EL PAÍS 19/01/14
· La red exterior de la Generalitat no logra sumar adeptos a la consulta
· Cataluña traslada de Nueva York a Washington su delegación estadounidense para intensificar los contactos
La complicidad de la comunidad internacional es uno de los puntos clave en el plan del presidente de la Generalitat, Artur Mas, en el camino hacia la consulta soberanista. “El mundo nos está mirando”, suele repetir cuando quiere revestir el proceso soberanista de solemnidad. El líder nacionalista pretende un aval internacional a su consulta si la convoca sin el permiso del Estado. Por ello la red catalana en el exterior trabaja sin descanso para encontrar aliados en el mundo, aunque de momento, se ha topado con un muro de silencios, evasivas y negativas.
La falta de respuestas positivas a la carta que Mas envió a los líderes europeos buscando apoyos a la consulta es una prueba de ello. Un simple acuso de recibo como el de José Manuel Durão Barroso, presidente de la Comisión Europea, fue recibido como un éxito en el palacio de la Generalitat. “La respuesta ha decepcionado al Gobierno español porque muestra interés por la consulta en Europa” , llegó a decir el consejero de Presidencia, Francesc Homs. En su análisis, el portavoz catalán obvió que Barroso repetía en su carta que Cataluña quedaría fuera de los tratados.
La Generalitat tiene tres vías para explicar el proceso soberanista al mundo: la figura del propio Mas, tanto en viajes al exterior como en entrevistas a medios internacionales; Diplocat, la red de diplomacia pública creada para que voluntarios catalanes vendan el plan independentista; y las cinco delegaciones catalanas en el exterior, centradas en su vertiente más política.
“Detectamos interés por el proceso. Pero complicidad, no”, reconoce Francesc Gambús, director general de acción exterior de la Generalitat. Gambús tiene el encargo de impulsar y desarrollar los contactos bilaterales entre el Gobierno catalán y otros Ejecutivos y coordinar el trabajo de las delegaciones catalanas en el exterior: la Generalitat tiene unas 70 oficinas, la mayoría de carácter comercial. Las que concentran las gestiones políticas son cinco: Bruselas, Londres, París, Berlín y Nueva York. “No se trata de hacer de lobby, sino de extender la gestión política de la Generalitat. Y aquí entra el proceso soberanista”, recalca.
A excepción de la de Bruselas, centrada en las autoridades comunitarias, estas oficinas buscan la interlocución con el Ministerio de Asuntos Exteriores. Gambús apunta que el trato es, en general, bueno. “Hay unos niveles de relación basados en la confianza cultivados durante muchos años”, explica el director general de acción exterior de la Generalitat, que destaca también la coordinación con los departamentos de finanzas: hasta el proceso soberanista, la función de las embajadas era principalmente económica. La confianza no ha derivado en ningún apoyo de los interlocutores que tiene el Gobierno catalán en la comunidad internacional. Las cinco delegaciones políticas trabajan en ello, de momento, sin frutos.
Bruselas. De entre las delegaciones que Cataluña tiene en cinco países, la de Bruselas es, de largo, la que tiene más medios. Pero la veintena de trabajadores con la que cuenta la administración catalana en la capital europea (existe una delegación, dos oficinas para promover las exportaciones y las delegaciones de las agencias para promover la cultura y el turismo) no suponen una excepción en una ciudad en la que España tiene tres embajadores y en la que el land alemán de Baviera emplea a una treintena de personas.
Además de la más potente, la delegación catalana en Bélgica supone un caso aparte respecto al resto de embajadas del Gobierno de Artur Mas. En la capital europea, los esfuerzos de los catalanes no se centran en promover las exportaciones, como en Londres, París o Berlín. Bruselas importa porque acoge a las instituciones europeas y ahí es donde se desarrolla la mayor parte de la actividad. Las gestiones de la delegación han permitido que Artur Mas se haya entrevistado hasta la fecha con 20 de los 28 comisarios europeos.
· La delegación de Bruselas es, de largo, la que cuenta con más medios
Pero estos contactos no han servido para que las instituciones europeas respalden el mensaje de la Generalitat. Los miembros de la Comisión Europea han dejado claro en numerosas ocasiones que si Cataluña se independizara quedaría fuera de la UE, y que solo podría volver a formar parte del club europeo si los 28 socios estuvieran de acuerdo. El presidente comunitario, José Manuel Durão Barroso, rechaza involucrarse en el conflicto por tratarse de un asunto interno español.
