EL MUNDO – 08/10/15
· Envía en la Eurocámara un mensaje de normalidad tras las elecciones catalanas.
Hacía 26 años que el Parlamento Europeo no recibía a dos líderes como Hollande y Merkel. Se trataba pues ayer de una sesión histórica, enmarcada en la crisis humanitaria de los refugiados en suelo europeo y llamada a monopolizar la jornada en los periódicos del día siguiente y de toda la semana. Una sesión lo bastante importante como para replantearse la visita de Felipe VI, programada desde el pasado 15 de abril. De hecho, días atrás varios eurodiputados españoles adscritos a los grupos mayoritarios habían advertido entre bambalinas de este problema.
Pero pese a la competencia de protagonismos –que se saldó con una foto y un meteórico encuentro entre las tres personalidades–, lo cierto es que Felipe VI actuó y que se hizo algo más que un hueco. En su primer discurso ante el Pleno de Estrasburgo –criticado minutos después por el líder de Podemos por demasiado «político» y aplaudido precisamente por ello por el grueso de la Eurocámara–, el Monarca se arremangó y se metió en harina.
Primero, Felipe VI sacó pecho por una «España unida y orgullosa de su diversidad». Unas palabras con las que el jefe del Estado mandaba a Europa un mensaje de normalidad y estabilidad, reivindicando el retrato de una España fuerte, solidaria y europea. «Soy europeo porque soy español», enfatizó en una frase que a algunos eurodiputados españoles les recordó la reciente campaña catalana, antes de glosar su misiva: «Europa se ha construido sobre la voluntad de sumar y no restar, de aunar y no dividir, de saber compartir y ser solidarios. Tengan así pues, señorías, la seguridad de poder contar con una España leal y responsable hacia el proyecto europeo; con una España unida y orgullosa de su diversidad; con una España solidaria y respetuosa con el Estado de Derecho».
Rescatando el propio eslogan de su proclamación –«una Monarquía renovada para un tiempo nuevo»–, el Rey invocó ayer «una Europa renovada para un tiempo nuevo en un tiempo distinto». «No hay alternativa a una Europa unida. Tengamos confianza en Europa. Tengamos confianza en nosotros mismos, los europeos», declaraba en la antesala del debate de Merkel y Hollande sobre los refugiados y en el contexto de las recientes tensiones fronterizas. Un problema en concreto para el que pidió un «enfoque global e integral» y «entre todos».
Nada de todo esto escucharon los cuatro eurodiputados de IU y el de ICV que decidieron abandonar la sesión tras colocar banderas republicanas en sus escaños. Tampoco se mostraron amables los conservadores británicos, únicos en no aplaudir el discurso y en limitarse a ponerse de pie, después de que una eurodiputada de Ukip –la derecha radical y nacionalista– exhibiera una bandera de Gibraltar.
Muy al margen de esta guerra de banderas, entre los 50 eurodiputados españoles restantes reinaba la satisfacción por el resultado del acto, pero se advertía cierto descontento por la falta de programación de un encuentro con el Monarca. Las fuentes consultadas lo atribuían al interés por «evitar otro juego de tronos», en relación con la recepción de Bruselas en que el líder de Podemos, Pablo Iglesias, regaló en abril al Rey los vídeos de la mencionada serie. Según justificó un portavoz de la Cámara, «el formato de la visita no incluye ese tipo de actos». En todo caso, sólo dos españoles participaron en el almuerzo: Esteban González Pons, en sustitución del presidente del Grupo Popular Europeo, Manfred Weber, y el vicepresidente de la Eurocámara Ramón Luis Valcárcel.
Antes de su intervención, el presidente de la institución, Martin Schulz, hizo un discurso de bienvenida en castellano, en el que sentenció: «En estos tiempos difíciles la UE necesita más que nunca a España». Además, el socialdemócrata alemán ponderó que «en los últimos 30 años Europa ha contribuido a hacer una España mejor y más fuerte, y España ha contribuido a la vez a hacer mejor y más fuerte a Europa».
El Rey, por su parte, llamó a los políticos europeos a crear un «ideal» nuevo en la Unión para avanzar en la «integración». Además, aprovechó, como viene haciendo en los grandes foros, para dar un perfil social a su discurso. Especialmente aplaudido al citar a Jacques Delors: «Rechazo una Europa que no sea más que un mercado», instó a preservar la agenda social de la UE: «Asegurar el empleo es una de las máximas prioridades», afirmó, para subrayar: «Hemos de lanzar una señal clara e inequívoca de que los problemas sociales se encuentran en el centro del proceso de integración».