JUAN CARLOS VILORIA-EL CORREO

  • ¿Cuánta tensión soportaría el soberanismo sin dinamitar el Gobierno Sánchez?
La cuestión es si después del 14-F los independentistas en Cataluña lo volverán a hacer o no. Si se repetirá el ‘procés’ o tomarán un camino alternativo. El ensayo ilegal del 1 de octubre de 2017 arrojó un balance claramente negativo desde el punto de vista práctico. Aplicación del artículo 155, huida del president Puigdemont, fuga de miles de empresas, juicio y prisión para los líderes de la sedición. Pero en el otro platillo de la balanza constituyó una exhibición de fuerza para los que sostienen que Cataluña tiene un problema político que hay que resolver por encima del marco jurídico político constitucional. El Gobierno de coalición y los partidos que apoyaron la investidura han aceptado ese relato. El relato del conflicto de raíz política. En comparación con el contexto de 2017 con un Gobierno de Rajoy, la situación posterior al 14-F será mucho más favorable a los intereses de los independentistas. El problema es cuánta tensión puede soportar la cuerda soberanista sin dinamitar el Gobierno de Sánchez. De momento, la opinión mayoritaria parece haber metabolizado el embeleco de los indultos a los condenados por el referéndum ilegal. Además, y antes incluso de conocer los resultados electorales, Sánchez ha aceptado poner la mesa y el mantel para una negociación sobre el derecho de autodeterminación de Cataluña y la amnistía general.

Eso ya está conseguido antes de ir a las urnas a cambio del apoyo al Gobierno de Madrid. Es como si se estuviera gestando el ‘procés’ bis, pero ahora con la benevolencia del Gobierno central. Illa ha enseñado en campaña algunas cartas con las que piensa jugar la partida en esa mesa por la autodeterminación y la amnistía. Hablamos de una hacienda catalana equivalente al Concierto Económico vasco, hablamos de condonar la gigantesca deuda de la Hacienda catalana, hablamos de una reforma constitucional federalizante y asimétrica para que la nación catalana encuentre un estatus de privilegio. Sin contar metas volantes ya alcanzadas en la Ley de Educación que suprimen el castellano como lengua vehicular. Eso antes de empezar a hablar y de que se conozca la fuerza real de cada formación política.

Si el bloque independentista gana las elecciones, al margen de si queda primero la Esquerra de Junqueras o el Junts de Puigdemont, la partida en la mesa de la autodeterminación Sánchez la tiene perdida si quiere seguir en la Moncloa. Pero si el ganador es el candidato del PSC entonces el ‘procés’ bis será más lento y sinuoso. No hay que olvidar que en la cocina de ese ‘procés’ estará el ministro Iceta. El que pidió diez años para ‘des-españolizar’ España y pactar un referéndum de autodeterminación.