José Antonio Zarzalejos-El Confidencial

«Improbable, pero verosímil» y «posible» si Inés Arrimadas fracasa en el giro de Ciudadanos y Casado no consolida su liderazgo en el PP

«Él abandonó la política, pero la política no le ha abandonado a él». Coincidencia general entre los disidentes de Ciudadanos que se fueron del partido entre abril y noviembre del pasado año y de los que se quedaron, incluso colaborando activamente con Inés Arrimadas. «Es un yonqui de la política», asegura uno de los que fue estrecho colaborador del político catalán y que, en abierta y pública disidencia, dejó el partido. «He visto muchos líderes a lo largo de mi vida, pero lo de este chaval (sic) es especial: tiene encanto, carisma, engancha«, sostiene otro de los fichajes estrella, también fallido, del expresidente de Ciudadanos. «Es un ‘killer’ político», asevera uno de los fundadores de la organización igualmente distanciado personal y políticamente. Y continúa: «Tiene una vocación política irremediable. Un familiar suyo me contó como con apenas 15 años devoraba las páginas de las secciones políticas de los periódicos».

Algunas alertas se han encendido en el partido de Inés Arrimadas a propósito de la fulminante reacción de Albert Rivera a las críticas de Rodríguez Zapatero que aseguró que «Ciudadanos ha sido una de las peores experiencias de la democracia» y afirmó que prefiere que «Podemos esté en el Gobierno con el PSOE». El catalán no perdió un segundo y respondió: «Su crítica es un elogio viniendo del peor gestor económico que tuvo nuestro país», remachando que el expresidente es el «único exmandatario europeo que apoya a Nicolás Maduro». Y concluía con un alfilerazo: «¿Tiene algo que contarnos del Delcygate?». Este cruce entre Zapatero y Rivera se producía el pasado día 15 de junio, poco después de una sobreexposición del que fuera presidente de Cs con ocasión del nacimiento de su hija, fruto de su relación sentimental con Malú.

Existe una amplia coincidencia en que Albert Rivera está en un «duermevela personal y profesional» y que su actual presidencia del despacho Martínez-Echevarría, es «una fase transitoria» porque «intentará regresar». ¿Cuándo? Cuando las circunstancias le ofrezcan un hueco para hacerlo, una oportunidad, «un claro en el bosque». Tienen que alinearse un par de acontecimientos: el primero, es que Inés Arrimas fracase en su actual estrategia de aproximación al PSOE, esperar a ver si entra o no en la negociación del Presupuesto, cómo reacciona Cs a compatibilizar su entendimiento con Sánchez al tiempo que «le hace un favor a Iglesias» y se llama a «andanas sobre la mesa de diálogo con la Generalitat».

Las encuestas valoran bien el giro de la nueva presidenta naranja. Al margen de la del CIS, algunos sondeos, como los que dirigen José Juan Toharia y Andrés Medina, otorgan a la dirigente de Cs la mejor puntuación de todos los de ámbito nacional. «Por otra parte, Inés está blindada por Edmundo Bal en el Congreso y Luis Garicano en el frente europeo». De las elecciones gallegas y vascas en Cs no se «espera prácticamente nada», pero «si no llegamos a 15/18 escaños en las próximas catalanas, después de haber obtenido 36 en diciembre de 2017, la lectura política del dato va a ser pésima», reconoce un estrecho colaborador de la presidenta de Cs.

Además del eventual fracaso de Arrimadas —que asume riesgos pero cuya audacia está siendo muy bien considerada en ámbitos sociales y empresariales cualitativos—, Albert Rivera debería sumar una circunstancia adicional favorable: que vaya a más la fragilidad del liderazgo de Pablo Casado, porque en el PP «no hay alternativa ahora mismo a su presidencia, ni siquiera lo sería la de Núñez Feijoó, al que Madrid no le interesa» y que logrará, según los sondeos, una holgada mayoría absoluta el 12 de julio. «La apuesta de Casado no es Galicia sino Carlos Iturgaiz en el País Vasco y allí las cosas no le van a salir: en el mejor de los casos 7 escaños, uno menos en el peor, bajaría dos o tres y eso yendo en coalición con Cs que aunque no aporta mucho daría a la lista conjunta no menos de 20.000 votos».

Rivera, un hombre muy joven que ha sufrido en la política tanto como ha disfrutado de ella, especialmente en Madrid

Una exdiputada catalana de un partido enfrentado a Ciudadanos sostiene que «yo he visto a Albert con 27 años y solo tres escaños en el Parlamento de Cataluña ofrecer un recital dialéctico». A esta socialista le recuerda mucho —como contrafigura— «a Pedro Sánchez». Añade: «Todos le dimos por muerto políticamente en octubre de 2016 y sin embargo recuperó la secretaria general del PSOE y llegó a la presidencia del Gobierno con una moción de censura sin precedentes en nuestra democracia». El manual de resistencia del presidente del Gobierno, dice, «podría escribirlo Rivera. Es un político sin suelo, como Sánchez, capaces de todo».

Los disidentes con la gestión de Albert Rivera entre abril y noviembre de 2019 creen «improbable pero muy verosímil» que si se dan esas condiciones, intente regresar. «Es improbable porque su error de cálculo le llevó a un desastre el 10-N por el que tuvo que dimitir, pero es verosímil porque Arrimadas arriesga mucho, el PP está despistado y Abascal no tiene posibilidades de ensanchar la base electoral de Vox». Se considera, y mucho, en Ciudadanos a los más duros pretorianos de Albert Rivera. Se cita a Girauta, a Villegas, a Carina Mejías, a Páramo y a De Quintos, que, como el propio exlíder catalán, consideran que la gestión de Sánchez con Podemos y los independentistas «le está dando la razón en diferido».

El diagnóstico de Rivera —que participó fugazmente en la V Asamblea que eligió a Arrimadas como su sucesora en marzo pasado— sería el del que fuera directivo de Coca-Cola, relatado crudamente en el diario ‘Expansión’ del pasado día 16 de junio: «Lo que sería un error es dar la impresión no ya de ser un partido bisagra o un partido muleta cuya utilidad se limitara a servir de eso, de muleta a un Gobierno débil y cojitranco cada vez que a sus socios secesionistas les entra un ataque de electoralismo».

Albert Rivera, un hombre muy joven que ha sufrido en la política tanto como ha disfrutado de ella, especialmente en un Madrid que “le fundió los plomos” (sic de uno de sus colaboradores), se dedica ahora a ir conformando una «red de líderes». En este propósito ha sido activísimo durante el largo confinamiento. «Siembra con esa iniciativa una futura cosecha» confirma uno de sus colaboradores. «Antes o después, la recogerá». ¿Volverá? «Si se dan determinadas condiciones, lo hará. Si los británicos perdonaron a Winston Churchill el desastre de Galípoli, los españoles también excusarán perder 47 escaños de una tacada. Y tenlo en cuenta: Sánchez es el espejo de Rivera. Y el eje de la política es siempre una conversación de antípoda a antípoda». Quizá más valiera que la suerte sonriese a Inés Arrimadas porque, al final, ha tenido más valor y asumido más riesgo que el arrojado e incombustible Albert Rivera que parece musitar, como el general MacArtur tras su derrota en Filipinas, «volveré».