Italia en el laberinto

ANTONIO ELORZA, EL CORREO 25/02/13

· El hartazgo frente al sistema es muy intenso, y aquí hay una maldita propensión a seguir a los flautistas de Hamelin, como los llama Monti, demagogos aspirantes a líderes carismáticos.

Las campañas electorales de Silvio Berlusconi tienen siempre novedades y sorpresas dirigidas a ganar electores por el mismo procedimiento que en el marketing se obtienen superiores cuotas de mercado. En la que acaba de terminar su promesa estrella consistió en ofrecer la supresión del IMU, un impuesto municipal muy oneroso similar a nuestra contribución tipo IBI, que él mismo había establecido para las segundas viviendas y que hace unos meses el Gobierno Monti, con el apoyo del propio Berlusconi, generalizó para todos los tipos de residencia. Hasta aquí, una simple insensatez desestabilizadora de los equilibrios económicos, comparable a su promesa de ir hacia un tipo máximo del 33% en el IRPF «por deber democrático». Pero es que Silvio no se limitó al anuncio de que lo suprimiría devolviendo asimismo lo ya cobrado para 2012, sino que envió un mensaje electoral a millones de italianos con un sobre copiado de los de Hacienda, pero con el sello de su partido, para decir que ya podían pedir la devolución. Al día siguiente muchos ciudadanos acudieron a las oficinas de Hacienda para hacer efectiva la promesa, con el resultado y los enfados que cabía esperar.

Así es Berlusconi, ‘il Cavaliere’ o ‘il Caimano’, según queramos llamarle, un viejo capaz de sacar dinero de las piedras por los medios que sean, de insultar al más honesto de sus adversarios, de decir que las prostitutas menores de edad que le acompañan en sus orgías eran sobrinas de Mubarak, de borrar el nombre del autor de un libro y firmarlo como propio, de incitar a la evasión fiscal y de chupar cámara en la campaña, aunque sea a costa de preguntarle a una presentadora cuántas veces se corre (viene) en una noche. O de evocar las buenas obras de Mussolini, con la única excepción de su antisemitismo, menos intenso a su juicio que el de Hitler. Es el prototipo de italiano golfo de las películas italianas de los 60, pero con un gran sentido de la imagen –fundador de la videocracia– y un amplio público que le sigue, compartiendo su egoísmo amoral y descarnado. Ahora su resurrección política no parece suficiente para ganar pero sí para lo que el humorista Maurizio Crozza resaltó en San Remo: hacer Italia ingobernable, gracias al bicameralismo, y desde ahí maniobrar frente al favorito en los pronósticos, Pierluigi Bersani, del Partido Demócrata (PD).

Frente a él, las opciones democráticas son dos, el citado PD y otro personaje atípico, el hoy jefe de Gobierno Mario Monti, un economista muy competente y muy católico, amigo de Ratzinger, llamado por el presidente Napolitano para sustituir al Gobierno en quiebra de Berlusconi. Monti es el anti-Berlusconi, con sus discursos que se convierten en puntillosas lecciones de un catedrático atento a todas las variables y a todas las cifras. Menos mal que es muy hábil en el manejo de la ironía. Pero su concepción de la sociedad es la de un moderado, en línea con el Partido Popular europeo (del cual forma parte Berlusconi) y eso hace difícil su pleno entendimiento con Bersani, quien le apoyó sin reservas desde noviembre de 2011, pero que no admite que la política de austeridad signifique olvido de la equidad. A pesar del reconocimiento a su lealtad, Monti dejó caer que a la Merkel no le gustaría un Gobierno Bersani, y a él no le gustan las propuestas de izquierda de Vendola, con quien cuenta Bersani, ni la vocación de pactar con el sindicato CGIL, aun cuando la experiencia en su etapa de gobierno técnico mostrase su flexibilidad al llegar al acuerdo sobre las pensiones. Monti y sus aliados –Casini, Fini– son poco populares; Bersani ha estado demasiado tiempo a la defensiva, como quien gana un partido por uno a cero y espera el pitido final. Y espera sobre todo vencer en Lombardía al liguista Maroni, aliado a Berlusconi, que piensa retener el 75% de los impuestos en la región. A lo largo de la campaña, el lenguaje de Bersani ha perdido en claridad, respecto de los tiempos de las primarias del PD contra Renzi. Como en tiempos a Fraga, a pesar de su claridad de ideas, a Bersani le cuesta cerrar las frases y las palabras.

Además los tres mosqueteros son cuatro. Como en España, el hartazgo frente al sistema es muy intenso en Italia, y aquí hay una maldita propensión a seguir a los flautistas de Hamelin, como los llama Monti, demagogos aspirantes a líderes carismáticos. Es el papel representado por un cómico de escasa gracia, fuerte autoritarismo y mensajes rotundos, Beppe Grillo, líder indiscutido del Movimiento 5 Estrellas. En nombre de una descalificación radical del parlamentarismo y de los medios de comunicación, ha reunido a grandes multitudes en Milán y en Roma, al grito de «¡rendíos!», por cierto tomado del fascismo de los 90. Le apoyan figuras populares como Darío Fo y Adriano Celentano (que sin embargo en Lombardía para el Senado votarán con el PD contra Maroni) –en tanto que Umberto Eco encabeza el manifiesto de los intelectuales por el PD– y a pesar de su transversalidad, con más del 20% detraería votos sobre todo del centro-izquierda. Por decirlo en términos nuestros, el Movimiento 5 Estrellas es la organización de los indignados, primer partido de los jóvenes, de quienes ven ya fracasada su vida, y de los que no ven otra salida que hacer reventar la Italia de Berlusconi (y como consecuencia, acabar con la ‘partitocracia’).

Profecías. Es muy difícil que el Partido Demócrata obtenga al mismo tiempo la mayoría, posible en la Cámara y en el Senado, donde fallos en Lombardía y Véneto (o en Sicilia) harían obligado el pacto con la Lista Cívica del presidente-senador Monti. A mejor resultado del PD, más posibilidades de proceder a la imprescindible reforma del sistema político, alejando el riesgo de populismo. Con buenos resultados de Berlusconi, solución Penélope, a tejer y destejer de nuevo: desmoralización general. Con Grillo, la revolución en el vacío.

ANTONIO ELORZA, EL CORREO 25/02/13