EL MUNDO 18/11/13
Pere Navarro logró ayer el golpe de autoridad que buscaba para consagrar el giro del PSC con respecto a la consulta soberanista. Un 83% del Consejo Nacional de los socialistas suscribió el desmarque a la «hoja de ruta» independentista de Artur Mas y Oriol Junqueras.
Las tesis de la dirección se enfrentaron finalmente a las de los críticos en votación secreta, y el resultado fue concluyente. A partir de ahora, el PSC no dará ningún paso al lado de las formaciones que defienden el derecho a decidir si éste no está previamente acordado con el Gobierno central, como sucedió, afirman, en Quebec y Escocia.
El partido, que ayer exigió a los críticos –todos encuadrados en el ala catalanista– «respeto» por la decisión de la mayoría, sabe que el próximo capítulo del serial tendrá lugar en el Parlament en la primera semana de diciembre, cuando se votará la propuesta de llevar al Congreso la petición de convocar una consulta por la vía del artículo 150.2 de la Constitución. Los diputados del PSC díscolos que no se opongan «tendrán que devolver el acta o irse al grupo mixto», dicen en el partido.
Los principales representantes del sector crítico aceptaron la derrota tras la votación, pero dejaron abierta la puerta a romper la disciplina de voto en el Parlament. Àngel Ros, alcalde de Lérida y cabecilla de la corriente Agrupament Socialista, y Joan Ignasi Elena, de Avancem, no descartaron apartarse de la línea oficial en la propuesta que debatirá la Cámara. En ese caso, Ros podría incluso perder el favor del PSC para repetir como candidato a primer edil de su ciudad en 2015.
Aunque el desenlace fue el que había planeado la dirección del PSC, la tensión durante todo el día en la sede de la calle Nicaragua fue evidente, hasta el punto de que el inicio del Consejo Nacional tuvo que aplazarse una hora porque la cúpula y los críticos trataban de consensuar un texto. No hubo acuerdo, y finalmente los asistentes tuvieron que elegir entre dos propuestas de resolución.
Antes de la votación, Navarro, en uno de los discursos con más contenido político que se le recuerdan, había establecido nítidamente cuáles serán a partir de ahora las líneas rojas del PSC. El primer secretario de los socialistas catalanes denunció el «gran engaño» de los que dicen que quieren la consulta pero sólo buscan «un portazo» del Gobierno. «Hoy tenemos que decidir si tenemos un proyecto autónomo o nos sumamos a la hoja de ruta de otros, que lleva hacia donde no queremos ir», añadió, en alusión a la independencia.
Navarro también hizo referencia a los críticos cuando se quejó de que «el ruido» interno desvirtúa la posición del PSC en el debate identitario. «Hoy decidimos qué queremos, cómo lo queremos, sin engañar a nadie, sin equívocos», afirmó tras reiterar su apuesta por una reforma constitucional para construir una España federal, solución que a su parecer no será fácil pero que cuenta con el «compromiso» del PSOE tras la última Conferencia Nacional.
De momento, los socialistas, a diferencia de PP y Ciutadans, participan en la comisión de estudio del derecho a decidir que se reúne en el Parlament. Aunque en raras ocasiones se han alineado con el resto de fuerzas, su presencia allí les ha costado críticas de los dos partidos ausentes. Y, en un momento de baja forma de los partidos tradicionales, el PSC parece inclinarse por resistir en su feudo del área metropolitana de Barcelona, donde PP y sobre todo Ciutadans son ahora sus principales amenazas.
Al final, se pronunciaron 309 de los militantes que acudieron al Consejo Nacional, de los que 258 apoyaron la resolución planteada por la dirección del PSC. Otros 41, el 13,3 %, votaron a favor de la propuesta del sector crítico.
La resolución aprobada alerta del «error político» que supone «pretender fijar de forma unilateral fecha, pregunta y mecanismo legal para celebrar la consulta». «Un tema de tanta transcendencia debe partir de acuerdos políticos amplios y profundos. No queremos repetir la experiencia fallida del plan Ibarretxe», agrega el texto, que insiste en que la discrepancia del PSC «no está en los diferentes mecanismos que se puedan utilizar para hacer posible la consulta», sino en su negativa a «estrellar las posibles soluciones».