EL MUNDO – 16/01/16 – EDITORIAL
· La decisión de Pedro Sánchez de ceder dos escaños para que ERC y la antigua CDC puedan disponer de grupo parlamentario en el Senado ha levantado ampollas en su propio partido. Ayer Guillermo Fernández Vara, presidente de Extremadura, y Javier Lambán, presidente de Aragón, calificaron de «inexplicable» e «indeseable» la maniobra, que ha suscitado consternación en un amplio sector del partido. Susana Díaz se negó a hacer comentarios para no amplificar la crisis.
No hay justificación posible de un gesto de este calado hacia dos partidos que han proclamado su desobediencia a las leyes y su deseo de desconectar unilateralmente con el Estado. Ayer mismo, ERC hacía público que no va a acudir a las consultas del Rey, que, según uno de sus diputados, representa a una institución «auspiciada por el franquismo», ignorando que la Constitución fue ratificada en 1978 con un apoyo del 91% de los catalanes, un porcentaje mucho más alto que la media nacional.
El único sentido de la actitud de Sánchez hacia ERC y CDC es que pretende contar con su apoyo o abstención en su intento de formar un Gobierno alternativo con Podemos. Ahora mismo eso es una entelequia porque la formación de Pablo Iglesias pone unas condiciones inaceptables para el acuerdo.
La cesión de esos senadores permite visualizar, una vez más, que el PSOE es un partido dividido, sin un discurso único en lo referente a algo tan esencial como es el modelo territorial del Estado. Todavía está muy reciente la escisión interna del PSC en la etapa de Pere Navarro, motivada por el derecho a decidir, cuando un grupo de dirigentes abandonó el partido y se pasó a las filas del nacionalismo.
Hay que recordar también que fue el PSC el que se prestó, con la anuencia de Zapatero, a firmar el Pacto del Tinell a finales de 2003, por el que se comprometía a trazar un cordón sanitario con el nacionalismo para aislar al PP.
Ahora esas alianzas son mucho más peligrosas porque el independentismo catalán ha roto las reglas de juego y ha optado por una estrategia de ruptura con las instituciones del Estado. El PSOE no puede mantener una equidistancia ni llegar a acuerdos con partidos como ERC y CDC en permanente desacato de las leyes y de la Constitucion.
Es legítimo que Pedro Sánchez haga intentos por formar una mayoría alternativa a la del PP y Ciudadanos, que ya ha dejado claro que no se va a sumar a un frente contra Rajoy, pero lo que no sería entendido por sus bases es que alcanzara acuerdos con fuerzas políticas en las que su objetivo número uno es acabar con la unidad de España. En última instancia, estamos convencidos de que Susana Díaz, García-Page, Fernández Vara, Lambán y otros barones socialistas le impedirían cometer tal dislate, que provocaría un daño irreparable a la imagen del PSOE.
La estrategia de Sánchez es cada día más difícil de comprender. Puede que esté jugando a desgastar al máximo a Rajoy para forzar su relevo por otro candidato del PP, puede que se crea que es posible un acuerdo con Podemos, puede que todo sea una táctica para sacar el mayor rédito en el último momento.
Nos consta que PP, PSOE y Ciudadanos siguen negociando y que los canales de comunicación no están rotos. Eso es bastante alentador.
Lo que no nos podemos creer por su falta de lógica es que Pedro Sánchez llegue hasta el final en su negativa de pactar con Rajoy y acabe por forzar unas elecciones generales. Ello sería suicida por el elevado riesgo de que el PSOE podría empeorar sus resultados y ser sobrepasado por Podemos como segunda fuerza.
Además esa opción conllevaría que no habría un nuevo Gobierno hasta muy avanzado el mes de junio, con los efectos negativos que la incertidumbre siempre comporta sobre los mercados y la situación económica.
Lo que parece claro es que Mariano Rajoy no va a poder obtener la confianza de la Cámara en la primera votación de investidura, por lo que habrá que armarse de paciencia para esperar un acuerdo que podría llegar en el último minuto, como ha sucedido en Cataluña.
Entre tanto, la situación es de extremada confusión, puesto que los partidos presentan iniciativas parlamentarias como la derogación de la reforma laboral que carece de sentido tramitar hasta que no haya Gobierno. Podemos ha planteado una amplia batería de medidas que son un brindis al sol porque ni cuenta con mayoría ni pueden ser discutidas en estos momentos de vacío de poder.
Hay que formular la enésima apelación al sentido de la responsabilidad de los líderes de PP, Ciudadanos y PSOE para que sean capaces de ponerse de acuerdo en un Gobierno estable que acometa las reformas que este país necesita para seguir avanzando.
EL MUNDO – 16/01/16 – EDITORIAL