Fernando Garea-EL CONFIDENCIAL
- Varias encuestas acercan los dos partidos al empate en las elecciones autonómicas del 14 de febrero, mientras los de Abascal renuncian a hacer política desde las instituciones
“El PP se caracteriza por sus actuaciones cosméticas, como es el caso de esta iniciativa legislativa, pero el tiempo de actuar de ese modo ha pasado y el PP persevera en no querer rendirse a esta evidencia. Ni con millones de kilos de maquillaje en la cara pueden ustedes ocultar ya su verdadera cara al pueblo español. Son ustedes corresponsables de todos los problemas de España junto con el Partido Socialista Obrero Español”, dijo el diputado de Vox José María Sánchez García en su dura intervención desde la tribuna para rechazar la proposición de ley del PP para sustituir el estado de alarma. Tan duras fueron sus palabras que, finalmente, superaron con creces las de todos los demás partidos, incluidos los llamados por la derecha “separatistas y socialcomunistas”.
Mientras se mira a la intensa y abierta disputa que sube de tono por días en el seno del Gobierno de coalición, se desarrolla otra guerra cruenta en la oposición, en el espacio político que va desde el centro hasta la extrema derecha. Y esta última batalla presenta la característica diferencial del escenario donde se desarrolla, porque el PP prefiere el institucional del Parlamento, donde lidera la oposición, y Vox se decanta abiertamente por el de la calle, las redes y la actividad al margen del radar de los grandes medios de comunicación, como hizo cuando las caceroladas contra el estado de alarma.
Ya empezó a hacerlo en junio, cuando abandonó con un portazo la Comisión de Reconstrucción del Congreso, y en septiembre, cuando hizo lo mismo con la de la Asamblea de Madrid. Como dejó dicho esta semana el expresivo diputado de Vox en el Parlamento de Andalucía Alejandro Hernández: “¡A la porra, a tomar por culo!”. Desde que Pablo Casado rompió con Vox en el debate de la moción de censura de Abascal, el PP busca el espacio en el centro o la moderación. Aparentemente, le favorece la estrategia de Vox, porque le deja todo ese espacio libre. Y aparentemente, la moción de censura ha impulsado esa estrategia y le ha dejado como líder solitario de la oposición.
Solo aparentemente, porque Vox ha cedido en la política institucional o parlamentaria para centrarse en otras vías no detectables: en cierto modo, se ha convertido en un partido antisistema o, en todo caso, al margen del sistema. A los populares les queda la presentación de iniciativas parlamentarias que rechaza el bloque de investidura y, en algún momento, la política institucional para pactar vacantes institucionales como el Consejo General del Poder Judicial o el Tribunal Constitucional. A Vox no le interesa ese escenario y por eso lo entrega, renuncia a él.
Y esa estrategia al margen del sistema institucional muestra algunos indicios de éxito, aupados con algunos caldos de cultivo como la migración, el castellano, la educación y la crisis económica. Por eso, el PP pugna por esas banderas, como muestra el fin de semana de Casado: viaje a Canarias para poner el foco en la migración y manifestación sobre la ley Celaá. En el caso de la ley de educación, el PP ha sabido y podido tomar la delantera a Vox combinando la calle con el rechazo institucional, primero en el Parlamento y ahora en los gobiernos autonómicos. El partido de Abascal ha renunciado a la institucional.
La pugna tendrá un primer examen el 14 de febrero en las elecciones catalanas, con un temor que condiciona al PP: que Vox pueda lograr el sorpaso, es decir, que supere por primera vez a los populares. Si llegara a ocurrir, tendrá efectos enormes en la política nacional y en el liderazgo del centro y la derecha.
Ese temor es el que condiciona al equipo de Casado para desear ir en coalición con Ciudadanos, como ya hizo en el País Vasco. Esa candidatura conjunta diluiría la lógica caída de Ciudadanos e impediría el sorpaso de Vox al PP.Ya en las elecciones generales de hace un año, el PP tuvo en Cataluña 288.000 votos, frente a 244.000 de Vox, es decir, solo una diferencia de 44.000 votos. Y el Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) de la Generalitat (el CIS catalán) atribuyó esta semana al PP un ligero ascenso, pero la posibilidad de empate con Vox a ocho escaños.
Una situación similar reflejaba esta semana el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que, además, ninguneaba en sus resultados el efecto electoral del giro centrista de Casado.
Moncloa interpreta por esos resultados que la moción de censura, en contra de la deducción general, no solo no frenó la transferencia de votos de Vox al PP, sino que la tendencia se invirtió y ahora es el partido de Abascal el que recibe votos de los populares
Moncloa interpreta que la moción de censura no solo no frenó la transferencia de votos de Vox al PP, sino que la tendencia se invirtió
El miércoles, en la sesión de control en respuesta a Casado, el presidente del Gobierno repitió de forma muy sobreactuada la referencia a Trump para vincular el PP a la estrategia del aún presidente de Estados Unidos, basada en poner en cuestión el sistema y actuar desde fuera de él.
En realidad, el forzado argumento del presidente del Gobierno y sus asesores es más creíble si se dirige contra Vox, ahora abiertamente antisistema y siempre poniendo en cuestión el sistema, por ejemplo, cuando habla de Sánchez como “presidente del Gobierno ilegítimo”.