Londres. La Delegación de la Generalitat en Londres no tiene prácticamente relaciones con el Gobierno británico: su contacto se realiza fundamentalmente a nivel de funcionarios a través del Foreign Office. El contacto con la clase política británica se lleva a cabo a través del Parlamento y de los partidos políticos. Con el Ejecutivo escocés las relaciones son fundamentalmente a nivel técnico, acerca de cuestiones relacionadas con inversiones económicas o asuntos medioambientales, eludiendo siempre la delicada cuestión de la independencia. Con Gales las relaciones son mucho más fluidas. El ministro principal galés, Carwyn Jones, visitó Barcelona a principios de 2013.
El actual delegado, Josep Suárez, tiene un perfil técnico y asumió el cargo en mayo de 2011 tras pasar 10 años al frente del Banco de Sabadell en Londres, en el que antes había sido director de Recursos Humanos y director de Comunicación.
Berlín. La Delegación del Gobierno de Cataluña en Alemania y Austria rehúsa comentar si programaron actividades o actos para promover en Alemania la consulta independentista que propone la Generalitat para noviembre de 2014. Puede contarse entre ellos la “Conmemoración de la Diada Nacional” celebrada el 13 de septiembre en unas dependencias berlinesas del gigante financiero Deutsche Bank. La Secretaría de Asuntos Exteriores de la Generalitat se congratula de la asistencia de “más de 200 personas” al acto, donde habló la delegada Mar Ortega sobre los hechos históricos de 1714 y su relación con el presente. Pero el clímax de la ceremonia fue la asistencia del expresidente de la Generalitat Jordi Pujol.
En el Ejecutivo berlinés insisten, sin embargo, en que el “único interlocutor válido” para la Cancillería es el Gobierno de España. Lo que pase en Cataluña, recuerdan, es una cuestión de política interna española.
Nueva York. La delegación de la Generalitat en EE UU concentra su actividad en dos frentes. Hasta ahora, la sede de la embajada catalana estaba ubicada en Nueva York, desde donde podía desarrollar mejor su cometido económico. Pero con el proceso soberanista en marcha, el Gobierno catalán ha decidido que el delegado Andrew Davis se traslade de Nueva York a la capital, Washington, para extender sus contactos políticos. “Este es el único cambio en las delegaciones relacionado con el proceso”, asevera Francesc Gambús, quien señala que Davis irá combinando sus estancias en Washington con los contactos en Nueva York. “En Washington está la Casa Blanca y se concentran los think tank, pero también hay que estar en Nueva York: está Naciones Unidas y es importante seguir trabajando ahí”, concreta.
En su reciente reunión con Mariano Rajoy, el presidente estadounidense, Barack Obama, soslayó una pregunta sobre la independencia de Cataluña, que respondió el presidente español. La única opinión de la Casa Blanca sobre el proceso soberanista llegó en febrero del año pasado a través del portal de peticiones del Gobierno estadounidense We the people, que obliga al Ejecutivo a posicionarse si la petición llega a 100.000 firmas. La petición catalana alcanzó 33.000 (el baremo mínimo era entonces de 25.000) y obligó a la Casa Blanca a posicionarse, a través de un escrito de Caitlin Hayden, adjunta del portavoz de seguridad nacional. El escrito reconocía la singularidad catalana, pero subrayaba que el proceso soberanista es “un asunto interno español” que debe solucionarse “de acuerdo a las leyes y la Constitución”.
París. Aparte de la carta de Mas que incumplía el protocolo y que cayó mal en París, no parece que exista una ofensiva diplomática catalana en Francia. El país sigue presumiendo de centralismo, tiene sus propias tensiones nacionalistas o regionalistas en Córcega, País Vasco e incluso Bretaña, y parece imposible que vaya a tender la mano a una nación catalana mientras Madrid se oponga. Las declaraciones de los mandatarios franceses siempre han ido en la misma dirección: “Confiamos en lo que haga Madrid”.
Luego, los diplomáticos españoles conviven con los delegados catalanes sin mayores problemas, y unos y otros participan a menudo en los actos de la embajada española y en eventos bilaterales de Marca España o la Fundación Diálogo. La responsable de la delegación catalana en París es Maryse Olivé Quintana, nacida en Perpiñán en 1948, exconcejal de Figueres, profesional del mundo de la educación y licenciada en filología francesa. Su función en Francia consiste en apoyar al Gobierno catalán y fomentar las relaciones bilaterales con la República Francesa.
Con información de Walter Oppenheimer, Luis Doncel, Miguel Mora y Juan Gómez.