El rapto de Cataluña

JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 11/11/15

José María Carrascal
José María Carrascal

· Si Mas, Junqueras y compañía quieren estrellarse, allá ellos. Pero que no intenten llevarse lo que no es suyo.

Nadie diría, contemplando las caras del Govern de la Generalitat, que acababan de alcanzar su gran sueño: el inicio de la independencia de Cataluña. Eran caras de velatorio, de funeral, diría incluso de miedo. Con buenas razones. No habían sólo roto España, que poco les importa, sino también Cataluña y, de paso, su partido. Sin siquiera obtener que Mas sea president. Nunca hemos pagado tanto para obtener tan poco, decían las caras.

Empezamos a entender por qué Cataluña no ha sido nunca un reino ni un Estado-nación. Le falta lo más importante para ello. Todo lo que tiene su clase empresarial de creadora y organizadora, le falta a su clase política. Lo único que sabe hacer bien es llevarse el dinero público. No digo que todos los políticos catalanes sean como la familia Pujol. Digo que, al confundir gobierno y negocios, Cataluña ha perdido los treinta años más productivos de la historia de España, con otras comunidades ganando terreno.

Le ha faltado también algo fundamental en la política y en la vida: el timing, la sync, la acomodación a los tiempos que corren y a las circunstancias que reinan. Un proyecto secesionista dentro de una Comunidad Europea que busca su plena unidad es, cuanto menos, una extravagancia, cuanto más, una traición no ya a España en su conjunto, sino concretamente a los catalanes, que se venían preciando, con razón, de ser los más europeos, los más modernos, los más avanzados de los españoles, para encontrarse de golpe y porrazo embarcados en una apuesta que les aleja de Europa, de todo lo que occidente viene representando y, lo que es más peligroso, de la realidad, que suele ser implacable con aquellos que la ignoran, algo que sólo se explica por una de esas paradojas con las que la historia nos sorprende de tanto en tanto.

Estamos ante un anacronismo de mala muerte, ante una burla cruel del patriotismo, pues se hace invocando un amor a Cataluña fundado en el odio a España, cuando Cataluña es parte de España, por más que lo nieguen, y con esta locura lo están confirmando, tomando de paso a más de la mitad de los catalanes como rehenes.

Es lo que el Gobierno de la Nación –con mayúscula– no puede tolerar. Si Mas, Junqueras y compañía quieren estrellarse, allá ellos. Pero que no intenten llevarse lo que no es suyo: a los catalanes que no comulgan con sus ruedas de molino, a los que se sienten también españoles o a los que, sencillamente, eso del nacionalismo les trae sin cuidado, pues son espíritus libres, con la mente más amplia que una bandera o unas fronteras y buscan convivir en paz y armonía tanto con sus conciudadanos como con sus vecinos. Con todos esos, el Gobierno del Estado tiene el compromiso y la obligación de defenderles de aquellos que intentan secuestrarles en el gueto de una ideología periclitada.

JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 11/11/15