El post-liberalismo post-nacional de post-Ciudadanos

LIBERTAD DIGITAL 10/07/17
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS

· El nuevo Cs es tan federalista como el PSOE, o sea, que no sabemos cuánto, pero acepta que no se aplique la ley, o sea, como el PP.

Pocas cosas, y muchas hay del género arrojadizo en la España actual, me han chocado tanto como las declaraciones de Albert Rivera en uno de esos debates o desayunos de trabajo, a veces piscolabis de tarde, que son la diaria pitanza de la «Prensa de declaraciones», que prescinde de cualquier opinión solvente a cambio de cualquier ocurrencia insolvente del político de turno. Televisiones y radios extraen unos segundos de las horas servidas por la Prensa declarativa y ya tenemos los titulares titulados de cada día.

La decadencia del periodismo escrito es paralela a la de la política, así que transcribiré las palabras del repetidamente llamado «líder naranja» tal y como las dio Europa Press, que aunque sea ‘sorayosa’ no inventará lo no ha dicho, porque, dada la entidad del asunto él lo habría desmentido. Si no lo hizo, y aunque la crónica sea zarrapastrosa, doy por dicho lo que dicen que dijo. Esta es, en su literalidad, la mayor parte de la crónica del evento:

 

Una crónica de nuestro tiempo

«El líder de la formación naranja ha dicho hoy, en un foro de debate en Madrid, que trabaja para que no haya que aplicar el artículo 155 de la Constitución –que supone intervenir parcialmente la autonomía–. En su opinión, eso sería darle un titular «fantástico» a los nacionalistas: «ni se lo vamos a dar, ni lo vamos a aplicar».

En opinión del líder de la formación naranja (sic), en este momento hay dos fases ante el problema de Cataluña. La primera consistiría en impedir que se produzca el referéndum soberanista, aunque cree que «hasta Puigdemont sabe que no va a haber referéndum».

«Antes del 1-O, firmeza, serenidad y unión de los partidos constitucionalistas», ha afirmado, para acto seguido explicar que la segunda fase sería la del día después y consistiría en definir un proyecto de país ya que, ha alegado, los separatistas «no van a dejar de serlo de golpe y porrazo, ni van a dejar de hacer trampas, o de utilizar artilugios y artimañas».

Por ello, propone que «alguien tome el timón» y en lugar de «achicar» agua del barco, se ponga un rumbo y se defina «hacia dónde va España». «¿Quo Vadis?», ha exclamado.

Su propuesta consiste en «actualizar» la Constitución y «no para satisfacer a Puigdemont y a Junqueras» sino porque considera que España se merece «renovar, reforzar, mejorar» el marco constitucional. En su opinión, los cambios que hay que introducir en la Carta Magna pasan por suprimir los aforamientos, reformar el Senado para que sea una verdadera cámara territorial con competencias y menos senadores; «tocar» las circunscripciones electorales para poder tener una «ley electoral más justa» y definir la competencias del Estado y las de las autonomías y ayuntamientos. Además, ha recordado que la regeneración también está en la Constitución.

Su modelo, según ha dicho, es «de corte federal», pero se muestra contrario a la reforma que pretende el PSOE en la que propone reconocer a España como una nación de naciones y también se opone a «dividir la soberanía nacional» porque cree que la actualización de la Constitución debe ser para reforzar la cooperación y la igualdad.

EL MEJOR PAÍS DEL MUNDO

En opinión de Rivera, si España realiza estas modificaciones, hace una reforma profunda del sistema educativo, reforma el marco laboral y apuesta por la innovación, España puede ser «el mejor país del mundo en 8 o 10 años».

Pero antes de todo ello, su plan más inmediato es «impedir el referéndum y ganarles en las urnas». Para ello, ha dicho que va a pedir al PSOE y al PP que confíen en la victoria y en que entre todos los partidos no independentistas saquen como mínimo un escaño más que los separatistas.

Cree que algunos partidos «tiran la toalla» de antemano porque creen que no van a ganar, pero Rivera ha recordado que él ha apoyado a Cristina Cifuentes en Madrid y a Susana Díaz en Andalucía aunque no haya ganado su formación política en ninguna de estas dos regiones.

HABLARA CON PP, PSOE Y PODEMOS PARA GOBIERNO ALTERNATIVO

Se ha mostrado convencido de que la líder de la formación naranja en Cataluña, Inés Arrimadas va a tener un papel fundamental porque «seguramente» va a tocar a Ciudadanos liderar la formación de un Gobierno alternativo «de consenso, de coalición…». Para ello, ha dicho que hablará con PP, PSOE y con «Podemos si hace falta» para ver «cómo acabamos con el ‘procés'».

