EL MUNDO – 07/05/15 – VICTORIA PREGO
· Ahora entra en la escena andaluza el segundo actor principal de esta obra que no acaba de estrenarse. El PP se había mantenido hasta ayer en un plano de absoluta distancia como si la investidura ya fuera cosa de otros. Pero, fracasado el intento de Susana Díaz de engatusar a los nuevos partidos con promesas metidas en su discurso como quien llena una piñata con golosinas diferentes, ha llegado la hora de la verdad.
Hay que admitir que los dos partidos pequeños se estaban jugando mucho en estas negociaciones andaluzas, las primeras en las que ellos van a fijar posición y en las que pueden sufrir su primer y decisivo patinazo. Por eso exigen más que palabras: quieren hechos, quieren acuerdos firmados y quieren amarrar su apuesta para no poner en riesgo lo que les espera a continuación, las elecciones del día 24 y después las generales.
Tiene razón Albert Rivera reclamando que la renuncia de Chaves a su escaño se concrete ahora y no cuando acabe la legislatura. Y tiene razón también al pedir que los acuerdos alcanzados se rubriquen antes de la votación de investidura.
Pero este camino ya ha llegado a término. Y ahora le toca el turno al PP, que tiene una difícil papeleta ante sí porque si la investidura de Susana Díaz no fuera finalmente posible, que nadie tenga duda de que la responsabilidad de un escenario semejante se le adjudicaría, con razón, al Partido Popular y más concretamente al propio Rajoy. Y eso porque la realidad es que el PP es un partido de gobierno, no uno de apoyo, o uno testimonial, y no puede permitirse la frivolidad de forzar hasta lo insoportable la prolongación de la incertidumbre política en la comunidad andaluza.
Ahora que ha hecho sufrir a la presidenta durante una temporada y después de haber hecho doblar la cerviz a Díaz, Moreno Bonilla tiene la oportunidad de exhibir su perfil más institucional. Y es exigible que lo haga y que facilite la investidura de la socialista en aras del interés general y quizá habiendo conseguido de ella algún gesto que pueda exhibir como trofeo político.
Sin embargo, es muy dudoso que se alce con el acuerdo de que se permita gobernar a la lista más votada porque eso, que aseguraría la victoria del PP en muchas de las grandes ciudades andaluzas, privaría en la misma medida al PSOE de alzarse con el poder mediante pactos con otras fuerzas perdedoras. Y ahí se juega ya con los intereses del PSOE a nivel nacional, no sólo andaluz. Pero el papel del líder popular no puede ser el mismo que el que han representado Ciudadanos y Podemos. Ahora estamos hablando de palabras mayores y al PP le corresponde dar un paso al frente antes de llegar a empujar a Díaz hasta el borde del abismo y demostrar así a los electores de todas las comunidades que es el partido fiable que asegura ser.