez en torno a la reflexión interna que ha iniciado el partido para fijar su estrategia política de cara a 2015 y cuyos principios, planteados por la ejecutiva, se han trasladado ya las bases. Las campas de Foronda ofrecerán hoy una primera impresión de la sensación que ha causado el documento político entre la militancia.
Unai Morán, EL PAÍS, 25/9/11