«A ver si van a apoyar a Junqueras», ha exclamado entre risas de los asistentes, y acto seguido ha recordado que de Pablo Iglesias se lo «espera todo» porque el secretario general de Podemos ya ha dicho que le parece «muy sensato» lo que dice Puigdemont. No obstante ha avisado: «¿Vamos a dejar pasar la oportunidad para que gobierne Junqueras?».

Según Rivera, si logran parar el ‘procés’ entonces se podrá poner en marcha una «mesa de competencias, de financiación autonómica, se verá si hay que reformar la Constitución y en qué términos…». Pero antes de eso, ha insistido en que hay que «bajar del monte» a los separatistas.

«PUIGDEMONT NO SIRVE COMO INTERLOCUTOR»

En este sentido, el líder de la formación naranja ha explicado que para hacer política «hay que tener delante a políticos», pero considera que Puigdemont o Junqueras no son interlocutores válidos porque «no respetan ni sus propias reglas del juego, ni el Estatut, ni el reglamento del Parlament…».

Por ello, ha insistido que si en Cataluña no hay un cambio de interlocutor, no es posible la interlocución. Además, considera que están divididos entre los propios independentistas y ha apostado por dejarles que «se cuezan en su división». «Vamos a ver cómo salen de esa, si echan a todos los que discrepan… es el hundimiento», ha exclamado.»

 

· Resumiendo lo desparramado

Entiendo, a través de la dificultosa redacción, que Rivera dice esto:

 
  1. Nadie va a aplicar el artículo 155 de la Constitución y Cs está de acuerdo, para no darles a los golpistas catalanes un titular del que quejarse.
  2. Como creemos que no va a haber referéndum, nos preparamos para las elecciones y esperamos que Inés Arrimadas obtenga una mayoría para formar Gobierno, gracias al apoyo de los partidos no separatistas.
  3. Ante esas elecciones, preferimos que no haya ninguna acción legal contra el golpismo de la Generalidad y los partidos que la apoyan.
  4. No desesperamos de la abstención de Podemos ante un gobierno de Cs, porque la alternativa es apoyar a Junqueras; mucho hasta para ellos.
  5. A cambio de la formación de Gobierno en Cataluña, Rivera está dispuesto a asumir la reforma constitucional que piden PSOE y Podemos.
  6. Rivera no tiene la menor idea sobre el contenido de esa reforma.
  7. Cuando se culmine esa reforma aún desconocida, España será el jardín del Edén Constitucional, y con otras reformas -las de Educación y Justicia, tal vez la Fiscal- ataremos a los perros con longaniza de Monreal.
  8. Tras cuadrar estos cuatro círculos, si Rivera no es presidente, es que no hay Justicia en el Mundo. Pero también eso lo reformará. Laus Deo.

 

· Revoluciones de bolsillo y extremistas de centro

Nace, con estos proyectos electorales inmediatos a cuenta de varias reformas legales posibles y en medio de la crisis más grave de la historia moderna de España, un nuevo proyecto político que sustituye al tradicional de Ciudadanos, basado en la defensa de la Constitución y la igualdad de los españoles ante la Ley, en especial los oprimidos por el separatismo catalán.

Los que añoraban un centro técnicamente puro sobre el que gravitara la política española, ya lo tienen. El nuevo Cs es tan federalista como el PSOE, o sea, que no sabemos cuánto, pero acepta que no se aplique la ley, o sea, como el PP. Todos los cambalaches futuros son posibles en función de las expectativas de presente que en cada instante avizore Albert Rivera. Ha nacido -acaso muerto- el post-liberalismo post-nacional de Post-Ciudadanos.

Estoy leyendo el libro Revolución, suerte de proclama electoral de Macron ofreciéndose a servir a los franceses, un servicio aceptado de mil amores. No me extraña, cuando lo más íntimo del revolucionario -Brigitte aparte-, es cómo recuerda los libros que leía en su casa de provincias y que luego comentaba con su abuela. Está claro que los revolucionarios del siglo XXI no son como los del XIX, pero si hay un país en el que reivindicar esa ilustración de provincias, viendo caer la lluvia desde una mesa camilla a la luz de bombillas ambarinas, puede llamarse «revolución», y que lo crean y lo voten, ese es, sin duda, Francia. Releeré el sustancioso prólogo de Rivera cuando termine las revelaciones revolucionarias de este simpático conservador.

Lástima que en lugar del escriba de la agencia, la conferencia, debate o desayuno tardío del jefe de Ciudadanos no contara con la crónica de un Josep Pla, porque Rivera pide ya un retrato de ‘homenot’. Es una pena para los que creyeron atisbar en él lo que, en tiempos de la Restauración, llamaban «un grande hombre», pero, en fin, otro siglo será.