El rupturismo, la coartada de CIU para tapar su fracaso de gestión

ABC 30/12/12

Representantes políticos y sociales avisan del perjuicio del separatismo de Mas El mundo empresarial, alarmado por el secesionismo y la presión fiscal.
Un liberal que promete crear nuevos impuestos hasta convertir Cataluña en la región con más presión fiscal de Europa. Un conservador que recurre a una sindicalista para recortar los conciertos con los asilos. Un precursor del «business friendly» que apela al patriotismo de las pequeñas empresas e ignora que el 80% del PIB catalán procede de grandes compañías ajenas a luchas identitarias…
Estas son algunas de las credenciales del nuevo gobierno catalán, mucho más independentista, pero menos preparado para afrontar la crisis económica. Así opinan representantes de sectores sociales, políticos y económicos consultados por ABC. Hay un «leitmotiv» en sus respuestas que tiene mucho que ver con los símiles marineros a los que el propio Mas es tan aficionado: el barco del independentismo que acaba de zarpar está condenado a estrellarse contra las rocas.
También creen que el presidente de la Generalitat es muy consciente de que esa singladura será muy corta y que la legislatura lo será mucho más. Tanto como la anterior, en la que el dirigente nacionalista interpretó mal la movilización ciudadana en favor de la independencia y abrazó esta causa. Los resultados electorales demostraron que sus prédicas separatistas no generan confianza, pero era necesario retener el poder y la ficción. Principalmente para ocultar su fracasada gestión económica, pero también para correr un tupido velo sobre los casos de corrupción que afectan a Convergència. Para ello se ha visto obligado a recurrir a ERC, que le ha sonsacado nuevos impuestos que escandalizan a los empresarios y la fecha de un referéndum sobre el estado propio: 2014.
Dicho de otra manera, mientras se hable de la separación de España no se hablará de corrupción o de crisis. Así de sencillo. Y así de irresponsable, según advierten las personas entrevistadas por ABC, pues esa estrategia de defensa política supone un atentado contra la cohesión social y la convivencia, y coloca a Mas fuera de la legalidad y del marco constitucional. Nada de ello beneficia a unas empresas que intentan superar la recesión, que son decisivas para generar empleo y que, efectivamente, tienen una cuota importante de negocio en el extranjero al que apela Mas para pedir que suelten amarras del mercado español. Pero lo que no explica el dirigente convergente es que esas exportaciones al alza corresponden a productos manufacturados, y no al sector de servicios, donde el intercambio con el resto de España es enorme.
Así lo advierte la Cámara de Comercio de Barcelona, que prepara en estos momentos un informe exhaustivo sobre las consecuencias económicas de una Cataluña independiente y que augura una fuga de capital debido al aumento de los impuestos. Pero la cruzada separatista de Mas comienza ya a dar problemas a los empresarios, según una encuesta de esta patronal en la que el 9 por ciento de los empresarios asegura que ya nota dificultades en las relaciones con clientes de fuera de Cataluña. Puede que gravar las bebidas azucaradas, como plantea CiU, se entienda como algo estrafalario, pero hay quien ve en ese nuevo impuesto un castigo a una conocida marca de refrescos denunciada en varias ocasiones por no etiquetar en catalán.
Es precisamente la lengua una de las armas utilizadas por ese independentismo excluyente que rechazan en este diario los responsables de varias plataformas cívicas, algunas de las cuales han sido el azote del nacionalismo de CiU durante casi tres décadas. Y prometen no dejar de serlo.