Editorial-El Español

A medida que se han ido consumando las estaciones del rosario de privilegios otorgados al nacionalismo, Pedro Sánchez ha ido cayendo sostenidamente en las encuestas. Pero la última, elaborada por Sociométrica para EL ESPAÑOL, dibuja un escenario verdaderamente calamitoso para el PSOE.

Y no sólo porque, por primera vez desde que SocioMétrica pregunta por la preferencia entre Sánchez y Feijóo para presidir el Gobierno, la mayoría de españoles dicen preferir al líder de la oposición. Lo cual da cuenta de la caída de popularidad del actual presidente.

Sobre todo, habla por sí misma la estimación de la intención de voto. Tanto en las elecciones europeas del próximo 9 de junio, como en las generales si se celebrasen hoy, el PP aventajaría al PSOE en 12 puntos. El PSOE caería de 122 escaños a 107 en el Congreso, y perdería cuatro eurodiputados.

Mientras el PP ensancha su base electoral gracias a una estrategia centrista que le permite hacerse con los votos de Ciudadanos, merma la del PSOE. Aun sirviéndole a Sánchez para retener el Gobierno, la apuesta por una colusión con el separatismo contra la derecha no parece una vía rentable electoralmente a largo plazo.

La pérdida de los valores del PSOE como partido de izquierdas, tras avenirse a negociar con el nacionalismo reaccionario fórmulas de desequilibrio territorial y de inequidad legal, no puede resultar inocua para el componente socialista de su electorado.

A costa de esta orfandad de una izquierda nacional y fiel a su ideario socialdemócrata por la deriva Frankenstein del PSOE pueden crecer fuerzas como Izquierda Española, cuyos líderes son entrevistados hoy por EL ESPAÑOL.

Soraya Rodríguez, exportavoz del PSOE en el Congreso fichada por Guillermo del Valle para ir de número dos en su lista para las europeas, representa justamente el «viejo PSOE» de su maestro Rubalcaba, que desde el principio se opuso al rumbo que estaba tomando el partido con la política de alianzas de Sánchez. Rodríguez dejó el partido cuando ese «viejo PSOE» quedó relegado a un puñado de voces críticas fuera de la primera línea.

Tiene lógica que, ante el abandono por parte de la izquierda hegemónica de los valores de la redistribución y la solidaridad, surjan desde el seno del progresismo opciones que reivindiquen aquella izquierda que se quedó por el camino.

Posturas como las de Del Valle, argumentando que la amnistía es en puridad de extrema derecha, porque «pactar con quienes quieren desmembrar el Estado no puede ser de izquierdas», son pertinentes en la medida en que desmontan la falacia argumental del Gobierno según la cual quien se opone a la amnistía es necesariamente reaccionario.

Pero sobre todo, al poner el acento en la igualdad, contribuyen al replanteamiento de las categorías asentadas de izquierda y derecha. Sólo así es posible entender que socialistas críticos como Emiliano García-Page puedan exhibir más sintonía con un popular como Juanma Moreno que con la actual cúpula del PSOE.

Una izquierda (contracultural hoy) que no renuncie a la arquitectura institucional liberal es capaz, como Page este sábado en Sevilla, de alinearse con el PP en la defensa del «principio de igualdad entre españoles». E irónicamente, también el PP, y no sólo Izquierda Española, puede pasar a enarbolar la bandera de los valores igualitarios que el PSOE ha arrojado.

La caída de Vox en las encuestas, y el fuerte desplome de Sumar (que según SocioMétrica perdería hasta 9 escaños en el Congreso, y que podría no entrar en el Parlamento Vasco, lo cual supondría su segundo gran revés tras Galicia), demuestra que la solución a los problemas políticos no pasa por seguir tensionando el debate con ocurrencias y exabruptos.

Sólo si se trasciende el marco de la confrontación partidista podrá brotar en España un cortafuegos efectivo a la dinámica fragmentaria inoculada por el independentismo. Tal y como ha recordado Page, «le iría muy bien a la política nacional si hubiera el nivel de cordialidad y de respeto que tenemos unos presidentes con otros».

Sea como fuere, el tiempo dirá si se acercan más a la verdad los pronósticos de las encuestadoras privadas como la de este periódico, o los del CIS de Tezanos, que esta semana ha colocado al PP sólo un punto por encima del PSOE.