TONIA ETXARRI, EL CORREO 25/02/13
· Con la constitución de Sortu vuelven quienes tan sólo habían permanecido en la sombra de la ilegalización desde 2003.
Son los mismos, con la incorporación del joven que empezó en Jarrai, pasó por KAS y después por HB y que se mantiene a la espera de que Otegi dirija la orquesta en cuanto salga de la cárcel. Los militantes de Sortu, el nuevo partido ‘pata negra’ de la izquierda abertzale, están convencidos de que más pronto que tarde quien esta cumpliendo condena por intentar resucitar la vieja Batasuna estará en la calle. No se trata, únicamente, de una cuestión de olfato sino de una deducción cimentada en la lógica con la que se han ido sucediendo los acontecimientos. Si este portavoz, que leía las cartas de ‘Ternera’ en el Parlamento vasco, el «hombre de paz» según el expresidente Zapatero, cumple condena por haber querido reorganizar la herencia de Batasuna, ahora que sus compañeros de negocio ya están «reconstituidos» , la pregunta del millón se extiende como una mancha de aceite. ¿Qué delito cometió Otegi que no haya sido imitado ahora, y con el beneplácito de los tribunales, por los nuevos responsables de Sortu? Una pregunta que lleva sobre la mesa de los ministros de Justicia y de Interior desde que se produjo el relevo de gobierno cuando el PP ganó las elecciones por mayoría absoluta y que todavía no ha obtenido respuesta.
La fuerza de los hechos consumados va ganando espacio en un escenario en el que cada vez menos representantes políticos se muestran ya exigentes con quienes fueron cómplices del terrorismo. UPyD tiene a gala exhibir el título. Dicen que son los únicos que siguen persiguiendo la derrota del terrorismo. Pero sería injusto desplazar al PP de este campo trufado de trampas. El presidente Rajoy, interpelado en el Congreso de los Diputados por Amaiur, emplazó al representante de la coalición a que condenara la historia de ETA para decirle que, mientras no lo hiciera, no tendría autoridad para dar clases de democracia.
El PP vasco participó en el homenaje mudo en el Parlamento vasco a Fernando Buesa y Jorge Díez coincidiendo con EH Bildu, pero UPyD no quiso formar parte de una escena que podría dar lugar a confusiones. Y, de ese acto que fue diseñado por los socialistas, ha quedado un poso de reproche dirigido desde los sectores más críticos con cualquier concesión al mundo de Batasuna hacia el Partido Popular. Su presidente, Antonio Basagoiti, aclaraba los malentendidos, entre otras cosas, para sentar precedente, consciente de que los que fueron cómplices de ETA en los años duros, ahora tratarán de dividirles y, en cierta forma, lo están logrando. El presidente de los populares vascos decía que no pensaba dejar de ir a ningún acto institucional en homenaje a una víctima del terrorismo por mucho que los herederos de Batasuna quieran lavar ahora su imagen participando en algunos de ellos. «Si alguien sobra en este tipo de actos, no somos nosotros».
Así está el panorama desde que la izquierda abertzale va ocupando un espacio que, hasta hace bien poco, pertenecía exclusivamente a quienes lo perdieron todo por culpa de la persecución terrorista. El dato sobre la actividad desarrollada durante el pasado año en la Casa de La Paz de San Sebastián, que así se llama desde que fue impulsada por los socialistas en 2010, no puede ser más revelador. El organismo, ideado para promover la reparación de las víctimas del terrorismo, excluyó a los damnificados de más de medio centenar de actos en los que, sin embargo, los colectivos de los presos de ETA tenían sus jornadas de gloria.
Con la constitución de Sortu, vuelven, pues, quienes nunca se fueron del todo. Tan sólo habían permanecido en la sombra de la ilegalización desde 2003 por decisión del Tribunal Supremo. Ahora vuelven los mismos nombres, junto a Hasier Arraitz, las mismas caras, aunque maquilladas con la ‘perfomance’ de los nuevos tiempos, exhibiendo su relato particular de la existencia de los dos bandos, lo que provoca declaraciones lacerantes como las del nuevo dirigente de Sortu. Sostener que «la confrontación armada no ha sido buena para nadie», aparte de herir la dignidad y la memoria de quienes resultaron asesinados por la banda, tan sólo busca la justificación de la historia abominable de tantos años de violencia que pretende borrar de un plumazo la responsabilidad de ETA.
Las nuevas siglas con los viejos dirigentes han aparecido en la escena queriendo disputar al PNV el liderazgo en la hegemonía nacionalista. Pero una de sus prioridades será vivir del conflicto presionando al presidente Rajoy para que baje la guardia como hizo su antecesor Zapatero. La plataforma de la negociación. Para que presos irredentos como ‘Txeroki’ se sientan arropados. ¿Cómo se explica, si no, ese florido cartel de cargos con tan ilustres carteras? Rufi Etxeberria, responsable de la «resolución del conflicto»; Permach, de «lucha institucional»; Lizarralde y Fullaondo para «lucha ideológica y de masas»; Pernando Barrena, de coportavoz; Petrikorena, de Comunicación. Están todos. Sólo falta Otegi.
El curso de los acontecimientos apunta hacia una presión cada vez mayor del mundo radical para zanjar el llamado conflicto sin un borrón. Para que la sociedad vasca pueda conjurar sus fantasmas y curar las heridas, el final de esta historia no puede contener lagunas. Quienes defendieron la «socialización del sufrimiento» no son los más indicados para hablar ahora de equiparación del dolor. Pero pocos se atreven a rechistar. A los colectivos de las víctimas, sin embargo, se les nota desasistidos por partidos que no hace mucho los defendieron. La izquierda abertzale unida como una piña y Covite en los juzgados para disputarse la presidencia de la asociación. Ironías de una historia injusta.
TONIA ETXARRI, EL CORREO 25/02/13