Alberto Ayala, EL CORREO, 22/4/12
El partido de Basagoiti tiene la llave en varios de los asuntos clave que quedan hasta el final de legislatura
La legislatura vasca, la legislatura de la paz y de la crisis, enfila su recta final. Posiblemente quedan no más de diez meses de actividad. Pero en modo alguno nos encontramos ante los minutos de la basura. Hay juego, y de calado.
El Parlamento debe adoptar en los próximos meses dos decisiones legislativas de relevancia. De una parte aprobar una nueva ley vasca de cajas de ahorros cuyo contenido determinará en último extremo quién o quienes controlarán en los cuatro próximos años Kutxabank, el banco surgido de la fusión fría de la BBK, la Kutxa y la Vital alavesa.
Además, la autonomía vasca tiene la posibilidad de acabar con una de sus históricas asignaturas pendientes: la aprobación de una Ley Municipal que clarifique las competencias de los ayuntamientos y modifique o no el actual modelo de financiación. El debate tiene vía libre desde el jueves en que la Comisión Arbitral –el órgano que se encarga de dirimir los conflictos de competencias entre el Ejecutivo de Vitoria y las diputaciones– tumbó los recursos de Bizkaia (PNV) y Álava (PP).
PSE y PNV sustentan posiciones antagónicas en ambas cuestiones. Todos los focos se concentran, pues, en el Partido Popular vasco, que será el que incline la balanza. Y Antonio Basagoiti y su equipo ya han dado algunas pistas de cuál puede ser el sentido de su voto.
Claves
Los conservadores no parecen interesados en forzar un inmediato final de la legislatura, pese a la desacertada escalada dialéctica de esta semana de Basagoiti contra el lehendakari. Pero es evidente que intentan distanciarse del PSE tanto o más que éstos del PP. El líder popular vasco sabe que el día después de las autonómicas se dirimirá la partida de los pactos y su juego mira esta vez al PNV, no al PSE. Sin olvidar que Rajoy, pese a su mayoría absoluta, intenta no recorrer en solitario el difícil camino de los recortes y que los llamados al entendimiento son, primero CIU, pero también los jeltzales. A día de hoy, sin éxito.
Todo apunta a que socialistas y populares pactarán el grueso del contenido de la ley de cajas. Básicamente porque su razón de ser es abolir la norma actual que elaboró el PNV según sus intereses. Otra cosa será la posterior configuración de alianzas para elegir primero a los responsables de las cajas y luego a la dirección de Kutxabank. El PNV intentará preservar su mayoría y el PP no perder espacios de poder. Dos argumentos que parecen invitarles al entendimiento.
Con la Ley Municipal todo parece mucho más nítido. El PSE ha redactado un proyecto que clarifica las competencias y concede entrada a los ayuntamientos al sacrosanto Consejo Vasco de Finanzas, el órgano (integrado por tres representantes del Gobierno autónomo y uno de cada diputación) que establece cómo se reparten el dinero Lakua y los tres ejecutivos forales. Luego, éstos deciden lo que entregan a sus ayuntamientos. Acostumbra a ocurrir que los gobernados por el partido que manda en el palacio foral suelen salir mejor parados.
El Gobierno de López quiere incorporar a los consistorios al consejo y que allí y con su voto se reparta la mitad del dinero municipal. Las diputaciones decidirían luego cómo distribuir la otra mitad de los recursos de los ayuntamientos.
Este modelo es evidente que quita poder a las diputaciones. Además, obliga a modificar otro tótem de la autonomía vasca, la LTH (Ley de Territorios Históricos), la norma que cuando se aprobó sirvió para explicar la ruptura del PNV y el nacimiento de EA. Es bastante probable que jeltzales y populares tumben el proyecto y que el asunto vuelva a quedar hibernado.
Las potencialidades de la ponencia por la paz que mañana echa a andar constituye una completa incógnita. Otra tanto ocurre con el debate sobre las duplicidades y los despilfarros que propicia el complejo modelo institucional vasco. No se prevé que el corolario a las comparecencias de expertos vayan a ser propuestas de cambios legislativos para su tramitación inmediata. Las ideas quedarán para los programas electorales de las autonómicas.
Nervios
El PP vasco, de la mano del tándem Basagoiti-oyarzábal, ha llevado a cabo en los últimos años un laborioso viaje al centro. Su moderación le ha permitido salir del aislamiento y convertirse en un actor activo más de la política vasca en lugar del ‘outsider’ que era con anterioridad.
Los conservadores esperaban recoger los frutos de este giro en forma de nuevos apoyos en las próximas elecciones. Pero han empezado a albergar no pocas dudas de que vaya a ser así por dos razones.
Visto lo sucedido en Andalucía, el PP vasco teme que la dureza del ajuste que está acometiendo el Gobierno de Rajoy ante la gravedad de la situación del país les pase factura. Además, el hecho de que los sondeos vaticinen que serán el PNV y la izquierda abertzale los que se disputen la victoria en las autonómicas les lleva a sospechar que algunos de sus votantes podrían acabar por respaldar a Iñigo Urkullu para evitar el triunfo de Sortu. Impedir ese ‘PNV versus izquierda abertzale’ es desde ya objetivo prioritario, en este caso compartido con el PSE.