Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

El molt honorable quiere preguntar a la ciudadanía si desea la independencia de Cataluña. No, no es seguro que vaya a preguntárselo también a usted, pues su interpretación del articulo 92 de la Constitución es más bien restrictiva y, perdone que se lo recuerde, pero su opinión no le importa nada. Más bien le molesta. Pero sea como sea creo que la pregunta debería estar acompañada de alguna información sobre el coste que conllevaría una respuesta afirmativa. ¿Cuánto cuesta su independencia, señor Aragonés, a quienes ni la queremos ni nos va a dejar votarla?

Veamos. Siempre pensé que el precio de la humorada era tan elevado que desluciría el proyecto. Cataluña tiene una deuda propia que asciende a 85.986 millones de euros, de los que 71.852 se los debe al Estado, previo a las condonaciones prometidas. Si suma esa cantidad con el porcentaje que les corresponde de la deuda del Estado -si se llevan los activos allí localizados quizás deberían considerar el llevarse también su parte alicuota de los pasivos, digo yo-, la suma total alcanza casi los 330.000 millones. Si dividimos la deuda común por habitante superaría los 380.000 si hacemos el reparto en función del PIB. Cualquiera de las dos cifras condenaría a la quiebra al nasciturus de la nueva y flamante república antes de dar su primer paso, porque, ¿aceptarían los acreedores el cambio de deudor, quién les financiaría, tras haber provocado la ruptura de un país europeo, a qué coste?

Pero los independentistas han encontrado la fórmula mágica para sortear tan extrema dificultad. Una fórmula que además de mágica es extraordinariamente favorable, para ellos, claro. Han hecho (?) cálculos y han llegado a la conclusión de que ellos no le deben nada al resto de los españoles y que somos nosotros quienes tenemos una deuda acumulada de nada menos que 450.000 millones. Y eso que no incluyen lo que le dejamos de pagarle al bueno de Wilfred ‘el Pelós’. De aceptar tan sorprendente conclusión -que no está basada en sesudos estudios sino en ardientes soflamas-, la república arrancaría su andadura libre de cargas y ¡con tesorería positiva! Un ejemplo para toda la Europa manirrota. A su lado, el episodio evangélico de la multiplicación de los panes y los peces se quedaría en mera anécdota contable sin importancia. Si para los catalanes, la independencia carece de coste, ¿qué pasa con el resto de los españoles? Pues que tal situación elevaría el porcentaje de deuda sobre PIB hasta cerca del 130% e incrementaría la deuda per cápita en más de 6.000 euros. Todo eso suponiendo que se mostrasen magnánimos y no reclamasen el pago del exceso que existe entre su deuda actual ‘contabilizada’ con todos y la del resto con ellos, ‘estimada’ por ellos mismos.

Imagino que nada de esta locura va a suceder, pero tampoco imaginé que llegaría la amnistía

No se asuste. Imagino que nada de esta locura va a suceder, pero le recuerdo que tampoco imaginé que llegaría la amnistía y llegó, aunque nadie sepa aún si llegó para quedarse. En cualquier caso esto es lo que nos jugamos con esta broma. Por supuesto que la independencia tendría muchos más costes, aquí tan solo me he referido a los flujos financieros de deuda. El Gobierno nos asegura que no está de acuerdo con este planteamiento y que no negocia nada de esto. También dijo exactamente lo mismo antes con la sedición, los indultos, la malversación y la amnistía. ¿Debemos creerle ahora? Si eso es lo que pretende y una vez encauzada la amnistía debería desvelarnos el contenido de sus conversaciones con Junts y ERC. ¿De qué hablan en ellas?

Si el problema de la financiación autonómica es ya de por sí endiablado y lleva más tiempo atascado que la renovación del CGPJ, ¿cree usted posible alcanzar un acuerdo en el sistema de financiación autonómica con este preámbulo? Pues no, desengañémonos, no lo es.