El relajado retiro de Otegi antes de asumir el liderazgo de Bildu

ABC – 17/04/16

· Después de un mes de vacaciones ha prometido, desafiante, ser el «lendakari más peligroso para los intereses del Estado»
· Vida «normal»: Se le ha visto haciendo recados en su pueblo para transmitir una imagen de ciudadano de a pie Congreso del Sinn Féin.
· El próximo fin de semana tiene previsto participar en la convención anual del Sinn Féin en Dublín.

Pensaba que la crispación en el país habría desaparecido o se mantenía en niveles bastante bajos. A la salida he observado que, fundamentalmente con mi figura y lo que representa el independentismo, hay un nivel de agresividad política que va en aumento». El discurso más victimista no faltó en el regreso a la actividad política de Arnaldo Otegi, escenificado por la «izquierda abertzale» el pasado viernes en Bilbao, con una rueda de prensa que dejó claro quién manda en Bildu.

«Es algo que me entristece», llegó a decir, metido en el papel de víctima, Otegi, que el pasado 1 de marzo salió de la cárcel de Logroño tras una condena de seis años y medio por pertenencia a ETA al intentar reconstruir la ilegalizada Batasuna. Que formó parte de un comando de ETA-pm y, entre otros hechos delictivos, fue juzgado por intervenir en los secuestros de Javier Rupérez y Gabriel Cisneros –que quedó malherido en un intento frustrado de los etarras–, aunque acabara absuelto por falta de pruebas. Que como portavoz de Batasuna se dedicó a glorificar a los terroristas y justificar sus asesinatos.

Otegi, a quien la «izquierda abertzale» se ha empeñado siempre en vender como el «Mandela vasco», se atreve a afirmar que desde el entorno proetarra ya han hecho lo «más importante»: que ETA ya no comete atentados. «Nunca nada va a ser suficiente», llegó a decir el viernes, como si se hubiera pasado décadas en el lado de las víctimas, y no de los victimarios. Inhabilitado como está para ejercer cualquier cargo público hasta 2021, hace oídos sordos y le siguen la corriente en Bildu, que depauperada como está por los últimos batacazos electorales se aferra a él como a un clavo ardiendo y le ha propuesto como su candidato a lendakari.

Cuatro días después de salir de la cárcel, el 5 de marzo, cerró en el velódromo de Anoeta de San Sebastián el baño de masas que le habían organizado sus «acólitos». Y a partir de ahí se tomó unas largas vacaciones. «Nos pidió tiempo», justificaban fuentes de la coalición de la «izquierda abertzale». Dio luz verde para que se anunciara que sería el cabeza de lista en las elecciones autonómicas de este año y fue a lo suyo. El «jugador estrella» de Bildu, como lo definió su portavoz Hasier Arraiz, se mantuvo durante más de un mes, al menos en público, alejado del equipo.

Asegura que ha dedicado este tiempo «a escuchar al máximo de gente posible» y también una parte importante a su familia. En Elgóibar (Guipúzcoa), su localidad natal y donde reside, allí donde le recibieron como un héroe tras su última salida de la cárcel, se le ha visto como si fuera uno más, según han relatado vecinos consultados por ABC. A menudo, en compañía de su padre, que enviudó recientemente, y de su mujer. En el intento por transmitir una imagen de ciudadano de a pie, se dedicaba a recados del día a día como comprar pescado o acudir a la herboristería que regenta la hija de un amigo. Una vecina detalla a este diario escenas de señoras acercándose a saludarle y besarle, aunque matiza que en el municipio «hay quien le tiene simpatía y quien no se la tiene».

Inmerso en su plan vacacional, Otegi se ha dejado ver en «casa» pero también se ha ausentado. El 15 de marzo publicaba en Twitter, red social que utiliza con fruición, la fotografía de una gaviota ante una ventana, con el mar de fondo, junto a un texto pretendidamente gracioso: «Creo que el PP me ha puesto vigilancia en la habitación del hotel… ¿Le pagarán en A o en B?». Y pocos días después, el 20, al más puro estilo turista, compartía un «collage» de imágenes para anunciar que concluía su periplo por la Bretaña francesa.

Viajes y entrevistas

Desde Bildu confirmaban que su líder tenía «una serie de viajes atados de antemano». Uno de los posibles puntos de su recorrido, indicaban, era Cataluña. Se referían a estos desplazamientos como «su agenda», sin entrar en detalles, más allá de que la idea del secretario general de Sortu era reencontrase con la «gente que le ha estado apoyando». Desde CUP y ERC se han significado especialmente, visitas a la cárcel incluidas. El próximo fin de semana será uno de los oradores invitados en la convención anual del Sinn Féin, el brazo político del IRA, en Dublín.

El resto del tiempo lo ha dedicado, por ejemplo, a dejarse ver en unas jornadas juveniles organizadas por los herederos de Segi, por aquello de no descuidar el voto joven. También a condeder entrevistas televisivas, como si fuera una estrella mediática, en las que seguir explotando la vena victimista y quejarse de la «crispación».

Una vez que ha querido, ha puesto fin a su relajado retiro para reclamar el trono de Bildu. Desde esa atalaya se permite afirmar que son los demás los que se empeñan en «embarrar el campo», y sin temblarle la voz, dejar mensajes amenazantes: «Para mí sería un honor saber que soy el candidato a lendakari que el Estado no quiere, que considere que soy el más peligroso para sus intereses».

PABLO PAZOS