El PSC, la izquierda y España

LIBERTAD DIGITAL 24/04/14
CRISTINA LOSADA

Nueve miembros de la ejecutiva provincial del PSC de Gerona, de un total de treinta y tres, acaban de darse de baja como dirigentes, por ser partidarios del derecho a decidir y del proceso independentista. Estas bajas, como otras anteriores, han obtenido su buena cuota de publicidad, presentándose como nuevo signo de una crisis cuasi terminal del partido de los socialistas catalanes. Es cierto, es evidente, que el PSC sufre una crisis, y una crisis de identidad. Pero estos portazos y esas rebeliones de su sector nacionalista –catalanista, se autodenominan– no son mal síntoma. Al contrario.

Igual hay que recordar lo obvio una vez más: antes de estas sonadas bajas de dirigentes, en el PSC se dieron de baja los votantes. Unos votantes que no han podido abandonar al PSC por considerarlo en exceso españolista, por la sencilla razón de que no lo ha sido en absoluto. Ha sido un partido catalanista, que con Maragall y Montilla en la Generalidad demostró que no era ninguna alternativa al nacionalismo, como muchos creyeron con alguna ingenuidad, sino que era tan nacionalista como los nacionalistas. El propio Montilla, recuérdese, alentó la manifestación contra la sentencia del TC que podó por inconstitucional aquel nuevo Estatuto de autonomía propulsado por Maragall con el apoyo de ZP.

Señal de la confusión que afecta a la identidad del PSC es esto que dijeron los dimisionarios de Gerona: «No tiene sentido que el partido no construya una alternativa de izquierdas«. Hombre, si toda su discrepancia está en que apoyan el proceso independentista, en que son compañeros de viaje de los separatistas, en que coinciden en tantas y tantas cosas con el nacionalismo, ¿para qué demonios quieren una alternativa de izquierdas? Seguro, sí, que ellos se sienten de izquierdas, más cuando la izquierda ante todo es sentimiento, y eso es gratis. El problema, su problema, está en que el nacionalismo prevalece: recubre y condiciona todo lo demás. Como lo certifica que se vayan no porque el PSC haya dejado de ser de izquierdas, sino porque se descuelga del proceso secesionista de Artur Mas.

Ahora bien, en esa queja por la falta de una «alternativa de izquierdas», sea lo que fuere, que a saber, asoma la gaita la cuestión de fondo. Porque la conversión del PSC al nacionalismo no se explica sólo por los rasgos peculiares de dicho partido, por el sesgo catalanista de sus dirigentes. No. Tiene que ver con los prejuicios anti-españoles que adquirió la izquierda, toda la izquierda, bajo la dictadura. Con su aceptación de la fábula nacionalista que presenta a España como cárcel de pueblos, como Estado construido mediante la opresión y el genocidio cultural (o el genocidio a secas) de sus pueblos-naciones. Y con la concesión al nacionalismo del sello, tan preciado por la izquierda, de progresista.

No es el PSC el único que tiene problemas para defender la unidad de España. Los tiene gran parte de la izquierda, y los tiene, naturalmente, el PSOE. Si no los tuviera, Rubalcaba no estaría respondiendo al desafío de Mas con el artilugio federal, esa imposible tercera vía entre España y no España.