ABC-LUIS VENTOSO

El PSOE ha perdido la E y se ha quedado en el Partido Sánchez

SÁNCHEZ no ha resultado un dirigente cabal, sino un insensato sin escrúpulos que no duda en destruir el partido que con tanto desacierto ha dirigido. Hemos sabido que ha mentido sin escrúpulos a sus compañeros. Hemos comprobado que sus oscilaciones a derecha e izquierda ocurrían únicamente en función de sus intereses personales, no de sus valores e ideología.

Lo anterior me lo he agenciado de la hemeroteca de otro diario, porque retrata con claridad y rigor la trayectoria política de Pedro Sánchez y su elástica relación con la verdad. Se trata de un editorial del principal periódico pro PSOE, publicado el 1 de octubre de 2016, un día antes de que Sánchez se viese forzado a dimitir como secretario general. Su caída llegó tras un Comité Federal grotesco, en el que hubo insultos, gritos y hasta sollozos. El asunto de fondo que desató aquella gresca tabernaria en las entrañas del partido sigue vivo y puede marcar ahora el buen o mal futuro de España. Lo que en último extremo se debatía entonces era si Sánchez podía gobernar con el apoyo de los separatistas y Podemos, como él quería, o si esa operación debía ser abortada por el bien del país. Con Sánchez se alinearon los barones filonacionalistas, como Iceta, Armengol, Idoia Mendía, Odón Elorza, Batet …. En contra, todo el PSOE con un mínimo sentido de Estado, incluidos seis de sus siete presidentes autonómicos. Ximo Puig, Vara, Lambán, Page, y muy especialmente Susana Díaz, apoyaron la operación para descabalgar a Sánchez, muñida entre bambalinas por Rubalcaba y González y alentada incluso por Zapatero.

Tras una asombrosa resurrección política, que sin duda tiene su mérito, Sánchez acabó consumando la operación que en 2016 le había costado la cabeza. Y ahora promete agravarla, pues pretende gobernar coaligado con un partido comunista antisistema y con el sostén de ERC, cuyo dirigente máximo cumple 13 años de cárcel como cerebro de una sedición para proclamar una república independiente. Sin embargo esta vez no están emergiendo socialistas patriotas dispuestos a frenar el desatino. Al PSOE se le ha ido escurriendo la E de «español» y ahora es lisa y llanamente el Partido Sánchez. Sonroja ver a Felipe González, o a Page, lanzando sutilísimos pellizquitos de monja, en lugar de advertir a las claras que apoyarse en partidos separatistas antiespañoles para gobernar España es inaceptable. Abochorna contemplar a Susana Díaz, que detesta a Sánchez con todo su alma, peloteando sin rubor ni memoria al que ahora llama cariñosamente «Pedro».

¿Qué ha cambiado? El político al que aquel periódico amigo llamaba hace tres años «dirigente sin escrúpulos» ostenta hoy el poder. La facción más cabal del socialismo sabe que el plan de Sánchez es estricnina para España, pero calla para no perder sus canonjías. Si queda un poco de vergüenza y patriotismo todavía están a tiempo de reaccionar. Al fin y al cabo, como explica Soraya Rodríguez, que se largó del PSOE asqueada, «nadie ha explicado tan bien lo malo que es un Gobierno con Podemos como el propio Pedro Sánchez». Eso sí, era el Sánchez de hace dos meses, antes de la enésima mutación.