Enhorabuena, Pedro, estás un peldaño más cerca de tocar fondo. Lo de Brad Pitt a Edward Norton en El club de la lucha. El siguiente peldaño llega el 23-J. ¡Hala!, a la fosa. Ni un ápice de esperanza, ni una posibilidad de salvación, por pequeña que sea. Pudo haber hecho las cosas bien, poner punto final a su presidencia tras el semestre europeo, un paso al costado y elecciones en noviembre, cuando tocaba. Luego, confortable sillón en la cúspide de la OTAN. Un sustituto de transición en el partido, congreso extraordinario y refundación del PSOE. Una travesía del desierto de dos legislaturas para evitar la extinción.
«Hay partido, la remontada», lo animaban los coros y danzas del régimen. Se lo creyó por dos razones: él es el más alto y el más listo y Feijóo es un palurdo con cara de meiga
Optó por la vía que conduce al despeñadero. Azuzado por Tezanos y aconsejado por los brujos visitadores de la Moncloa (más que asesorar, descabellan),descartó el camino de salvación y se sumergió en el sendero del desastre. Pocas opciones tenía de sobrevivir. El debate era su única esperanza. «Hay partido, la remontada», lo animaban los coros y danzas del régimen. Se lo creyó por dos razones: él es el más alto y el más listo y Feijóo es un palurdo con cara de meiga.
Ni partido ni remontada. El cataclismo en directo, el humilladero en Atresmedia, pese a la ayuda de los moderadores de la contienda. Un Sánchez espídico, tóxico, acelerado, indigno, vulgar, arrogante, fullero, ansioso y faltón, sucumbió en el único pulso televisivo de la campaña. Se acabó. No va más. Ni siquiera sus medios orgánicos le concedieron el consuelo de la pírríca victoria. Ni siquiera Borrell cayó en una fosa tan profunda cuando el aparato se lo fumigó mediante un ardid tramposo (Almunia y Prisa). De ahí no se sale.
«Probablemente, usted se vaya», le deslizó, con venenosa sutileza, el líder gallego. Le estaba mostrando la puerta de salida. Lo mismo que ya se plantea en el seno de la familia socialista, abochornada por el espectáculo de Sánchez y sus Migueles, acollonada ante un horizonte de extinción, al estilo de lo ocurrido a sus homólogos italiano y francés. «Al fin y al cabo, somos una excepción, una anormalidad, ya sólo queda socialismo en Portugal», confesaba en la noche aciaga un ministro todavía en vigor.
La cuadrilla de los Pages. Que si el manchego, que si la Montero andaluza, que si la ceñuda Alegría. Puestos a delirar, se insiste en aquel Madina, la eterna joven promesa hacia ninguna parte
Un partido en busca de relevo. Un nombre para imaginar el futuro antes de que le devore el presente. Sánchez guillotinó a cuantos le hacían sombra, posibles relevos en el vértice del tinglado. Se canturrean nombres gastados, alternativas vanas. La cuadrilla de los Pages. Que si el manchego, que si la Montero andaluza, que si la ceñuda Alegría. Puestos a delirar, se insiste en aquel Madina, la eterna joven promesa hacia ninguna parte.
Busquen, busquen, se escucha en algunos despachos de Ferraz, donde el tragaldabas de Santos Cerdán ya hace las maletas. Gran culpable, enorme cobardón, insistente tramposo, pretendía controlar los ramales de la formación y sólo ha logrado pulverizar tanto el puño como la rosa.
Dan en mirar fórmulas diferentes, apuestas por la renovación. El viejo tic de los desesperados. Así, aparecen apellidos ignotos, como Ignacio Urquizu (45 años, Alcañiz, Teruel), que fue diputado, senador, volvió a la alcaldía de su pueblo y ahora la perdió. Sociólogo, tertuliano, columnista de todos los medios de la izquierda, es el ahijado político de Lambán, otro recién desalojado del sillón. También Juan Lobato (39, Madrid), secretario general del PSOE madrileño, recién derrotado por Ayuso, acaba de autoproponerse senador por la vía autonómica. Goza de simpatías en el partido y no ha logrado reunir demasiados enemigos. También Andrián Borbón (Mieres, Asturias, 48), un tipo atravesado, mal enemigo, socio de Adriana Lastra, mártir del caudillo saturnal.
Una hecatombe electoral
La carrera ya ha empezado. Ciego de vanidad, Pedro el narciso se ha inmolado, urbi et orbi, ante el altar de Su Sanchidad. Deja al partido en cueritatis en vísperas de una hecatombe electoral. Si supera los 105 escaños será un milagro que pocos auguran. Sus delfines bracean, sacan la cabeza en busca de cancha. Las quinielas enloquecen. Algunos miran hacia González, otros hacia el PSC. Borrón y cuenta nueva, piensan algunos mientras los pocos dirigentes que tienen una profesión, saben leer y no cuentan con los dedos emprenden el camino de la diáspora.