Ahora que Garzón ha vuelto a llamar Batasuna a lo que él mismo había rebautizado como ‘izquierda abertzale’, estamos asistiendo al abandono de la ambigüedad sobre ETA. ¿Podría Zapatero retomar la negociación con ETA si gana las elecciones? Si consiguiera eludir el coste político del fracaso de su proyecto estrella, ¿para qué tentar la suerte una vez más?
La detención de 23 miembros de la dirección de Batasuna el pasado jueves, mientras celebraban una reunión política en la localidad guipuzcoana de Segura ha sido un punto de no retorno en el proceso, en las oscuras e inexplicadas relaciones que el Gobierno mantuvo con ETA y Batasuna. No queda espacio para el diálogo.
Hagamos memoria. Batasuna y las organizaciones que la precedieron, Herri Batasuna y Euskal Herritarrok, fueron declaradas ilegales por el Tribunal Supremo el 27 de marzo de 2003, mediante una sentencia en la que declaraba probado que dicha organización formaba parte de un «entramado» jurídico-político único, cuya finalidad sería el complemento y apoyo político de la acción de la organización terrorista ETA.
La sentencia declara la ilegalidad de las tres marcas citadas y su disolución, ordena la cancelación de sus inscripciones en el Registro de Partidos, ordena la paralización inmediata de todas sus actividades y abre un proceso para la liquidación de sus bienes.
El 14 de noviembre de 2004, algo cambió en Anoeta, cuando Arnaldo Otegi comenzó su intervención subrayando una paradoja: «Hoy, un partido ilegal, con un portavoz ilegal, celebra un acto ilegal». Su oferta de diálogo fue recogida dos meses después por el presidente del Gobierno en un mitin en San Sebastián, en el que respondió al llamamiento de Anoeta y a la carta que Otegi le había escrito la víspera «con ocasión de su visita a nuestro país». «Estoy dispuesto a dialogar con Batasuna», dijo, pero para ello «es necesario que cese de una vez el ruido de las bombas y las pistolas, que tengan la valentía de condenar y rechazar la violencia».
El proceso se inició sin que cesara el ruido ni el envío de cartas de extorsión. No quedó interrumpido por el ruido de las pistolas (robadas), ni de las bombas, incluida la de la T-4. No faltaron las afirmaciones pintorescas de los responsables políticos del proceso, ni algún que otro espectáculo de la Justicia. Los criterios erráticos de la fiscalía, sobre delitos que pueden merecer 96 años o cuatro, según.
Contaba el informe de ‘Gara’ que en la reunión mantenida en octubre de 2006 entre enviados del Gobierno y ETA, inmediatamente después del robo de las pistolas en Francia y mientras el ‘proceso de paz’ dividía al Parlamento europeo en dos mitades, ETA interpela a los enviados gubernamentales: «A ver si es que no tenéis voluntad o no tenéis capacidad de negociación. Si no tenéis capacidad, ¿con quién tenemos que negociar, con Gómez Bermúdez, con la Audiencia Nacional?»
Ahora que Baltasar Garzón ha vuelto a llamar Batasuna a lo que él mismo había rebautizado como ‘izquierda abertzale’ en los meses anteriores, que De Juana dejó de ser un preso a favor del proceso para ser preso a secas, que Otegi ya no es hombre de paz para ser también un preso sin mayores atributos, estamos asistiendo al abandono de la ambigüedad en relación con ETA.
La detención de 23 dirigentes batasunos es bastante incompatible con el mantenimiento de un hilo caliente para tratar de llegar a las elecciones sin nuevos asesinatos y permite suponer que la banda terrorista tratará de hacer acuse de recibo. No va a ser fácil convencerla de la independencia del juez Garzón. Es verdad que ETA no está en sus mejores momentos, pero como repite el ministro de Interior, «nosotros tenemos que tener suerte todos los días; a ellos les basta con acertar uno». Éste es, por otra parte, un elemento añadido al desencuentro básico que le van a plantear Ibarretxe y su consulta.
¿Podría estar Zapatero esperando a ganar las elecciones para retomar la negociación con ETA, como sostienen algunos? No parece una hipótesis muy probable. Si consiguiera que el fracaso de su proyecto estrella para esta legislatura no le suponga coste político, ¿para qué habría de volver a meterse en un jardín como el de la negociación? ¿Para qué tentar la suerte una vez más? Todo hace pensar que a este paso van a seguir otros y no sería de extrañar que empezaran a aparecer indicios serios para la fiscalía de complicidad entre Batasuna, ANV y EHAK, indicios que antes sólo acertaba a ver la gente de la calle.
No llegará la sangre al río, vale decir al chivatazo del bar Faisán, pero hay cambio. Tras una emocionante secuencia de ‘Casablanca’, en la que Victor Laszlo, el marido de Ingrid Bergman, achanta a los alemanes cantando ‘La Marsellesa’, el comandante nazi ordena al capitán Renault que cierre el establecimiento. Éste toca el silbato y ordena el desalojo del local. Cuando Humphrey Bogart le interpela: «¿Con qué derecho me cierra usted el café?» el policía le mira con impostada virtud: «¿Qué escándalo! ¿Qué escándalo! He descubierto que aquí se juega». La afirmación era de un rigor incontestable; en ese mismo momento se le acercaba un croupier que le decía: «Sus ganancias, señor», mientras le deslizaba con discreción unos billetes.
Santiago González, EL CORREO, 8/10/2007