JUAN CARLOS GIRAUTA-ABC

  • Para el PSOE, el de Sánchez, el único que hay, Madrid es un trauma inacabable, tremendo

Un rasgo del sanchismo, artefacto que venimos tratando de describir, entender y, con suerte, conjurar, es su carácter antimadrileño. El ánimo de perjudicar a la última ciudad libre de España, que a la vez es la más cachonda de Europa, se explica por los mimbres del cesto sanchista, que vienen todos torcidos del mismo lado. Te cuento.

Si empiezas por la cosa más local, tienes a MM, Más Madrid, Médica y Madre. Son neopuritanos y, por consiguiente, no soportan que alguien pueda ser feliz. Constituyen la versión ‘woke’ de aquel país retrógrado que se sulfuraba con la Movida de los primeros ochenta. La Nueva Movida es mejor incluso que la primera. Para empezar, en vez de Tierno tiene a Ayuso por patrona. Aunque Almodóvar, icono de la vieja Movida, juegue en la actual un rol reaccionario, el rebelde suele serlo siempre. Y el obediente también. (Ver escolio).

El mimbre más torcido, o retorcido, del cesto de Caperucito Sánchez es el secesionista, supremacista, etnicista, etc. Empezando por el PSC, carne de su carne, hez de su hez. Eso siempre ha sido antimadrileño, por definición. Porque la envidia es muy mala. Porque el provincianismo suele ser un complejo de inferioridad. Porque es más fácil escupir a otro que esforzarte tú. Porque el nacionalismo es un odio articulado. Porque de los bilduetarras, tan reales, a los catalanistas de Feijóo, tan imaginarios, no ha habido ni habrá particularismo territorial que no se haga la víctima para obtener beneficios. Es más, dado el escaso conocimiento del paisanaje centrífugo, su antimadrileñismo no es sino extensión de su antimadridismo. Fútbol y política son así la misma cosa para el analfabeto funcional.

Para el PSOE mismo, el de Sánchez, el único que hay, Madrid es un trauma inacabable, tremendo. No deja de darle collejas la ciudad libre al nuevo autoritarismo de Antonio, que creo que es de Madrid, aunque no voy a tocar tres teclas para comprobarlo. Es un revolcón detrás de otro, pero además adornándose. Guantazo, doble mortal y patada. Toma capón, ‘grand pirouette’ y soplamocos final, saliendo entre aplausos Isabelle, la ‘prima ballerina’. Es un no parar.

Escolio sobre obedientes: el último millón reunido por Franco en la Plaza de Oriente era la sociología del régimen; hay gente que siempre formará parte de la sociología del régimen porque una pulsión antigua les hace doblar la cerviz por sistema ante el poder, sin importar su color. Son los Mayor Zaragoza anónimos, son los franquistas entusiastas que estos ojitos vieron transformarse en luchadores por las libertades de Cataluña de toda la vida. Están siempre con quien manda. Son los nazis y los fascistas convertidos en democristianos; son los comunistas de la RDA convertidos en lo mismo –mira Merkel– o en liberales, como unos cuantos exaltos cargos de satélites soviéticos que conocí en el Parlamento Europeo, muy preocupados por el cambio climático.