IGNACIO MARCO-GARDOQUI-El Correo

  • ¿Por qué los países del norte de Europa deben ser solidarios con quienes gastamos lo que no tenemos?

El ‘qué’ estaba claro desde hace mucho tiempo. Empezamos a acumular déficits públicos en 2008 y desde entonces no hemos parado de hacerlo. El resultado es una deuda de 1,454 billones que hemos financiado gracias a la suspensión de las reglas de estabilidad decretada por la Unión Europea para capear los efectos de la pandemia; a la disposición del Banco Central Europeo a comprar todas las emisiones que se le ofrecían; y al mantenimiento de una política de tipos de una generosidad temeraria. Pero esto viene de lejos, de mucho antes de la aparición del covid. Llevamos muchos años de ‘sedación profunda’ de los Presupuestos y parece que no nos hemos enterado del abismo en el que nos encontramos. Es muy fácil de verlo. Tenemos una ratio de deuda sobre PIB de más del 117%, cuando el compromiso inicial era no sobrepasar el 60%. La diferencia son más de 700.000 millones. Ni Nadia Calviño, en sus sueños más reconfortantes, prevé un crecimiento de la economía de tamaño tan descomunal. Más bien, todos nos conformaríamos con que no decreciese en los proximos ejercicios. Ni María Jesús Montero, en sus noches sevillanas más alegres, prevé un incremento de los ingresos de semejante tamaño. Y ni el mismísimo Pedro Sánchez, en sus noches monclovitas más oscuras, cuando le asaltan las dudas al leer las previsiones del CIS, está dispuesto a realizar el enorme ajuste de los gastos que sería necesario. Así que, ¡olvídese! Esto no tiene arreglo.

Ahora empezamos a atisbar el ‘cuándo’. La situación no tiene arreglo, pero tampoco el BCE puede consentir que, en cuanto ha anunciado el final de las compras, se hayan disparado las diferencias en las rentabilidades que son necesarias ofrecer para que ‘algún otro’ inversor compre deuda del sur. Romper el mercado financiero único sería un desastre y que quebrase algún país, otro, quizás mayor. Así que ya empieza a anunciar el establecimiento de algún tipo de mecanismo, aún no concretado, que permita mantener cercanas a las primas de riesgo de todos los países.

Los países ‘frugales’ han pasado la misma pandemia y están más cerca del foco de la guerra, así que no entienden la razón por la cual deberían ayudarnos a los que no hemos hecho lo que ellos han hecho para solucionar el tema. ¿Y qué han hecho? Lo mismo que usted, gastar lo que se tiene, concentrarse en salvaguardar sus ingresos y huir de los gastos exagerados. Aquí hemos seguido la política de máximo contento social, que convierte todos los deseos en derechos y todos los derechos en irrenunciables e inaplazables. Los gobiernos han preferido preguntarnos qué queremos, en vez de informarnos de lo que podemos. ¿Ha oído alguna queja de los sindicatos o alguna protesta de los colectivos que apacienta Irene Montero, vigila Ione Belarra o dirige Alberto Garzón, todo ello bajo la paternal mirada y el cálido abrazo de Pedro Sánchez?

La UE nos exigirá recortes. Que lo haga ya, para que cada palo aguante su vela

Del ‘cómo’ sabemos poco, pero nos enteraremos pronto. Recuerde que, hace un año, los ‘frugales’ consintieron en dotar un fondo de 750.000 millones de euros, que fue financiado en parte de manera mutualizada y repartido de forma discriminatoria entre todos los países miembros. Ahora vamos a pedirles más solidaridad, justo después de no haber aprovechado esa enormidad de dinero y tras haber seguido con nuestros déficits sin desmayo. ¿Se imaginan lo contentos que estarán con nosotros? ¿Por qué razón los contribuyentes del norte deben practicar sin desmayo la virtud de la solidaridad, cuando nosotros practicamos -sin desmayo también- el vicio de gastar lo que no se tiene?

A pesar de ello, lo harán, pero no sin antes exigir ajustes y recortes. Qué quiere que le diga. Ya puestos, prefiero que lo hagan pronto. Así cada palo aguantará su vela, no vaya a ser que la culpa de todo ello la tenga… ¡el siguiente inquilino de La Moncloa!